En 1933, la lectura en vivo de un poema cambió para siempre la vida del poeta ruso Ósip Mandelstam. Sus amigos escritores lo consideraron “un suicidio”. Y no pasó mucho tiempo antes de ser detenido y procesado. ¿El motivo? Satirizar la figura del dictador soviético Iósif Stalin.
Aunque ya había estado preso en distintas ocasiones, fue a partir de la publicación de ese poema, titulado “El Montañés”, que tanto él como su esposa, Nadiezhda Jázina, fueron condenados al destierro. Luego de varias idas y vueltas, años en los que nunca dejó de escribir, el poeta fue sentenciado a prisión y enviado al Lejano Oriente, donde terminaría muriendo en un campo de concentración cercano a Vladivostok el 27 de diciembre de 1938.
Aunque llegó a publicar algunos libros en vida, su esposa es la principal responsable de que su obra se haya publicado y distribuido. Antes de su último y fatal destino, la pareja tenía una metodología pactada: él dictaba los poemas, ella los escribía en sus cuadernos, y ambos los memorizaban para salvarlo de la censura estalinista.
Es por eso que, 50 años después de la muerte de Mandelstam, una vez que el poeta fue absuelto póstumamente en 1987, su esposa pudo publicar esos poemas que había mantenido intactos en su cabeza. El resultado es Cuadernos de Vorónezh, considerado como uno de los mejores libros de poesía rusa del siglo XX.
Reeditado por la editorial Blatt & Ríos con traducción de Fulvio Franchi -cuyo esclarecedor prólogo puede leerse completo al final de esta nota, además de tres poemas de Mandelstam-, Cuadernos de Vorónezh funciona no solo como testimonio de una época, sino además como prueba del milagro que puede ser la poesía, una de las armas fundamentales para la lucha y la resistencia contra los poderes totalitarios.
Así empieza “Cuadernos de Vorónezh”
Vida de Ósip Mandelstam
Ósip Emílievich Mandelstam nació en Varsovia, entonces perteneciente al Imperio Ruso, en 1891, en el seno de una familia judía. Su padre era un comerciante que integraba el “primer gremio”, lo que lo autorizaba, a pesar de su origen, a vivir fuera de la “zona de asentamiento”, donde se les permitía residir a los judíos. Gracias a esto, en 1897 la familia se radicó en San Petersburgo, capital del Imperio y ciudad cosmopolita que con centraba la gran tradición literaria del siglo XIX. Mandelstam registró los recuerdos de su infancia en su prosa El ruido del tiempo (1925).
Estudió en Heidelberg y París. Aquí conoció a Nikolái Gumiliov, poeta ruso que sería el fundador de la escuela acmeísta años más tarde. A causa de la situación económica de su familia, que hacía imposible que siguiera estudiando en Europa, regresó a San Petersburgo, donde se convirtió al cristianismo, bautizándose en una iglesia metodista, para poder acceder a la universidad y evitar la rigurosa selección que establecía un cupo limitado para estudiantes judíos. Comenzó a frecuentar las reuniones en la “Torre” de Viacheslav Ivánov, como llamaban al departamento de San Petersburgo que pertenecía a este escritor, donde se reunía la mayoría de los poetas simbolistas de la época. El simbolismo era el movimiento hegemónico en la literatura, pero ya atravesaba su fase final.
Publicó sus primeros poemas en distintas revistas simbolistas desde 1910. En 1913 conformó el grupo de los acmeístas, junto con Nikolái Gumiliov, Anna Ajmátova (que sería una íntima amiga durante toda su vida) y Borís Pasternak, y publicó su primera antología de poemas, La piedra. También sostuvo relaciones amistosas con los poetas de la corriente futurista (en especial con Venedikt Livshits) y con Marina Tsvetáiva, quien escribiría en 1931 Una dedicatoria, obra en prosa donde narra episodios de la relación entre ellos. En 1913 escribió el texto “La mañana del acmeísmo”, considerado uno de los manifiestos del movimiento, que fue publicado recién en 1919.
Apoyó moderadamente la Revolución de Octubre de 1917. Conoció a su esposa, Nadiezhda Jázina, en 1919 en Kíev. Durante la guerra civil (1918-1922) la pareja deambuló por distintas regiones de Rusia, y Ósip fue arrestado por el Ejército Blanco en Crimea. Rechazó una oportunidad de abandonar Rusia. Fue arrestado nuevamente en Georgia, esta vez acusado de ser partidario del Ejército Blanco, pero fue liberado rápidamente. Los poemas correspondientes a este período (1916-1920) integran la antología Tristia, título que contiene una clara alusión al poeta romano Ovidio y su destierro. La antología fue publicada en Berlín en 1922.
Entre 1923 (publicación de la antología Segundo Libro, fuertemente censurada) y 1930 se produjo un elocuente silencio en su producción poética. Escribió prosa (El ruido del tiempo, El sello egipcio) y artículos sobre el quehacer poético, incluidos en la antología Sobre la poesía (1928). Es en estos años que se produjo el quiebre del poeta con los cenáculos literarios oficiales y se resquebrajó su relación con los escritores más proclives al régimen estalinista. Así y todo, el todavía influyente Nikolái Bujarin con siguió que el poeta y su esposa viajasen a Armenia, donde, según la mirada de Mandelstam, Rusia entra en contacto con la cultura occidental y la tradición europea mediterránea. El fruto de ese viaje fue la controvertida obra en prosa Viaje a Armenia, editada en 1933. El mismo año de su viaje se edita La cuarta prosa, que da cuenta de sus desencuentros con los escritores oficiales soviéticos.
Recuperada su vena poética en Armenia, escribe dos series de poemas que permanecerán inéditas y se conocerán póstumamente: Poemas de Moscú y Poemas de Vorónezh.
