J.K. Rowling creó la saga Potter y con su odio a las personas trans, la destruyó

El autor de la nota, un escritor trans, afirma que la cruzada anti-derechos de Rowling no solo perjudica al universo de ficción que imaginó, sino que es una amenaza real para las vidas de personas como él

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Pro-magia y anti-trans... J. K. Rowling
Pro-magia y anti-trans... J. K. Rowling

En una conferencia de prensa allá por el año 2007, J.K. Rowling, la por entonces universalmente adorada creadora de la saga de Harry Potter, reveló que siempre pensó que uno de los personajes más queridos de sus libros y películas, Albus Dumbledore, era gay. Tuvimos que esperar 15 años, hasta la nueva película del universo Potter, la recientemente estrenada Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore, para ver cómo el poderoso gran mago confesaba su amor por otro hombre.

La escena en cuestión, como la propia película, resultó una gran decepción, con una duración tan breve que, en un acto de traición por parte de los productores, pudo ser removida de la versión exhibida en China sin que la progresión dramática de la película se alterara. Para ese momento, sin embargo, los problemas de Rowling -y por extensión, de la marca Potter- con la colectividad LGBT+ eran mucho más graves

Antes de seguir, una confesión. Durante toda mi adolescencia leí con fervor las novelas de Harry Potter, y secretamente deseaba encontrar en alguna de las entregas de esa historia que amaba y sentía como propia a personajes que fueran LGBT+. Siendo un hombre trans y bisexual dentro del armario, no solo no podía habitar mi propio mundo con libertad sino que además sentía que en ese otro mundo tampoco había lugar para personas como yo. En el universo Potter, los escenarios más fantasiosos e imaginativos son moneda corriente, pero en cuestiones de género e identidad, todo era conservadoramente cis y heterosexual.

Sin embargo, a pesar de la ausencia de representación directa, muchos miembros de la comunidad LGBT+ se vieron a sí mismos en ese chico que sale de un armario debajo de la escalera -primero con su familia y después con el mundo- se enfrenta a fuerzas oscuras y encuentra en su camino a otros que viven lo mismo que él, todo mientras intenta entender qué son esos cambios que está experimentando.

Pero ese mundo, que fue una parte tan importante de mi vida y que durante mucho tiempo me ayudó a sentirme menos solo, ahora está destruido. Siempre voy a atesorar los recuerdos que hice con otros fans LGBT+ de la saga, pero simplemente no puedo evitar pensar en todos los comentarios violentos de su autora sobre las personas trans cada vez que algo relacionado al universo Potter aparece. La magia se acabó, y fue la propia Rowling la responsable de destruir el encantamiento.

Es fácil hablar de separar la obra y el autor cuando estamos hablando desde la teoría. Mucho más difícil es hacerlo cuando el autor en cuestión reproduce discursos de odio que atentan contra tu existencia. Y es que en el último tiempo, las opiniones de Rowling, alguna vez considerada una humanista, se han hecho cada vez más conservadoras -aunque disfrazadas de feminismo radical.

El punto máximo de esta radicalización -hasta ahora- se dio a principios de abril de este año, cuando en el Reino Unido se estaba debatiendo la prohibición de las terapias de conversión de personas LGB, excluyendo a las personas trans. Hace unos años, cuando las primeras acusaciones en su contra comenzaban a aparecer, la escritora británica rechazó categóricamente ser tránsfoba y prometió que siempre levantaría su voz en defensa de las personas trans.

Una escena de "Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore".
Una escena de "Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore".

Las marchas que se realizaron a propósito de la exclusión de personas trans de la prohibición de las terapias de conversión eran el momento ideal para demostrar que, como lo había jurado, no era una tránsfoba. Rowling, sin embargo, no tuvo nada para decir.

No solo eso. Mientras esto ocurría, la escritora organizó un almuerzo en River Café, un exclusivo restaurante al oeste de Londres, junto a un grupo de activistas transodiantes y críticas de la “teoría de género” (sic). Una de las participantes, Helen Joyce, autora de Trans: When Ideology Meets Reality, biblia anti-trans, compartió las fotos del encuentro diciendo que habia celebrado con Rowling su “hermandad”.

