¿Qué tienen en común la comida y el sexo? Que se disfrutan, que dan placer. Es la premisa del libro de María del Mar Ramón, una escritora colombiana que no duda en señalar que son placeres humanos a los que todos deberíamos tener acceso, pero no es así. A las mujeres se nos enseñó a reprimir y sacrificar el placer por la imagen pulcra y la estética.
La autora de Coger y Comer sin Culpa viene y cuenta sus vivencias con la comida, la masturbación, el sexo y la palabra pública, pero resulta sensato darse cuenta que lo que María del Mar plasmó en su primer libro, escrito en 2018, habla sobre una experiencia colectiva que las mujeres de diversas latitudes y corporalidades hemos vivido.
En entrevista con Infobae, María contó que el reencuentro con su libro (publicado por primera vez en 2020 en otros países de Latinoamérica) fue un gusto genuino que la llevó a recordar lo enojada que se encontraba en ese momento porque aunque el movimiento feminista ya tenía un camino recorrido, el discurso vigente en aquel entonces era el del amor propio.
“Estaba sobre todo frustrada con la idea de que ahora ser feminista también me imponía una serie de normas, que me empezaron a aparecer como una trampa, sobre cómo debía sentirme: ‘bueno, pero si tú eres feminista, ¿cómo te vas a sentir mal con tu cuerpo? Y si tú eres feminista, si tú eres feminista’ De repente hubo una nueva imposición que en ese momento me empezó a a resultar muy pesada”, cuenta María del Mar Ramón.
Sin tapujos, sin tabúes. María escribe sin recato sobre cómo es que se nos enseña a mentir y callar; y una vez aprendido, las mujeres continuamos en ese repetido patrón, ahora autoinfligido. Y es por eso mismo que la escritora no posa en el papel. “Tampoco vine a decirle a nadie, cómo se tiene que sentir, sino que lo que quiero escribir en este libro es un poco un abrazo y una sensación de ‘bueno, esto también nos pasa a todas’”.
El problema es que... ¿la culpa es tuya?
¿Cuál es el vistazo sobre el manejo de estos temas en la sociedad actual?
No hemos encontrado una solución a este problema. Quizá ahora se siente un poco más fuerte por la masividad de las redes sociales, pero no es un fenómeno. Me preocupa como los feminismos a veces son cooptados por unos discursos neoliberales de la autoayuda. “Siéntete bien. Disfrútate a ti misma. Tienes que quererte, tienes que amarte”. Y ese es un verdadero obstáculo porque eso vuelve a poner el foco en que el problema es que “tú no te estás esforzando lo suficiente” y que la culpa es tuya y eso no es así. Yo no tengo la respuesta, no tengo la solución pero no me voy a venir a sentir mal porque todo el mundo hoy nos dijo que nos teníamos que sentir de esa manera y ahora además ¿es culpa nuestra? Sobre todo hay que pensar y reflexionar mucho sobre esas imposiciones y sobre esa forma de contar nuestras ideas feministas, que son tan potentes y que han sido verdaderamente tan revolucionarias, por esta cosa que es un poco más barata y más sencilla de la autoayuda y de cómo debe ser una vida para nosotras.
“El odio a mí misma no es genético, me lo enseñó la sociedad”
En el libro hablas en diferentes ocasiones que “lo personal es político”, pero ¿por qué es a través de la comida y el sexo que estas vivencias se vuelven una forma de control?
Supongo que que con los años también he pensado más sobre esta idea o me he distanciado más sobre esta idea y también lo lo abro como a pregunta, pero en ese momento estaba muy convencida de que una forma eficiente de ejercer control sobre los cuerpos de las mujeres, sobre todo para sostener un sistema que necesita que nosotras seamos solo materia de reproducción de la mano obrera de esta sociedad capitalista, (me puse muy compleja, perdón), es alejarnos del placer y ponerlo siempre como una idea muy distante. Y el placer es algo que está muy cerca, más cerca de lo que hemos tendido a pensar. Por un lado, la sexualidad como la hemos entendido o como como nos enseñaron (que era únicamente heterosexual, penetrativa, cis) es un espectro muy corto; es muy chiquito pensar que la sexualidad es solo eso. La sexualidad son un montón de prácticas, de ámbitos, es una relación que tenemos y ejercemos con nuestro propio cuerpo y con el cuerpo de otras y otros. Y creo que esas formas de alejarnos de los placeres mundanos, vulgares y populares de la vida son también y han sido una forma de ejercer control sobre nuestras corporalidades.
