El 2 de febrero de 2024, Juan Gabriel Vásquez fue oficializado como miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, en el Instituto Caro y Cuervo, en el centro de Bogotá. La postulación de Vásquez, ganador del Premio Alfaguara de Novela en 2011 por El ruido de las cosas al caer, la hizo el periodista, escritor y también académico Daniel Samper Pizano.
El director de la academia, el abogado Eduardo Durán Gómez, ponderó la obra de Vásquez, en la que confluyen el cuento, la crónica, la columna de opinión, la poesía, la biografía y la novela: “Es un escritor que está en la capacidad de ofrecernos un recorrido intelectual que lo ha consagrado como un autor mucho más allá de las fronteras. De sus líneas ha sabido deslucir talento, significado sustancial y proyección en el horizonte de la expresión escrita”.
Luego de recibir el diploma que lo acredita como miembro correspondiente de la academia, Vásquez, además de agradecer el homenaje, hizo una disertación sobre “las batallas de la lengua: aventuras de la novela en español”, en la que reparó en la importancia de la novela moderna y la ficción en la evolución del español, y en que la Academia Colombiana de la Lengua haya abierto la puerta a recibir novelistas, algo que calificó como un “acierto profundo”.
“Este riesgo es un acierto profundo, pero se trata de un riesgo porque la ficción ha vivido en tensión con la lengua que la hace posible. La invención de la novela moderna es de una importancia enorme. Esa invención tuvo lugar en nuestra lengua, que es fuente de preocupaciones y batallas de esta academia, tanto como lo es de las mías”.
La novela también fue el centro del discurso de Daniel Samper Pizano con el que, como ordena el reglamento de la academia, contestó al de Vásquez. En su intervención, el veterano periodista destacó que la institución se abra al presente y reciba a una nueva generación de académicos, aunque lamentó que hay pocas mujeres en la academia.
“Respetuosa de su pasado, esta casa quiere asomarse al presente. Por eso intentamos sumar a hombres y mujeres de valía intelectual dispuestos a enaltecer nuestra lengua”, dijo Samper, que un día antes, en W Radio, había advertido que Vásquez tiene ideas “muy interesantes” sobre el origen de la novela en español, pues cree su aparición se dio 50 años de la publicación del Quijote, de Miguel de Cervantes.
La importancia de las palabras y el lenguaje: una preocupación de Vásquez
Desde el primero de febrero de 2024, cuando se supo que Vásquez iba a ser nombrado miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, el escritor habló sobre cómo se enteró de su postulación, la importancia de las palabras y el rigor en el uso del lenguaje, como un elemento fundamental para la convivencia, para la democracia.
En Caracol Radio, Vásquez contó que cuando Daniel Samper Pizano le pidió su opinión sobre la postulación, además de reconocer el gran honor que le iban a hacer, le preguntó “si estaban absolutamente seguros. Si no se iba a arrepentir de meter novelistas”, pues dijo que estos “han vivido siempre en tensión, en desacuerdo, conflicto con la academia. Las novelas, poesía y la escritura creativa llevan la lengua a un límite que con frecuencia viola sus preceptos y rompiendo las reglas de la gramática y la sintaxis”.
Luego advirtió su preocupación con que “cuando las lenguas se deterioran, también se deteriora nuestra convivencia, nuestra democracia. Cuando las lenguas sirven para decirlo lo que no es, para mentir y engañar y se distorsionan, y cuando dejamos que sean manipuladas hay consecuencias sociales y políticas”.
En Noticias Caracol, en la mañana del 2 de febrero, antes de la ceremonia en el Instituto Caro y Cuervo, Vásquez señaló que “asistimos a una especie de decadencia, en Colombia, de nuestra relación con el lenguaje, sobre todo en los ámbitos públicos, los ámbitos del periodismo, de la política, maltratan constantemente la lengua”.
También apuntó cómo “ya no se puede, prácticamente, abrir un medio de comunicación en Colombia sin encontrar errores de ortografía, de construcción de sentido, que antes no se daba” y en que la clase política, en parte, es parte culpable de esa decadencia en la relación con el lenguaje, pues constantemente maltratan el idioma.
“Hemos bajado de nivel, sí. Creo que nuestra clase política también es culpable, con mucha frecuencia, de maltratar el idioma, de maltratar la dicción, y hemos dejado atrás esas épocas en las que uno podía oír, con gusto, el discurso de alguien con el que estaba en absoluto desacuerdo, solo por oír cómo trataban las palabras”, sentenció Vásquez.
Su labor como académico
La Academia Colombiana de la Lengua fue la primera que se fundó en América, en el siglo XIX, convirtiéndose en un modelo para las demás academias que empezaron a aparecer en todo el continente después de 1870 y durante el siglo XX.
La labor de la academia, contrario a lo que se piensa, no es crear palabras ni determinar, como una inerte norma, el correcto uso del español, es ir detrás del lenguaje, dos pasos atrás para estudiar cómo la gente habla y escribe, cómo cambia el uso de las palabras o la evolución en su definición, pues tampoco son estáticas.
Vásquez, en Caracol Radio, advirtió la disputa que hay en el lenguaje en medio de los debates sobre el reconocimiento de las minorías, señalando que “la lengua refleja los cambios sociales y las tensiones políticas”, pero que estos cambios no se pueden imponer desde una academia de la lengua:
“Está bien que las lenguas cambien para que abandonen los sesgos que siempre han tenido, porque son instrumentos de poder que reflejan las relaciones sexuales, raciales y políticas, pero estos no son cambios que se imponen por decreto ni como policías del lenguaje”.
Antes de la ceremonia, en su diálogo con Noticias Caracol, Vásquez apuntó que, como lo entiende, la vida de un académico “consiste en convivir con la lengua todos los días”, pero que irá descubriendo, ya como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, cuáles serán sus labores y cómo abordará sus preocupaciones.
“Yo he entrado aquí, en parte, porque no es un trabajo de oficina ni al que haya que asistir solamente cuando nos reunamos, sino porque el trabajo de un académico, como yo lo entiendo, consiste en convivir con la lengua todos los días, en estar atento a los usos que la gente le va a dando a las palabras”.