Esta entrevista empieza con una confusión de la que todos nos reímos. Es un viernes cualquiera a las 11 de la mañana en un café porteño en el que, como corresponde, las medialunas son riquísimas. De todas las mesas que están ocupadas, sólo dos están ocupadas cada una por una mujer que anda por los treintis, que tiene un cuaderno y una birome al lado del café, y que tiene cara de estar atenta a quien entre por la puerta por la que aparece, a la hora señalada, otra mujer.
Saluda a los mozos que van y vienen de la cocina, y en el saludo se nota que los conoce, y se sienta en la mesa de una de las dos mujeres con cara de estar esperando. La elección es rápida y simple: era la más cercana a la puerta por la que acaba de entrar desde la calle. Desde todas las demás mesas miran, con más o con menos disimulo, su llegada, y su repentina compañera tiene cara de no entender nada y de no tener problema con no entender nada, y hasta le sonríen los ojos.
- ¿Vos sos la periodista con la que me tengo que encontrar, no?
- No, no, yo no soy la periodista pero vos sí sos Paulina, obvio.
Entonces se ríen y se despiden. Paulina Cocina mira a su alrededor a ver quién más tiene cara de estar esperándola y se sienta, ahora sí, a conversar con Infobae Leamos. De su último libro, Cocinen ustedes. Recetas fáciles para chicos y chicas, y también del libro que puso en pausa para publicar este, de si la creación de contenidos digitales es una burbuja que puede crecer hasta estallar, de si puede cocinar sin hacer de ese rato algo para sí o sí compartir después en sus redes y hasta de qué ingredientes está hecha ella misma.
En la mesa de la que acaba de levantarse, la periodista-por-un-segundo todavía sonríe con esa cara que ponemos cuando tenemos algo nuevo para contarles a nuestros amigos. La confusión sería solamente una escena simpática para empezar esta entrevista si no fuera una señal de un fenómeno que late a la par de los 4 millones de seguidores en YouTube, los 4,2 millones en Instagram y los 2,2 millones en TikTok que ostenta Paulina, esa mujer que terminó de meterse masivamente en nuestras cocinas durante los meses más confinados de la pandemia y que es como el apellido -y la garantía- de las recetas que avisamos que vamos a preparar: “budín de Paulina”, “empanadas de Paulina”, “el tuco rápido de Paulina”.
Ese fenómeno es que, en el país que reserva eso de llamar sólo por el nombre de pila a unos pocos a los que no hace falta agregarles el apellido porque ninguno de los que se llaman como ellos es tan importante -piensen en Diego, en Mirtha, en Lionel-, alcanza con decir Paulina para saber de quién estamos hablando. De eso, en lo que jura que nunca había pensado y abre los ojos más grandes cuando lo jura, también hablará con Infobae.
Cocinen ustedes empezó como un posteo más de Instagram, pero a fuerza de likes y comentarios levó y se convirtió en un libro. Es que el hijo y la hija de Paulina -ese nene y esa nena que aparecían desde bien chiquitos y espontáneamente en sus videos y los descontracturaban todavía más- se entretuvieron dibujando algunos platos y algunos ingredientes, ella compartió los dibujos en esa red y su comunidad de seguidores arengó la idea de que esos dibujos acompañaran recetas para que cocinen los más chicos.
El libro, editado por Planeta, enseña a preparar waffles, palmeritas, buñuelos de zanahoria, ensaladas, pescado crocante, muffins de morrón, helados de palito y pizza sin horno y sin levadura, entre muchos otros platos. Hay empanadas, chipá, un submarino y algunas medialunas, entre muchos otros dibujos de los que hicieron sus hijos. Y hay explicaciones sobre qué pasa en nuestro cuerpo cuando incorpora proteínas o grasas saludables, sobre cómo evitar la contaminación cruzada o sobre qué cosas no deberían hacerse sin que un adulto ayude o supervise.
-¿Cómo fue la experiencia de que tus hijos participaran del proyecto?
