Uno de los conflictos que hoy definen la geopolítica mundial, es la batalla por el control de los semiconductores, conocida como la guerra de los chips. Desde misiles hasta lavarropas, pasando por smartphones, automóviles o el cobro del transporte, todas las tecnologías contemporáneas dependen de estos componentes. La estabilidad económica global, el equilibrio de poder, la supremacía militar y el progreso industrial se encuentran intrínsecamente ligados a la producción constante de semiconductores.
¿Que cosas de nuestra vida cotidiana no está atravesada por un chip? ¿Que es un chip? Donde se hacen? ¿Podría haber una guerra por algo tan diminuto cono un chip?
Un chip es un pequeño trozo de silicio, en la mayoría de los casos, en el que se han tallados miles de millones de diminutos transistores, que son interruptores microscópicos que encienden y apagan los circuitos. Toda la potencia de cálculo, toda la memoria, todo el almacenamiento de datos, todo requiere semiconductores para producir los unos y los ceros que hacen posible el almacenamiento de datos y cualquier tipo de software. Por eso, a medida que aplicamos la informática a más y más tipos de dispositivos, dependemos cada vez más de un mayor número de chips.
La guerra de los chips de Chris Miller explora cómo los microprocesadores han transformado el mundo y alterado el curso de la historia. Además, destaca cómo la lucha por el control de esta tecnología no solo podría resultar en una escasez a nivel mundial, sino también en el surgimiento de una nueva Guerra Fría, con una superpotencia hostil ansiosa por cerrar la brecha que la separa de su rival. La guerra de los chips ofrece una perspectiva esclarecedora, relevante y cautivadora, que nos ayuda a comprender el papel crucial de esta tecnología en el panorama político y económico actual, así como en el futuro que nos aguarda. Todo parece puede explicarse en cómo funciona un chip: “Todos los botones del iPhone, cada correo electrónico, fotografía y vídeo de YouTube, se expresan en último término como largas cadenas de unos y ceros. Pero esos números no existen realmente. Son expresiones de una corriente eléctrica encendida (un uno) o apagada (un cero). Un chip es una retícula de millones o miles de millones de transistores, diminutos interruptores eléctricos que se abren o se cierran para procesar esas cifras, recordarlas y convertir las sensaciones del mundo real, como son las imágenes, los sonidos y las ondas de radio, en millones y millones de unos y ceros”
El libro se divide en cuatro partes: la primera parte narra la historia de los semiconductores y su importancia para el desarrollo tecnológico y militar. Partiendo de la Segunda Guerra Mundial y de cómo la supremacía del acero fue mutando a la supremacía de ciencia y tecnología. En este capítulo nos encontramos con el surgimiento de los primeros ordenadores eléctricos que usaban válvulas de vacío, una especie de bombillas con filamento de metal recubierto de cristal. Luego se describe el surgimiento de los transistores con AT&T a la cabeza, donde ya aparece el silicio como material de conducción de la electricidad, y se empieza a colocar en apartaos como la radio o la telecomunicación. Luego surgiría el chip: ”Se podían incrustar varios transistores en una sola placa de silicio o germanio. Kilby llamó a su invento «circuito integrado», pero se terminó conociendo popularmente como “chip” porque los circuitos integrados se hacían a partir de una pieza cercenada de una oblea circular de silicio (en inglés, chip significa «astilla» y «cercenar».
