A cinco años de su primer poemario, Oferta de sombras, Adrián Dárgelos está de regreso en su faceta como escritor y acaba de publicar La voz de nadie, su nuevo libro. El músico y cantante se zambulle una vez más en su rol de poeta que, sin embargo, dista de su trabajo como compositor en Babasónicos.
“La voz de Dárgelos poeta es distinta de las voces del Dárgelos compositor, y creo que en este nuevo libro se ve todavía más claro. Es una voz más desnuda, menos aparentemente juguetona, sí decididamente filosófica, pero no es ni más ni menos verdadera, o en todo caso habría que decir que toda voz con elocuencia es siempre verdadera, no importa qué ropajes vista”, afirmó en una entrevista para Indie Hoy el editor de Sigilo, Maxi Papandrea.
Y agregó: “Aparte de la palabra exacta y de las conexiones que hace, a mí me gustan mucho los niveles de abstracción a los que llega; como si pensara lo humano buscando la salida. En el título hermoso que eligió para el libro, un título que no creo irónico, hay una gran pista para pensarlo, pero estas no son más que mis ideas. Dárgelos tiene una mente brillante y eso se nota tanto en su poesía como en su música”.
Editado por Sigilo, La voz de nadie es un poemario de 48 páginas e incluye títulos que remiten al imaginario lírico por el que conocemos a Dárgelos, como “Trabajadores del ego”, “Memoria plisada”, “Vida a crédito”, “La lengua individual” y “La suerte de la destrucción”. A continuación, pueden leerse dos poemas incluidos en su nuevo libro.
“La voz de nadie”, de Adrián Dárgelos (fragmento)
Carbono
Fui
onda, luz,
voluntad,
dolor.
Seré
polvo, humus
y tal vez
humo.
Adólfico
¿Quién no quiere despertar
en un paisaje
donde todo en su esplendor
cristalice el éxtasis
de estar vivo?
Un mundo apolíneo
y délfico a la vez,
bajo el influjo de un manto
que lo cubre todo,
cada hebra de la trama,
cada mota de polvo,
a punto de quebrarse.
Una superficie tan fina
como para mantener la ilusión
pero no tanto
como para sostener el tacto.
Un sueño al que todos quieren pertenecer
pero que al ser admitidos
desearán olvidarlo.