¿Cómo ve la sociedad actual Mariana Enriquez? ¿Cuánto tiene que ver el género de terror con el realismo? Según la celebrada autora argentina, que acaba de publicar Un lugar soleado para gente sombría, la época en la que vivimos tiene “un problema con la verdad y la realidad, y las grandes narraciones de terror, como El proceso de Kafka, tienen que ver con que las cosas no son lo que parecen, y ahí se abre una quiebra en la realidad”.
En esta nueva colección, que reúne doce cuentos, Enriquez explora los miedos y monstruosidades que se esconden en la realidad más cotidiana. Su prosa fue comparada con las grandes voces del terror moderno como Stephen King, a quien le reconoce que “supo entender que el terror ya no venía del espacio exterior o del trastornado social, como pasaba con Horacio Quiroga o con R.L. Stevenson, o con la literatura de extraterrestres”.
Y sigue para señalar dónde se encuentra la clave del género hoy: “El miedo estaba en una escuela con una chica a la que hacen bullying y que con el poder de su mente acababa con sus agresores”.
Los miedos que explora Enriquez en sus relatos son tan diversos como universales: “El terror que escribía cuando era muy joven nada tiene que ver con el que hago ahora, porque a los 50 años aparecen cada vez más miedos, entre ellos la menopausia”, señala la autora, quien recoge estos nuevos temores personales en el cuento “La metamorfosis”.
Es que los relatos incluidos en Un lugar soleado para gente sombría, Enriquez escribe sobre el mal que acecha y los monstruos que surgen en la realidad más cotidiana, por ejemplo, en grandes ciudades como Buenos Aires o Los Ángeles o en pequeños pueblos recónditos.
Miedos argentinos
Enriquez considera que Argentina es una fuente de material inagotable para explorar los miedos colectivos. En “Mis muertos tristes”, el primer cuento del volumen, los desaparecidos de la dictadura se convierten en una suerte de espectros que acechan la realidad. Y otro de los temas que surgen para hablar del país es su nuevo presidente, Javier Milei.
“Milei no es un marciano”, advierte la autora de Nuestra parte de noche y continúa: “Había unas condiciones de hartazgo de la población muy peligrosas que la política no supo contener ni quiso verlo y eso dio lugar a que la gente tomara la decisión maximalista”. A su vez, reconoce que ella no sentía “esa desesperación que tenía la gente” con los gobernantes precedentes, con los que tampoco estaba de acuerdo.
En un mundo amenazado por crisis climáticas y distopías, Enriquez reconoce que está ganando terreno el llamado “ecoterror”, aunque admite que no le interesa demasiado. Sin embargo, este nuevo subgénero alimenta la proliferación de ficciones distópicas y su consumo masivo en las series de televisión.
¿Por qué tiene tanto éxito el “true crime”? Según la escritora argentina, ese género es “un intento individual y racional de llegar a la verdad”. Relacionado a ello, otro de los relatos de Un lugar soleado para gente sombría está basado en la historia real de una chica desaparecida en un hotel de Los Ángeles, investigado por una periodista, cuyas espeluznantes imágenes recorrieron Internet.
Ya sea el miedo al pasado, a la enfermedad o al envejecimiento, Enriquez logra capturar las ansiedades más profundas de nuestra época con una prosa inquietante y cautivadora. “Nuestras conversaciones han pasado de tratar sobre películas, lugares para tomar algo, comida o política, a hablar sobre pruebas médicas, operaciones; y eso también lo trata en algunos cuentos”, comparte.
Además de la influencia de King, en el libro existe un eco de Thomas Ligotti, “un escritor de terror, que destila un miedo tipo Black Mirror, que te hace sentir en un lugar desconocido y que entró en la cultura popular gracias a True Detective, donde muchos diálogos fueron extraídos de la obra de Ligotti”, dice Enriquez.
Con Un lugar soleado para gente sombría, Mariana Enriquez se consolida como una de las voces más potentes y originales del terror contemporáneo. A través de sus relatos, nos recuerda que los verdaderos monstruos no habitan en mundos lejanos, sino en los rincones más oscuros de nuestra propia existencia.
Con información de EFE.