En 1933 escribe su poema conocido como “El Montañés”, en el que satiriza la figura de Stalin. El poema fue recitado frente a una decena de personas y motivó su primera detención y procesamiento. Pasternak calificó esta acción como un “suicidio”.
Vivimos sin sentir el país bajo nosotros,
nuestras voces a diez pasos no se oyen,
pero si alcanza la gente para media charla
recuerdan al montañés del Kremlin.
Sus dedos gordos, como gusanos, son grasosos,
y sus palabras, como pesas de un pud, cabales,
se ríen sus bigotes de cucaracha
y relucen las cañas de sus botas.
Alrededor, una chusma de caudillos de cuello fino; él juega con los servicios de esos semihombres.
Hay quien silba, quien maúlla, quien gime,
solamente él golpea y da empujones;
como herraduras, forja decreto tras decreto:
en la ingle, en la frente, en la ceja, en el ojo.
Con cada ejecución él se relame,
y es ancho el pecho del oseta.
En mayo de 1934, Mandelstam fue detenido, interrogado y finalmente liberado por los “órganos”, como se llamaba coloquialmente a los organismos represivos del Estado soviético. La sentencia de Stalin fue “aislar, pero preservar”. Una vez liberado, a Mandelstam y su esposa se les permitió residir en regiones alejadas de las ciudades importantes. Primero fueron enviados a la localidad de Cherdyn, donde Mandelstam intentó suicidarse arrojándose de la ventana de un sanatorio. Luego, se decidieron por Vorónezh, otra de las ciudades que les permitían escoger, donde vivieron en condiciones miserables. Consciente de que su fin se aproximaba, Mandelstam se apresuró a componer tres cuadernos de poemas, que fueron conservados por su esposa y otras personas.
A comienzos de marzo de 1938, Mandelstam y su esposa se trasladaron a un sanatorio de la región de Moscú, donde el poeta sufrió su segundo arresto durante la noche del 1 al 2 de mayo. Esta vez, a Nadiezhda le prohibieron acompañar a su marido. Lo vio por última vez cuando lo condujeron hacia una estación de tren, desde donde fue remitido a Moscú. Allí fue interrogado, camp. Desde una prisión de Vladivostok envió su última carta a su es posa y a su hermano Shura con el siguiente texto:
Querido Shura:
Me encuentro en Vladivostok, SVITL3, barracón 11. Me dieron 5 años, por k.r.d.4, por decisión del OSO5. El convoy salió de Moscú, de la Butirka, el 9 de septiembre. Llegamos el 12 de octubre. Mi salud está muy débil. Estoy extenuado al extremo. He adelgazado, estoy prácticamente irreconocible. Pero no sé si tiene sentido que me envíen ropa, alimentos o dinero. De todos modos, inténtenlo. Me congelo sin ropa.
Querida Nadinka, no sé si estás viva, palomita mía. Tú, Shura, escríbeme enseguida sobre Nadia. Estoy en un punto de tránsito. No me han enviado a Kolimá. Posiblemente pase el invierno acá.
Queridos, los beso.
Osia.
Shúrochka, escribo de nuevo. Los últimos días salí a tra bajar, y eso mejoró mi estado de ánimo. Desde nuestro campo de tránsito envían a los campos definitivos. Por lo visto, fui “rechazado” y debo prepararme para pasar el invierno. Les pido algo: envíenme un radiograma y dinero por telégrafo.
La fecha oficial de su muerte es el 27 de diciembre de 1938. En 1956, después de la muerte de Stalin, ocurrida en 1953, fue parcialmente rehabilitado. Recién el 28 de octubre de 1987 el Estado soviético absolvió a Mandelstam por completo. Tiempo después, la calle Pechórskaia, en las afueras de Vladivostok, donde en los tiempos del Gulag había un campo de tránsito, fue bautizada con el nombre de Mandelstam. Finalmente, el poeta tendría su calle.
Poemas de Vorónezh (1935-1937)
Tus hombros delgados bajo el látigo enrojecerán, bajo el látigo enrojecerán, con el hielo arderán.
Tus manos infantiles planchas levantarán,
planchas levantarán y cuerdas atarán.
Tus tiernos pies descalzos sobre el vidrio,
descalzos sobre el vidrio y la arena ensangrentada.
Bien, y yo encenderé una vela negra por ti,
encenderé una vela negra sin atreverme a rezar.
Febrero de 1934
***
“Tierra negra”
Consentida, renegrida, toda mimada,
toda equinas estrellitas, aire y mirada,
toda disolviéndose, toda formando un coro:
de mi tierra y voluntad húmedos terrones…
En la labranza temprana es negra hasta lo azul, e inerme se asienta el trabajo en ella –
milcolinas de roturado rumor:
mira, hay algo ilimitado alrededor.
De todos modos, la tierra es pifia y contrafilo,
no reces por ella, ni la golpees con tus pies –
Como flauta que se pudre, ella escucha atenta;
como clarinete matutino, el oído se congela…
¡Cómo agrada al arado la capa grasa,
cómo yace la estepa en la horaduelta de abril!
Salud, pues, tierra negra: sé ojuda, sé valiente… En el trabajo, un silencio negrelocuente.
Abril de 1935
* * *
Yo vivo en huertos importantes.
Vanka el despensero podría acá pasear.
El viento es en las fábricas regalo,
y lejos el camino de troncos se va.
Negroarada noche de bordes esteparios
helada en pequeños abalorios de fueguitos.
Del otro lado del muro, con sus botas rusas
el patrón ofendido viene y va.
Ricamente se tuerce la tabla del piso–
la losa sepulcral de este puente.
Duermo mal en casas ajenas,
y mi propia vida cercana no me es ya.
Abril de 1935