Uno de los autores más destacados del circuito editorial estadounidense es Russell Banks (Massachusetts, 1940-2023). Su trayectoria —que supera la veintena de títulos entre novelas, cuentos, poemas y ensayos— lo hizo merecedor del prestigioso Premio Dos Passos, así como de numerosos reconocimientos y algunas adaptaciones a la pantalla.
Banks tenía dos grandes obras muy complejas, muy potentes, ambientadas en Miami: Lost Memory of Skin (2011), que narra la historia de The Kid, un depredador sexual apenas mayor de edad que vive bajo un puente con otros acusados por el mismo delito, y Continental Drift (Deriva continental, de 1985), que relata dos historias independientes, protagonizadas por Bob DuBois y Vanise Dorsinville, en su periplo por llegar a Miami —DuBois desde el interior del país y Dorsinville desde Haití— en busca de una vida mejor.
Es muy probable que Continental Drift (finalista del Pulitzer en 1999) sea la novela más vasta y ambiciosa escrita hasta ahora en lo que se refiere a literatura miamense. Una primera lectura nos presenta a dos inmigrantes que ven en Miami la tierra prometida, tema algo recurrente hoy, trillado, aunque en su momento fuera novedoso. Pero, como toda gran obra, Continental Drift admite varias lecturas: una es la que presenta el choque cultural entre el anglo y el afroamericano, otra sobre el contrabando humano proveniente de Haití y también una acerca de la crisis de identidad.
DuBois emigra desde Nueva Inglaterra a una Miami inesperada, en la que se desconoce a sí mismo y pierde la brújula de su vida, cae bajo, se denigra. Todo esto enmarcado en esa Miami ochentera que fue un universo donde abundaban la droga, los negocios sucios y la violencia.
A pesar de tener casi treinta años de publicada, Continental Drift representa a Miami con total vigencia: las temáticas que aborda siguen siendo titulares en los noticieros de las diez o en las primeras planas de los diarios.
Russell Banks, quien vivía una mitad del año en Nueva York y la otra en Miami, fue un autor que, sin duda, se dejó atrapar por los encantos y desencantos de esta ciudad para recrear sus ficciones. Sus obras son las de un narrador que conoce las calles de primera mano, las ha respirado, las ha sentido y tiene claro el caótico e interesante mosaico étnico y cultural que es Miami, no como otros autores anglo que escriben sobre el contexto local “sin salir del aeropuerto”.
Sería lógico que novelas como Lost Memory of Skin y Continental Drift, que representan la realidad de una ciudad más hispana que anglo, fueran libros de cabecera para todo lector hispano miamense, pero Russell Banks no es muy leído en español: el sello editorial Anagrama apenas tradujo dos o tres de sus libros hace varios años, que lamentablemente ya no se encuentran en los estantes de las librerías.
Continental Drift no solo debería ser apreciada y valorada por los lectores norteamericanos: para nosotros, también debería ser “la gran novela de Miami”.
Recuerdo de una tarde en South Beach con Russell Banks
Russel Banks murió en enero de 2023, reproducimos este diálogo que sostuvimos en noviembre de 2014 y que sigue teniendo vigencia.
-Continental Drift es la gran novela de Miami. Fue publicada en 1985 y, hasta hoy, presenta a la ciudad tal y como es. ¿Se propuso contar la ciudad en ese libro?
-No. Me inspiré en una foto que vi en el New York Times de unos haitianos que habían llegado de contrabando a Miami y habían perdido la vida en el mar. Eso fue en la primavera de 1982. Mi idea fue escribir una novela sobre la inmigración. La inmigración desde dentro y desde fuera del país.
“Es tierra de inmigrantes y este es un país de inmigrantes, eso no lo debemos olvidar”
-¿Y cómo concibe entonces la idea de Bob DuBois, el otro personaje que emigra de Nueva Inglaterra a Miami?
-En aquella época emigraba mucha gente de otros estados hacia Florida. Bob DuBois es un típico americano del centro del país, trabajador, de clase media, que debe mantener una familia con su salario. Mi familia era así, mi padre.
-¿Qué fue lo que más trabajo le costó desarrollar en Continental Drift?
-El balance entre las dos historias. Son totalmente independientes. Si bien ambas son sobre la inmigración, son completamente diferentes. Tenía temor de que una de las dos se impusiera sobre la otra, por eso debía encontrar un equilibrio entre ellas. Eso fue muy difícil.
-¿Investigó mucho sobre la cultura haitiana para escribir Continental Drift?
-Había leído e investigado mucho sobre Haití y su cultura, pero no para escribir Continental Drift. Lo hice cuando viví en Jamaica unos años, porque me interesó el tema.
“El latinoamericano acá tiene poder, dinero, está involucrado en política, es empresario”.
-En sus obras (Continental Drift y Lost Memory of Skin) demuestra mucho conocimiento de la ciudad. ¿Cómo ve usted a Miami? ¿Qué piensa de ella?
-La conozco mucho, me encanta esta ciudad, acá pienso morir. Vine a Miami por primera vez en 1959, luego en 1961 y, desde ahí, empecé a vivir en ella como hasta hoy, que vivo un tiempo acá y otro en Nueva York. Creo que Miami es la ciudad más americana que hay en este momento. Es tierra de inmigrantes y este es un país de inmigrantes, eso no lo debemos olvidar.
-Si bien Continental Drift no fue escrita pensando en contar lo que era la ciudad de Miami, Miami es el gran personaje de la novela. ¿Qué opina al respecto?
-No lo dudo. Tanto Continental Drift como Lost Memory of Skin son historias que solo pueden suceder en Miami. En otro lugar del mundo no serían creíbles.
-T. D. Allman, en su libro Miami, City of the Future, dice que leyó Continental Drift y le encantó, pero que no estaba de acuerdo con el final, porque no era feliz, y en Miami todos los finales son felices. ¿Qué opina al respecto?
-Todos los que emigran a Miami vienen en busca de un final feliz, pero muy pocos lo logran —casi nadie—. De hecho, la vida misma no tiene un final feliz. Miami es una ciudad dura, difícil. Tiene un final feliz para los que vienen de visita unos días, porque se van de regreso a su casa.
-¿La Miami de los años ochenta la vivió de cerca? ¿Qué nos puede contar al respecto?
-Era una ciudad muy violenta, peligrosa, con mucho dinero sucio. Pero, sobre todo, en aquellos años me di cuenta de que la ciudad iba a cambiar, que el anglo iba a perder poder y el latinoamericano iba a ganarlo, porque se estaba apoderando de Miami. Y eso es lo que ha sucedido: ahora el latino es la mayoría y, a diferencia, por ejemplo, del inmigrante de California, que ocupa el estrato más bajo de la sociedad, el latinoamericano acá tiene poder, dinero, está involucrado en política, es empresario, dueño de bancos.
-No es posible hablar de los años ochenta sin mencionar la serie Miami Vice. ¿Le interesaba ver ese programa?
-Claro que sí, me encantaba. Y fue muy importante porque definió el estilo de la ciudad. Miami no era así, como se mostraba en esa serie, pero se volvió así gracias a ella.