Todavía era cirujano cuando, en 1986, el brasileño Ryoki Inoue empezó a cranear su primera novela. Sus colegas, que conocían su afición por el Lejano Oeste y las historias de cowboys, se mofaban de él cada vez que entraba a la sala de operaciones con sus jeans y botas de vaquero. No sabían que, en solo una década y a fuerza de pura pasión y trabajo arduo, Inoue se convertiría en el escritor más prolífico del mundo.
Ese año, su instinto lo llevó a probar. A pesar de su fanatismo, nunca había puesto un pie en el Far West estadounidense, pero ¿qué tan difícil podría ser escribir un libro al respecto? En solo 10 días, Inoue tenía listas las 128 páginas de Los Colt de MacLee, novela inicial de lo que se transformaría en la saga de un pistolero veterano. Mandó el flamante manuscrito a una editorial brasileña y, dos semanas más tarde, recibió en su correo un cheque de 30 dólares acompañado de una nota que decía: “Escriba algo más”.
Desde entonces, Inoue no ha parado de escribir. El número completo de libros que conforman su obra es difícil de precisar, primero, porque ha utilizado casi 40 seudónimos distintos y, segundo, porque escribe a un ritmo tan veloz que no hay forma de estar al día. En 1996, cuando fue reconocido en el Libro Guinness de los récords, se constató que había escrito 1058 novelas entre junio de 1986 y agosto de 1996: más de mil novelas en diez años, es decir, más de cien novelas por año. Aunque ha llegado a escribir tres novelas en un solo día, su promedio es de una novela cada tres días. Nada mal, ¿no?
Para ejemplificar la rapidez con la que Inoue amplía su vastísima obra literaria, en una nota publicada en The Wall Street Journal el año de su reconocimiento, el periodista estadounidense Matt Moffett cuenta que una vez que el Libro Guiness constató su récord, para cuando el certificado llegó de Brasil a Londres el número ya tenía 15 libros de retraso. “A decir verdad, no he leído todo lo que he escrito”, le dijo el autor al periodista.
Tan veloz es este escritor brasilero que, según dice, no le resulta práctico firmar un contrato con una editorial, ya que escribe más rápido que lo que pueden publicar diez imprentas de libros combinadas. “Brasil todavía no ha desarrollado la capacidad necesaria para absorberme”, afirma.
Escribe Moffett sobre el prolífico Inoue y sus métodos, que muchos podrían interpretar como una adicción al trabajo: “Ha producido capítulos enteros en una ida al baño; todo un libro mientras le arreglaban la camioneta en el taller mecánico y una novela y su segunda parte en una tarde en la playa, donde también escribió el periódico de 14 páginas de la aldea costera donde vive”.
Pero lo más llamativo de esa entrevista, hecha hace casi 30 años, es el problema que el autor revela. A diferencia de la mayoría de sus colegas, Inoue no le teme al bloqueo de escritor ni al síndrome de la página en blanco. En absoluto. Su principal miedo es el codo de tenista, una irritación de los músculos del brazo generada por los movimientos repetitivos. Y aún peor la pasa su computadora, según afirma, ya que, a causa de las largas horas que pasa escribiendo día y noche, el autor quema sus teclados de tanto escribir, por lo que debe cambiarlos aproximadamente cada cinco meses.
Hijo de madre portuguesa y padre japonés, Inoue nació el 22 de julio de 1946 en San Pablo, Brasil, según cuenta en la biografía incluida en su página web, en la que pueden explorarse las profundidades de su obra. Esta se compone mayormente de novelas policiales, de espías y de vaqueros, como Fuga, El nombre no importa, Quince días de septiembre y Secuestro fast-food, publicadas como novelas de bolsillo en ediciones simples y económicas.
Pero algo cambió con la publicación de su novela E Agora, Presidente? Esta marcó un hito en su carrera al ser su milésimo libro publicado, por lo que Inoue lo vio como un motivo para tomar un giro pronunciado en su carrera. Abandonó los seudónimos y las novelas de bolsillo, conocidas como “sensacionalistas”, para dedicarse a escribir novelas mayores, publicadas con su propio nombre.
Hoy en día, a pesar de no haber dejado de escribir, Inoue ha relentizado drásticamente su producción. Lejos de su récord de tres novelas en un día, al autor más prolífico del mundo le basta con escribir “una novela por año, como máximo dos”. Sabe, tal vez, que difícilmente otros autores logren romper su récord, ya que el primer puesto se lo ganó a la autora española de novelas rosa, Corín Tellado, que había escrito 700 libros, número que Inoue casi duplica.