-Yo tenía planeado hacer otro libro, que seguramente sea ahora el próximo en salir, que es un libro sobre verduras. Una especie de Biblia de las verduras, porque mi objetivo es que la gente vaya a la verdulería, compre cualquier cosa que no conozca y que no sepa cómo usar, y pueda encontrar en el libro al menos dos o tres recetas para cocinar esa verdura. Pero en el medio, cuando compartí los dibujos de mis hijos en redes, prendió la idea de hacer un libro para niños ilustrado. Llamé al editor y me dijo “hagámoslo”.
-¿Y la selección de las recetas cómo la pensaste?
-Las elegí junto con los chicos. Pensamos en qué les gusta cocinar a ellos, qué les gusta cocinar a sus amigos, agregué otras cosas, y después de eso les pasé una lista de todo lo que iba a haber y se pusieron a dibujar. Para mí la clave de que los chicos cocinen, mis hijos o cualquier chico, es que tengan ganas ellos. Yo estoy cocinando, vos aparecés: joya. ¿Querés pelar una papa? Genial. ¿Te aburriste a la mitad? No pasa nada. Sí hay algo que no me copa para nada que es lo que se considera “comida para niños”, que es esa cosa de el plato con la carita divertida. A un niño le puede gustar preparar un rico arroz, un buen plato con pollo, no hace falta que la comida venga con dibujitos. Los chicos pueden conocer el alimento desde el mismo lugar de curiosidad desde el que descubren el resto del mundo. Y otra cosa: no me gusta esa idea de “tenés que comer bien porque te hace bien”. Está bueno que comamos bien, de todo, pero si un día vamos a un cumpleaños y nos comemos un pancho no pasa nada. Pienso en que está bueno pensar nuestra relación con la comida de una manera un poco más relajada y amorosa y tal vez menos utilitaria. Esto de “comer verduras porque me hace bien”, “comer tal cosa porque me aporta tal otra”... Qué se yo, también comer algo alguna vez porque es rico.
-Más allá del libro, ¿qué tiene que tener sí o sí una idea para ser parte de tu contenido?
-Tiene que adecuarse 100% a lo que yo hago. En ese sentido, no me importa el dinero que hay de por medio, si hay amistad de por medio, si el contenido no puede entrar en mi cocina, que es lo que yo hago, no avanzo. Puede ser una propuesta para hacer algo de experiencias, de viajes, pero si yo no voy a hablar de cocina no puedo aceptarlo. Y después, el otro límite es que lo mío es cocina en el sentido de servicio más que de entretenimiento. No haría algo como “¿quién comió más hamburguesas?” por más que tenga que ver con la cocina. Yo trato siempre de que haya algo que pueda enseñar.
-Hay algo en tu tono y en tus recetas que logró que muchísima gente sintiera que iba a poder cocinar algo rico y hasta para lucirse sin que le resultara especialmente difícil. ¿Cómo dirías que lograste esto?
-No es muy pensado y sí creo que yo cuento con una ventaja frente a muchos cocineros y es que no soy cocinera. Y para hacer un producto que llega a todo el mundo eso es una ventaja. Porque las cosas en las que se equivoca alguien que no es cocinero yo no digo que me pasen a mí todos los días porque mentiría, cocino bien, cocino todos los días, pero sí me pasaron y me pueden volver a pasar. No fui a una escuela ni me pasé un montón de tiempo estudiando cocina. Entonces yo sé qué le puede pasar al que está del otro lado, que quiere hacer un glasé y se pasa de jugo de limón. Lo sé porque me ha pasado.
-¿Y si no sos cocinera…?
-Cocino.
-En Argentina, y también otros países, sabemos que algo grande pasa con alguien cuando alcanza con su nombre de pila para saber de quién estamos hablando. Por ejemplo, Diego. Y por ejemplo también, Paulina.
-Ay, no, no lo había pensado. Es verdad. No lo había pensado. Es enorme.
-¿Qué te pasa con eso?
