El video dura menos de un minuto pero su efecto en el debate público ya lleva varios días. En las imágenes, un joven -que con su traje amarillo, cabeza rapada y lentes oscuros podría pasar por un doble del cantante Bad Bunny- recorre las salas del Museo Nacional de Antropología, tal vez el más icónico de todo México, y comienza a besar y lamer distintos objetos y esculturas que forman parte del acervo de la institución, sin que nadie de Seguridad lo detenga.
Mientras los arrumacos se suceden, un narrador informa cómo en el año 2019 una casa de subastas francesa vendió 130 piezas de arte prehispánico, de las cuales 95 estabas catalogadas como patrimonio cultural mexicano. “Todas piezas culturales cuya esencia historica y simbólica era incalculable y que ahora pasaron a ser objetos de decoración”, denuncia la voz que ha sido distorsionada digitalmente al mejor estilo Anonymous.
El mensaje, entonces, queda claro: el debate sobre el expolio de piezas arqueológicas mexicanas, central en el discurso nacionalista de la administración López Obrador por las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y los 500 años de la caída de Tenochtitlan, acaba de ser hackeado.
Se trata de la última provocación de Pepx Romero, joven actor, director de teatro y performer queer basado en la Ciudad de México, quien desde varios años interroga desde distintos ámbitos -obras de teatro, fiestas, galerías- cuestiones vinculadas a la sexualidad y la identidad de género, el capitalismo y la explotación de la historia mexicana para fines mercantiles y políticos.
El video, grabado la semana pasada por tres colegas mientras el artista se dedicaba a plantar su lengua en estatuas creadas cientos de años atrás, ya había sido presentado durante una performance durante el fin de semana en el Festival Ceremonia, la cita musical hispter de la temporada en la Ciudad de México, pero fue recién en estos días, cuando comenzó a circular por redes sociales, que explotó la polémica.
Primero, fue la dirección del propio museo, que calificó de “conducta impropia” a la performance y reveló que ya analizan qué pasos seguir, reconociendo sin embargo que no podrán iniciar acciones legales contra Romero porque no hubo daño. Luego, decenas de miles de internautas indignados por la presunta falta de respeto al patrimonio nacional. Finalmente, desde algunos medios de prensa, que denunciaron las fallas de seguridad que permitieron que Romero “acosara” a sus anchas a los objetos precolombinos, enmarcándolo dentro del desdén de AMLO por todo lo institucional.
En diálogo con Infobae, el artista dice que hablar del rol de los guardias de seguridad es perder de vista la gravedad del expolio de las piezas arqueológicas mexicanas, que 5 siglos después de la Conquista, todavía sigue ocurriendo.
“Los medios por supuesto ya están tergiversando el debate, porque lo utilizan para hablar de la seguridad del Instituto Nacional de Antropología e Historia, pero en lo que deberían estar enfocados es en denunciar lo que está sucediendo en el exterior con las piezas, no en mi hackeo del museo”, dice.
“Ya se hicieron solo este año 3 subastas de piezas hispánicas en el exterior, y ni siquiera estamos en junio! Entonces, ¿cómo puede que el foco esté puesto en sí besé un objeto y no en ese robo? Porque como latinoamericanos, se nos ha arrebatado nuestro patrimonio, y por eso hay que tomar acciones directas, concretas, para echar luz sobre este asunto”.
El artista reconoce las gestiones que el gobierno de López Obrador, con la primera dama Beatriz Gutierrez Muller a la cabeza, viene realizando en distintos foros intentando bloquear la venta de piezas arqueológicas y buscando la devolución de bienes históricos que se encuentran en el extranjero (como como el llamado Códice Fiorentino o el Penacho de Moctezuma).
“La campaña #Mipatrimonionosevende me parece acertada y señala un camino a seguir con respecto a este tema”, dice Romero, quien enseguida aclara que no ascribe a ningun partido político.
Y aunque asegura que el Museo de Antropología también es responsable de “distorsionar la realidad simbólica” del pasado mexicano y de funcionar durante décadas como legitimador del proyecto monolítico del PRI, Romero le dice a Infobae que en caso de ser convocado por las autoridades del museo dialogaría sin problemas con ellas porque “nuestra lucha es la misma, que estas piezas que son parte de nuestra historia no seas prostituidas”.
“Mi intención no fue en ningún momento atacar el museo, ni hacer un llamado a la rebeldía a que se vandalicen sus piezas ni mucho menos que se sancione a los guardias de seguridad que trabajan allí. Mi trabajo es provocar a través del arte y preguntar por qué nos duele más que alguien le dé un beso francés a una de estas piezas que un millonario francés las pueda comprar para decorar su departamento. Eso es denigrar nuestro pasado”, concluye.
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