Muchos nos preguntamos cómo las cosas pudieron haber llegado hasta ese punto, pero lo cierto es que las muestras públicas de transfobia por parte de Rowling no empezaron de un día para el otro. “Se trató de un error, de un momento de torpeza de una persona grande” la excusó en su momento un asistente suyo en declaraciones al diario The Sun luego de que sus seguidores adviertieran un like desde su cuenta de Twitter a una publicación que trataba a las mujeres trans como “hombres con vestido”. Era curioso, porque los likes presuntamente accidentales de Rowling eran destinados cada vez más frecuentemente a comentarios transfóbicos.

Muchos fans quisieron ignorar lo que pasaba, tratando de exageradas a las personas trans que alertaban sobre estas señales, mientras otros aseguraban que sus libros en realidad habían sido escritos por ghost writers, intentando conjurar un universo alternativo donde Rowling no había creado al niño mago, y por lo tanto, la mancha de su odio hacia las personas trans no podía tocar a Harry Potter.

Si bien sus lectores deseábamos que ese fuese el final de su era TERF, lo que le siguió fue todo lo contrario. En junio de 2020 y en medio de la pandemia se produjo el quiebre definitivo. La escritora compartió un artículo sobre el mundo post-Covid que hablaba sobre la necesidad de crear un ambiente equitativo para “las personas que menstrúan”. Fue ese término inclusivo para referirse a las mujeres lo que la enfureció, escribiendo en Twitter: “‘Personas que menstrúan’. Estoy segura de que solía haber una palabra para esas personas. Alguien que me ayude. ¿Wumben? Wimpund? Woomud?”.

Según Rowling, al hablar de personas que menstrúan se borra a las mujeres (”women”, en inglés), en lugar de estar incorporando a otros grupos. El mundo mágico que tanto amé se caía a pedazos mientras comprobaba como a la autora favorita de mi adolescencia le molestaba que yo, como hombre trans, fuese incluido en algo tan básico como un término para ser nombrado en políticas públicas y sanitarias. Lo que no entiende Rowling es que visibilizar a alguien no implica eliminar a otro, y que nuestras vidas no son números en un juego de suma cero.

El reencuentro del elenco de Harry Potter no incluyó a Rowling (HBO Max).
El reencuentro del elenco de Harry Potter no incluyó a Rowling (HBO Max).

A partir de ese momento, su desprecio por las personas trans se hizo cada vez más explícito, y su fijación con el tema alcanzó el nivel de obsesion, provocando, entre otras cosas, que no fuese invitada al especial de reencuentro del elenco de las películas de Harry Potter que se emitió a comienzos de año por HBO Max (el propio Daniel Radcliffe, que interpretó a Potter, dijo que las mujeres trans eran mujeres, y que cualquier declaración contraria a esa idea negaba la dignidad de las personas trans). Rowling, quien en algunos rincones reaccionarios era presentada como una víctima de la “cultura de cancelación” (el propio Putin salió en su defensa recientemente) se había conviertido en un activo tóxico.

Pese a lo deprimente que ha sido verla ocupar su tiempo libre derribando derechos de las personas trans como si fuera un hobby, no me creo con la autoridad suficiente para decir que alguien no puede ver más sus películas, o que sus obras deben ser boicoteadas, más allá de lo que yo pueda sentir.

Pero quienes sigan apoyando a Rowling, es decir, ayudándola a continuar generando una ganancia económica y por lo tanto a seguir siendo una persona con poder, deben tener claro que están colaborando con la diseminación de un discurso de odio que desinforma y que nos pone en peligro.

El universo Potter podrá estar dañado -la taquilla mediocre de Los secretos de Dumbledore así parece indicarlo- pero el verdadero problema es que su creadora, una mujer con todavía una gran influencia, no respeta el derecho a vivir de las personas trans. Y la historia nos ha dado ejemplos suficientes para saber que los discursos de odio no se limitan a lo meramente retórico, y que son solo el préambulo de más violencia y muerte.

El autor es un periodista y escritor argentino. En junio publicará su primer libro, “Siempre estuve ahí”, por el sello Aguilar.

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