Quienes tuvieron la suerte de poder visitar y recorrer el Vaticano saben que no alcanza el tiempo para apreciar todo lo que el país más pequeño del mundo tiene para ofrecer. Desde su majestuosa arquitectura hasta sus imponentes esculturas, une en un mismo lugar historia, arte y religión, lo cual hace que sea muy difícil ahondar en cada detalle.
Tal vez sea por eso que, para el turista común y corriente, el Vaticano está repleto de misterios que todavía esperan a ser develados, particularmente la obra maestra del artista del Renacimiento Miguel Ángel: la Capilla Sixtina.
En Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano -libro que puede descargarse gratis en Bajalibros clickeando acá-, el argentino Silvio Goren arroja luz sobre todos los enigmas que sobrevivieron los últimos cinco siglos, invisibles para el “turista genérico” que, según afirma, “no ve nada”.
“Indudablemente todavía hay mensajes que se siguen descubriendo”, afirmó el experto en un intercambio vía correo electrónico con Infobae Leamos. Su minuciosa investigación está basada en entrevistas a especialistas, recorridos dentro de la Santa Sede por fuera del circuito turístico y un trabajo exhaustivo que lleva varios años.
Escribe Goren en el libro: “Hay historias verídicas que superan a las novelas de ficción, sólo que en su mayoría quedan relegadas al conocimiento de los especialistas y no trascienden al ámbito general”.
Para la suerte de los curiosos no especializados, el autor desmenuza uno a uno todos los secretos y mensajes ocultos que Miguel Ángel dejó en los célebres y complejos frescos de la Capilla Sixtina, tanto los que la Iglesia quiso mantener escondidos como aquellos que, por la destreza del artista, permanecieron invisibles ante el paso de los siglos.
Publicado por Leamos, el sello editorial de Infobae, Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano es una invitación a conocer todos los detalles que, de otro modo, pasarían inadvertidos, desde las distintas alusiones explícitas a la homosexualidad -algunas fueron tapadas en su momento y descubiertas en las reconstrucciones de la Capilla Sixtina-, o al judaísmo y la cultura hebraica hasta las complicidades con el Papa de ese entonces para evitar la censura y la condena por hereje.
-¿Cuál creés que es el secreto más importante de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina? ¿Podría todavía haber mensajes ocultos sin descubrir?
-Indudablemente todavía hay mensajes que se siguen descubriendo; no obstante “el más importante” es el contextual, ya que implica la amarga burla de Miguel Ángel ante su decepción con la política y los manejos del poder, que desvirtuaban su propio credo.
-¿Cómo se las ingenió para eludir la censura y aludir tan explícitamente a la homosexualidad, al judaísmo y a las críticas que él mismo tenía de la Iglesia?
-Si bien Miguel Ángel logró evitar las visitas para “no ser molestado en su creación” (incluso la del mismo Papa, por un tiempo), los historiadores no pueden determinar el modo en que fue logrando evadir las observaciones críticas. Uno muy simple que se me ocurre es que las imágenes más controvertidas fueron terminadas en última instancia, evitando completar los “detalles” que tornaban “escandalosos” a sus personajes.
-¿Por qué se lo trató de hereje y, sin embargo, se le permitió llevar a cabo la obra?
-Cuando ya la situación se agravó, por evidente, al punto de que las protestas lo ponían a Miguel Ángel al borde de la herejía, el Papa minimizó la situación, incluso con cierto sentido del humor; aunque no se conocen determinantes que relaten fehacientemente estas situaciones.
-Afirmás que “el turista no ve nada” cuando va al Vaticano. ¿A qué debería prestarle atención un “turista genérico” a la hora de recorrer la Santa Sede?
-El “no ve nada” es una expresión irónica para destacar la mísera información que se brinda en los tours. En teoría, un turista debería “aggiornarse” previamente, antes de viajar, para saber de antemano “a qué deberá prestarle más atención”, o las implicancias más importantes para su expectativa personal. Así, un artista priorizará determinada técnica de un autor; un religioso observante apreciaría las imágenes dedicados a una deidad o a su credo todo; un místico buscaría enfrentarse a las “sensaciones” que le transmitan determinadas obras... y así, largamente.