Con el tema de la alimentación, pues en parte es un negocio millonario debido a esta idea tan aspiracional siempre de que tu cuerpo está en constante incompletitud, que tu cuerpo está en constante falta; nunca es suficiente, nunca llegaste a donde es. Siempre hay una nueva imposición y no es igual para las corporalidades que se salen de lo que conocemos como hegemónico. Aunque todas las mujeres estamos castigadas por estos parámetros de belleza, la verdad es que las mujeres que son gordas, las corporalidades trans y todas las mujeres de diversas corporalidades no sólo nunca son suficientes, sino que “no deberían existir en en esta sociedad”. No puedo tolerar que nos tomemos con liviandad que las personas digan, que el sistema de salud diga, que las personas gordas por el hecho de vivir están haciendo apología a la obesidad. Es una barbaridad, es cruel. Es un sistema cruel y es un sistema que todavía no hemos reparado del todo. A pesar de que cada vez hay más visibilidad de cuerpos gordos en las campañas publicitarias incluso en el cine y en nuestros consumos culturales, la sociedad es muy cruel con la con la gordura y es un ensañamiento dolorosísimo que es muy difícil de desarmar.
Nunca somos suficientes
María del Mar Ramón, con un tono de impotencia e incredulidad, insiste en que el sistema cada vez pone en el camino nuevas configuraciones públicas que nos hacen sentir esa insuficiencia e inconformidad con nosotras. Y una vez más recalca que también hay detrás una configuración industrial y económica.
“Ahora estamos con el tema del skincare. Me veo a mí misma poniéndome diferentes sueros y como muy preocupada porque ahora también debo tener una piel perfecta, ya no con maquillaje, sino que debe ser perfecta en modo natural. Yo no me creo inmune. Apenas lo puedo señalar y decir no estamos solas y es una mierda”.
La escritora nacida en Colombia además comenta que estos discursos positivos, que vienen desde un no reconocimiento del privilegio (ya sea económico, físico, social, etcétera), esgrimen mensajes de “amor propio” sin tomar en cuenta que las corporalidades gordas son excluidas de la sociedad al no contar con servicios básicos de vestimenta o de salud.
“No solo dicen ‘mírame, yo me amo’, si no, ‘mírame yo me amo y el problema es que tú no te amas’, O sea, aunque tú no encuentres ropa en ninguna tienda, aunque vas al médico y el sistema de salud te tortura y es cruel contigo, y ni siquiera te toman los análisis que te tienen que tomar porque tú como persona gorda llegas a un médico y la gente lo primero que te dice tienes que bajar de peso. Un análisis de sangre no pasó por ahí. Entonces no es igual y no es lo mismo la manera en la que el mundo se comporta con algunas corporalidades que con otras y cómo estamos tendiendo a usar los mismos mensajes que se arrastran desde hace años pero con diferente máscara”.
Lo personal es político
Si hasta ahora las mujeres se han identificado con las palabras de María, si hasta este punto las lectoras han pensado “es cierto, así me siento” no es una casualidad. Si bien cada una vive de maneras distintas, el punto en común es la violencia en sus diferentes formas, en este caso sobre la estética y la corporalidad, como sobre la sexualidad propia y en pareja.
No es casualidad porque como bien lo enuncia la autora, lo personal es político. Todos esos sentires se vuelven colectivos porque son formas de represión sistemática que han desencadenado síntomas diversos en las mujeres: dismorfia, trastornos de la conducta alimentaria, el no goce de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Y el silencio.
Hablas de cómo a las mujeres se nos enseña a guardar silencio, para no poder decir qué nos gusta y cómo nos gusta.
En el momento en el que yo escribí el libro, la palabra pública era algo muy valioso y que rompía mucho con esa imposición del silencio en todos los ámbitos. Para las mujeres es más difícil tomar la palabra pública. Hoy en día creo que que me gustaría que no solo fueran las mujeres quienes tomarán la palabra pública, sino que fueran las mujeres afro, las mujeres racializadas, las mujeres gordas las mujeres trans. Porque también el sistema tiene una trampa en la que decide que deja hablar a ciertas personas; vaya, yo no dejo de ser una chica blanca de la clase media escolarizada. Creo que en ese momento y durante todos estos años, hablar y ocupar la la palabra pública es un gesto muy trascendental para nosotras, para poder narrar también las injusticias que se han cometido contra nuestros cuerpos. Hoy en día, yo creo que solo hablar no es suficiente. Tenemos que pensar dentro de nuestras colectividades que tenemos que discutir más, pensarnos más como colectivo, esto en términos un poco más políticos que también son los íntimos, pero estos son los políticos públicos. Tenemos que pensar cuáles son nuestras nuestras estrategias con respecto a la palabra. (...) Yo no lo tengo resuelto, pero es una pregunta interesante. ¿Hacia dónde va esta denuncia pública?, denunciamos públicamente y ¿cuál va a ser nuestra forma de justicia? ¿cuál va a ser nuestra forma de reparación? ¿hay una forma de reparación?
