Habrá que madrugar (mucho) o trasnochar para ver en vivo la ceremonia de canonización de María Antonia de Paz y Figueroa que el papa Francisco encabezará este domingo en la mañana de Roma. Será a las 4 de la mañana, según la hora de Argentina, y cuando termine, el país tendrá a su primera santa: Mama Antula.
Hubo que esperar para que esta canonización llegara: alcanza con decir que el proceso de beatificación empezó hace más de un siglo atrás, en 1905. “Jorge Mario Bergoglio -desde marzo de 2013, el papa Francisco- hizo mucho para que todo esto tomara nuevo impulso luego de que el proceso se quedara quieto. Ese impulso permitió primero la beatificación, que fue en 2016, y luego la canonización de nuestra primera santa”.
Quienes se entusiasman para hablar de Mama Antula son la escritora italiana Nunzia Locatelli y su par argentina Cintia Suárez: juntas son co-autoras de cinco libros sobre la vida y la obra de María Antonia de Paz y Figueroa. Esa mujer del siglo XVIII que hoy concentrará buena parte de la atención de los argentinos cuando, del otro lado del Atlántico, en el Vaticano, se lleve a cabo la ceremonia que la consagre como santa: se espera la presencia del presidente Javier Milei.
“Seguramente merecía antes este reconocimiento, pero nos quedamos con que el mejor tiempo es el presente. Ya en vida Mama Antula daba signos de ser una mujer increíble: a su alrededor sucedían hechos inexplicables como la multiplicación de la comida y la modificación de las sustancias, atributos de los santos”, describen las autoras de Mama Antula. La primera santa de Argentina, apenas uno de los cinco libros que dedicaron a quien, entre otras cosas, es considerada la primera escritora rioplatense.
¿Qué otros logros de los que quedan en los libros de historia cuenta María Antonia de Paz y Figueroa en su haber? En vida, tal vez este sea el más importante: se estima que ofreció la práctica de ejercicios espirituales a unas 70.000 personas en su peregrinar. Y lo hizo poniéndole el cuerpo a sus convicciones. Cuando la Corona de España expulsó a los jesuitas de sus virreinatos en América, Mama Antula decidió caminar descalza por ese territorio sosteniendo un estandarte que identificaba a esa compañía religiosa y, sobre todo, predicando sus ejercicios espirituales, que habían sido prohibidos. Caminó unos 4.000 kilómetros en esas condiciones.
“Defendió en tiempos de prohibición lo que era su convicción y también su mundo espiritual. Verbalmente y también con el cuerpo”, describen las autoras. Hablan de una mujer que nació en Silípica, Santiago del Estero, en 1730, y murió en Buenos Aires en 1799. Para ese entonces ya había fundado la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires, que hoy es monumento histórico, y ya había entrado en contacto -para intercambiar sobre cuestiones espirituales pero también sobre política- con figuras como Cornelio Saavedra, Azcuénaga y Alberti. Faltaba poco para que fueran protagonistas del proceso revolucionario que desencadenó la independencia argentina.
Para poder saber todo lo que saben sobre María Antonia de Paz y Figueroa, Locatelli y Suárez viajaron a su tierra natal, en Santiago del Estero, revisaron archivos a lo largo y a lo ancho del mundo, y tuvieron suerte -ellas dirán que fue “un hallazgo casi milagroso”- en el Archivo di Stato di Roma. Visitaban la capital italiana para asistir a la canonización de Juan Pablo I y, en plena revisión del archivo, dieron con una funcionaria de esa institución “muy interesada en el tema beatas”, según la describieron en 2023 cuando presentaron una de sus investigaciones en el stand de Leamos - Bajalibros en la Feria del Libro de Buenos Aires.
“Nos guió mejor dentro de un material que ya habíamos revisado, nos ayudó a encontrar una pista y así encontramos un tesoro”. Ese tesoro fueron cartas escritas de puño y letra por la propia Mama Antula: “Lo más impactante de haber encontrado esas cartas, ahora que ya fue aprobada su canonización, es pensar que tuvimos en nuestras manos las reliquias de una santa. Es impactante y sobre todo emocionante. A la vez, poder ver de su puño y letra sus preocupaciones, lo que pensaba y sentía, la fuerza con la que sostenía los ejercicios espirituales, que eran una actividad prohibida en ese momento, fue un hallazgo casi milagroso”, reconstruyen las especialistas.
Ni ser la primera escritora rioplatense, ni fundar la Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires ni tampoco caminar descalza a lo largo de 4.000 kilómetros le alcanzaron a Mama Antula para ser la primera santa argentina. Para que eso ocurriera, el Vaticano tuvo que dar por probados dos milagros vinculados a ella.
“Se necesitan dos milagros para canonizar a un candidato a santo. El primero fue en 1905, en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales. La hermana María Rosa Vanina había sido desilusionada por los médicos: le dijeron que padecía una infección generalizada en todo el cuerpo y que su único camino era ir a su casa a morir. No había penicilina en ese entonces, entonces no había tratamiento”, repasan Locatelli y Suárez.
Y suman: “La superiora de la Santa Casa sugiere en ese momento iniciar una novena rezando a Mama Antula. Las hermanas empezaron la novena y María Rosa Vanina empezó a mejorar. Tanto que llamó la atención de los médicos tratantes, que informaron sobre la recuperación al Vaticano”. Ese antecedente implicó la apertura de la causa de beatificación: el milagro fue verificado por la Santa Sede en 2016 y Mama Antula se convirtió en beata.
Pero al año siguiente hubo más noticias. “Claudio Perusini, un docente jubilado de Santa Fe, fue internado en el hospital público Cullen en 2017. Llegó allí porque empezó a sentirse muy mal, se descompuso y le diagnosticaron un ACV muy severo, similar al que padeció Gustavo Cerati”, explican las autoras de Mama Antula. Una mujer empoderada en el Buenos Aires colonial.
“En el hospital le dicen a la esposa de Claudio que no había nada para hacer por él y le entregaron su ropa y su alianza. Le dijeron que venían horas decisivas. Unos días después llega un amigo de Claudio a visitarlo y pone en el monitor de la terapia intensiva una estampita de Mama Antula. Y le propone a la familia rezar para que Mama Antula hiciera un milagro para Claudio. Se inicia la novena, hubo muchas personas rezando en simultáneo, y entonces Claudio empieza a mejorar, a recuperarse. Fue lento pero sucedió, y entonces una vez más los médicos informaron esta curación al Vaticano”.
Lo que siguió fue un peritaje -”muy estricto y riguroso”, en palabras de las especialistas- a través del cual el Vaticano confirmó que se trataba de una “curación milagrosa”. Con dos milagros confirmados por la Santa Sede, se dio lugar a la canonización de aquella santiagueña que caminó sin descanso, guiada por sus convicciones y por sus creencias, sin que ninguna prohibición oficial pudiera detenerla. Esa rebelde que este domingo se convertirá en la primera santa argentina.