La empresa pionera sería Fairchild Semiconductor, donde acuñaría la Ley de Moore (La ley de Moore expresa que aproximadamente cada 2 años se duplica el número de transistores en un microprocesador) y donde se desarrollaría el ordenador que guió el alunizaje de la NASA. La Guerra Fría haría de empuje al resto de la industria informática que estaría íntimamente ligada a la inversión militar hasta que la producción en serie llevo la informática a dar un salto a cada escritorio de nuestras casas. La carrera de hacerlo más pequeño y más barato había comenzado. “Si en 1957 se vendieron mil ordenadores en EE. UU., al cabo de una década eran 18.700. A mediados de los sesenta, casi todos esos ordenadores usaban circuitos integrados. En 1966, la empresa de informática Burroughs hizo una comanda de 20 millones de chips a Fairchild, más de 20 veces más de los que usó el programa Apolo. En 1968, la industria informática compraba tantos chips como el Ejército y Fairchild suministraba el 80 por ciento de ellos. 10 La reducción de precios de Bob Noyce dio sus frutos, pues creó un nuevo mercado para ordenadores de uso civil que disparó las ventas de chips durante décadas. 11 Al final, Moore confesó que los recortes en el precio habían sido tan innovadores como la propia tecnología de los circuitos integrados de Fairchild”
La segunda parte analiza la situación actual de la industria y los principales actores que dominan hoy el escenario actual, especialmente Taiwán, Corea, Europa y China. Comienza en torno al liderazgo de Estados Unidos frente a la URSS en la Guerra Fría, el surgimiento de Japón como líder de la tecnología a través de sus empresas insignias como Sony, Nikon o Canon; la internalización de la producción y la necesidad de abaratamiento de los costos y allí la aparición de los países como Hong Kong, Singapur y luego Taiwan que se volverá pieza clave en la producción mundial de chips. La globalización y especialización, así como la necesidad de altas inversiones moldearán a la industria. Las empresas más importantes del sector serán por el lado de Estados Unidos Intel , NVDIA y AMD. Por el lado de Taiwan la no tan conocida TSCM pero es quien produce la mayoría de los chips de alta performance. Los holandeses de ASML quienes son los líderes en la litografía.
La tercera parte explora las estrategias y los desafíos que enfrentan Estados Unidos y China para mantener o alcanzar el liderazgo en este sector. China comenzó la carrera de de producción de chips desde más atrás, pero con un gran apoyo del Estado se ha puesto a competir o al menos aparece como una amenaza en el panorama de la industria de los semiconductores. Esa amenaza aparece hoy personificada en SMIC, Huawei y en el 5G: “De proseguir la tendencia de finales de la década, en 2030 la industria china de chips podría competir con Silicon Valley en términos de influencia. No solo se verían afectadas las tecnológicas y la balanza comercial; también cambiaría el equilibrio de fuerzas militares.”
La cadena de suministros se puso en jaque durante la pandemia y dejó parada a parte de la industria automotriz
La cuarta parte ofrece algunas predicciones y recomendaciones para el futuro de la guerra de los chips. La cadena de suministros de chips, el corazón de nuestra sociedades informatizada del hoy, depende de minerales como el silicio, maquinas litográficas de holandesa, diseño estadounidense, producción taiwanesa. Esa cadena globalizada que proporciona poder computacional al mundo de hoy, junto con su competidor y a veces cooperador chino, se puso en jaque en la pandemia y dejó por ejemplo parada a parte de la industria automotriz. Esa dependencia hace que los equilibrios, por ejemplo el conflicto China-Taiwan, hagan de esta industria estratégica parte de las agendas de los gobiernos de los países más avanzados. Y no solo eso, qué pasaría si como cuando los chips reemplazaron a los transistores la informática cuántica u otra innovación dejara atrás estas megas estructuras.
La guerra de los chips es un libro que nos explica el surgimiento de una tecnología que gobierna el planeta y nos plantea el conflicto geopolítico y económico por el control de la industria de los semiconductores, que son esenciales para la tecnología moderna. El libro muestra cómo los microprocesadores han revolucionado el mundo y cambiado el curso de la Historia, y cómo la lucha por esta tecnología podría conducir no solo a su escasez mundial, sino también al nacimiento de una nueva Guerra Fría con una superpotencia hostil desesperada por cubrir la brecha que la separa de su rival.
Chris Miller es profesor de Historia Internacional en la Fletcher School de la Universidad de Tufts. Ejerce también de adjunto en el American Enterprise Institute y es director de investigación sobre Eurasia del Foreign Policy Research Institute. Aparece en canales como la CNBC o la NPR y escribe para publicaciones como Foreign Affairs y Foreign Policy. Tiene un doctorado y un máster por la Universidad de Yale y se licenció en Historia por la Universidad de Harvard. Es autor de We Shall Be Masters: Russian Pivots to East Asia from Peter the Great to Putin, The Struggle to Save the Soviet Economy: Mikhail Gorbachev and the Collapse of the USSR y Putinomics: Power and Money in Resurgent Russia.