Hablar hace el 80% del trabajo en el sexo
En los capítulos del sexo y la masturbación desglosas un poco más el tema de esta “cultura del silencio”
Es que es especialmente ridículo. Si pensamos, relacionarse con otra persona necesita que tú le digas que no te gusta y que te gusta y eso te facilita el 80% del trabajo. No es poco lo que se resuelve solo hablando y con el uso de la palabra. Creo que no es un pensamiento que afecte solo a las mujeres, sino también a los hombres. Yo creo que que nuestra relaciones sexuales heterosexuales vendidas así como que “lo sexy es el silencio” es algo que ha ido en detrimento del placer de todos y todas y que hay que empezar a desarmar y por eso a mí me me ha resultado una buena práctica iniciática en ese sentido el sexting porque si no tenemos el cuerpo, lo único que tenemos para calentarnos, pues es la palabra y a partir de eso también uno va construyendo lo que le gusta, lo que no le gusta y va dejando la vergüenza de planteárselo a otro. Para el placer es fundamental, es muy importante explorar la verbalidad como una práctica sexual en sí misma. Decir que te gusta algo no es una promesa de futuro, sino en sí una práctica sexual, y no necesariamente lo que sucede en el sexo es lo que sucede de manera corporal. (...) También otro de los términos en disputa más interesantes que hay en este momento es el tema del consentimiento y yo no lo tengo resuelto tampoco, pero sí creo que relaciones sexuales que sean verbalmente más abiertas da pie a formas más sencilla de pensarnos. No digo que con esto se acabó el error del consentimiento, no se acabaron los problemas en los que “no interpretamos bien el consentimiento”, en absoluto, pero sí creo que eso nos acerca un poco más a la idea de que ambas partes consientan y de que ambas partes negocian y sin duda nos acerca más a relaciones sexuales más placenteras.
Amor romántico y amor propio
¿Por qué es necesario derrocar o acabar con estas ideas del amor romántico y del amor propio?
Creo que porque vamos a hacer más libres mientras no tengamos una idea prediseñada de cómo deben ser las cosas. Las maquetas genéricas y estos mapas de ruta de cómo deberíamos ser, cómo deberíamos sentirnos, cómo deberíamos existir, cómo deberíamos amar, son cuestiones que tenemos que desarmar. El problema es que no tenemos un nuevo mapa de ruta y esto es una verdad y ante esto nos enfrentamos, ante la incertidumbre de ir construyendo sobre la marcha. Yo no sé cómo son las relaciones idóneas y con ni siquiera sé lo que es la responsabilidad efectiva y es un término que usamos todos los días y nadie lo tiene lo suficientemente, claro, es es una maraña, es subjetivo es complejo. Lo único que sé es que relacionarse de buena fe en buenos términos y procurando la menor cantidad de crueldad posible y la mayor honestidad sobre lo que queremos es algo importante. Si lo pensamos, es más cómodo. Yo creo que que debemos desarmar todo, pero yo no puedo prometer una respuesta, a cómo tenemos que armarnos y ahí es el desafío complejo y por eso por eso yo creo que que una se siente mucho más cómoda cuando le dicen en una plaquita de Instagram cómo tiene que ser para alcanzar la felicidad, que es esta idea que nos rodea y nos intoxica todo el tiempo. Es esta imposición que tenemos de ser felices y tenemos que amarnos y tenemos que estar cómodas con nuestra piel y tenemos que tener una pareja poliamorosa, pero no tenemos que sentir celos porque está mal. Es muy agotador y también es, entiendo, lo más sencillo, cuando te dan una instrucción. Para mí no. Hay que arriesgarse y hay que tener la presencia en la comunidad y en estas buenas prácticas como bien intencionadas también entendiendo que pueden fallar, también entendiendo que podemos ser crueles con otros y otras y que lo que nos hace humanos y y lo que nos hace pensarnos son las oportunidades para tratar de mejorar esas prácticas y discutirlas todo el tiempo.
Feminismo y nuevas masculinidades
Pasaron varios años desde que escribiste y publicaste el libro por primera vez. ¿Cuál es tu panorama general?¿Hacia donde ves que hemos caminado?