-Bueno, lo primero que me pasa es que de verdad no lo había pensado. Entonces, de alguna manera, me acabo de enterar. Y, en general y respecto de eso de haberme vuelto alguien que cumple más o menos esas características que decís, diría que el 50% de eso no lo entiendo sencillamente porque estoy adentro de mi cuerpo y no del que me pone en ese lugar, entonces es imposible entender del todo cómo es para el otro. Del 50% que queda, te diría que hay una mitad que no tenés que dejar que te mueva la aguja del todo, que es cuando dicen cosas como “sos una capa, sos todo lo que está bien” y también cosas como “mirá la boludez que hizo, qué pelotuda”. No hay que agarrarse de esas cosas porque hay exageraciones para bien y para mal.
-¿Y el 25% que queda?
-Eso es para mí lo enorme, lo grosísimo, lo gigante gigante gigante que es para mí sentir que estoy haciendo algo que tiene que ver con la cocina. No tiene que ver ni con la fama ni con trascender, tiene que ver exclusivamente con la cocina. El día que yo entendí que le estaba enseñando a cocinar a toda una generación de gente, o a varias, a un bloque muy muy grande de gente, me pareció enorme y me cagué toda. Siempre fui igual de responsable con el contenido pero dimensionar eso me hizo sentir que estaba haciendo algo grande de verdad.
Algunas décadas antes de ser Paulina Cocina, preparaba ensaladas con hojas que arrancaba de los limoneros para jugar a que cocinaba. Después estudió Sociología y algo de eso subyace cada vez que mira los datos duros de sus publicaciones, que son los que sirven para intentar entender a su audiencia. Mira mucho las Views, es decir, la cantidad de vistas que tienen sus publicaciones, pero también presta mucha atención a los Guardados. “Que alguien se guarde un video para ver después es porque, además de entretenerse, sintió que algo de eso le iba a servir para más tarde. Esa es para mí información muy valiosa respecto de mis plataformas”, cuenta.
-¿Sigue habiendo una mirada peyorativa respecto del trabajo que implica la creación de contenidos para redes?
-Creo que eso se fue desarmando cada vez más. En un momento era un prejuicio súper potente, “ay, vos hacés videítos”, y todavía hay quienes lo miran desde ese lugar, pero en este momento tal vez si mirás así te estás perdiendo por ejemplo de anunciar en los lugares más potentes que hay en este momento, de hacer un negocio que puede ser exitoso. Si lo desvalorizás, te estás perdiendo algo grande. No pasa nada, ya no nos afecta.
-¿Creés que en algún momento puede explotar la burbuja que hace que todos estos canales y estas plataformas crezcan?
-No, no va a pasar. Puede que caiga una red y se imponga otra. Pero salvo que haya algo así como una catástrofe vigilante y nos quedemos sin internet, no va a pasar. Mientras la gente siga consumiendo internet va a seguir habiendo gente que produzca, y mientras haya público masivo habrá trabajo. Es así de sencillo.
-¿Podés cocinar sin pensar en que eso puede ser material para tus redes?
-Me cuesta mucho cocinar y no grabar. Un montón. Si veo que hay buena luz, por ejemplo, me parece un desperdicio no grabar. Y si no hay buena luz me cuesta cocinar algo rico porque me pierdo la chance de grabar. Entonces me organizo para tal vez grabar un poco, aunque sea la comida que voy a preparar para mis hijos al mediodía, siempre dándole una vuelta nueva para que tenga valor. Tengo de eso, más espontáneo, y también tener la de ir al estudio, contratar luz, contratar cámara y grabar cinco videos en un día.
-La última: ¿qué ingredientes llevan Paulina Cocina y toda su producción? Contame como si fuera una receta.
-Mmm, a ver… Bueno, para empezar, absurdo. Un 30% de absurdo. Después, 20% de acidez. ¿Estamos en 50, verdad?
-Sí.
-Espontaneidad 20%. ¿Y cómo se llama cuando entendés al otro, lo que necesita, lo que le puede hacer falta?
-¿Empatía?
-¡Empatía! El 30 que queda es empatía.
Paulina sabe de qué está hecha. Mezcla todo eso cada vez que publica un nuevo video que verán miles y miles de personas para aprender algo que no sabían y pasarla bien mientras aprenden y pasarla bien mientras comen eso que prepararon. Miles y miles de personas a las que les alcanza una palabra para nombrar un universo.