Estoy observando apenas, pero quizás es bueno que nuestras prácticas políticas también se pregunten cómo podemos contener y cómo podemos dialogar con personas que piensan totalmente distinto a nosotros eso era algo que yo no creía en ese momento y yo creía que que nuestra conversación tenía que ser blindada y que nuestra conversación tenía que ser hermética y que nuestra conversación tenía que ser muy impositiva, creía que no teníamos que enseñarle a nadie y que los hombres tenían que googlear e investigar por su cuenta. Aunque estoy en desacuerdo hoy en día , hay un ensayo que me gusta mucho que se llama Las feministas no somos las responsables de enseñarles a los hombres, pero hoy en día creo que que el feminismo es un movimiento político y que los movimientos políticos tienen que persuadir. Nosotras no podemos olvidar la persuasión, no podemos olvidar el diálogo y no podemos dejar de escuchar lo que pasa del otro lado y lo que pasa con las experiencias de los hombres (...) Yo sé que parece que estamos cansadas de escucharlos, que los escuchamos todo el tiempo, pero hay un discurso de los hombres y de su sensibilidad cuando se enfrentan a nuestros espacios feministas que es valioso y es bueno. Las masculinidades no han permitido que la sensibilidades afloren. ¿Cómo podemos también dialogar con eso sin que nuestros espacios sean cooptados por las masculinidades heterosexuales? Ese es un desafío interesante para pensar y creo que ahí está una de las cuestiones que en estos cinco años de la publicación del libro más ha cambiado.
Literatura latinoamericana, IA y redes sociales
María del Mar Ramón habló también sobre el panorama actual de la literatura en América Latina y ve bien el camino. No solo resaltó la reducción de esta creencia de que solo es literatura lo que se escribe en España o lo textos de autores míticos de Latinoamérica, sino que los espacios ahora están más abiertos a nuevas generaciones así como a nuevas autoras.
Asimismo, reconoce la lucha que han encabezado las editoriales independientes que han permitido este nuevo reconocimiento de publicaciones, textos y autores.
“A mí me impresionaron novelas del año pasado como como Limpia de de Alia Trabucco Zerán, Solo un poco aquí, de María Ospina Pizano, me pareció una cosa impresionante. Todo lo de Juan Cárdenas, que es compatriota, que es algo como muy refrescante y ya son escritores muy de renombre. La única pregunta que sobrevuela es ¿de qué vivimos los escritores? Y ahí creo que queda un desafío importante para que sean trabajos mejor remunerados, pero que eso al mismo tiempo no encarezca los libros y como acercarnos más ámbitos populares. Yo siempre creo que la literatura la latinoamericana en cualquiera tiene que tiene que alejarse de estos púlpitos intelectuales y me parece, pues que eso eso va muy de la mano con una cuestión de de ingresos y de precio de los libros y y de acceso”, destacó la escritora.
Aunque la autora de Coger y Comer sin Culpa no considera que la literatura tenga aún una amenaza latente en la inteligencia artificial, si piensa que hay una cosa más cotidiana que está afectando el trabajo de las y los escritores: las redes sociales.
“No siento que la literatura esté amenazada por los algoritmos porque creo que la literatura tiene rasgos mucho más particulares que solo contar una historia; no creo que sean competencia para la literatura las historias de Wattpad y los fanfics. Eso está bien, está bien que la gente siga leyendo sobre Harry Potter o cualquier personaje o personalidad popular y las infinitas posibilidades que hay sobre ellos. (...) Yo creo que las personas se acercan a nuestros libros, no sólo por la historia que cuentan, sino por la forma en la que la cuentan, la perspectiva que tienen y un uso del lenguaje que es inimitable. Seguro puede ser mejorado seguro, pero es justamente en su falibilidad en lo que hay mucha belleza”, aseguró María del Mar Ramón.
Y continuó: “Sí me parece la amenaza principal o me parece una amenaza la forma en la que las tecnologías han intervenido en nuestra producción literaria en cuanto a que ahora los autores también tenemos que vendernos en redes sociales también. Tenemos que tener presencia en redes sociales y tener un montón de trabajo fuera de lo que solo es escribir para no sólo para vender libros, sino incluso para entrar en unos diálogos y para ser reconocidos y eso me parece como un fenómeno más interesante porque habla también de una precarización laboral que tenemos, que es tremenda porque no sólo publicamos libros, sino que los tenemos que promocionar y tenemos que hablarle a cámara en nuestros Instagram. Eso nos agota muchísimo y yo ahí creo que hay algo a revisar”.
Como parte de su publicación por primera vez en el país, María del Mar Ramón tendrá diversas presentaciones en Ciudad de México en Librería U-Tópicas (16 de febrero, 6:00 pm), Lopa Librería (21 de febrero, 6:00 pm), Librería Impronta (22 de febrero, 6:00 pm), Librería el Traspatio(23 de febrero, 6:00 pm), Librería Pessoa (24 de febrero, 5:00 pm), Librería La Increíble (29 de febrero, 7:00 pm) así como en la Feria del Palacio de Minería (7 de marzo, 12:00 pm).
El libro Coger y Comer sin Culpa se presenta en México para acercar a las mujeres al nombramiento de varios sucesos que ocurren cotidianamente.