El inigualable Miguel Ángel sospechaba que el encargo que acababan de hacerle para pintar la Capilla Sixtina tenía un fin espurio: satisfacer “la necesidad de grandeza” del Papa. Prefería rechazar el pedido por varias razones: se consideraba escultor antes que pintor y, además, pensaba que Donato Bramante y algunos de sus competidores se habían complotado sugiriendo su nombre para ponerlo en aprietos y hacerlo fracasar ante la quijotesca tarea.
En Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano, Silvio Goren analiza exhaustivamente cómo llegó Miguel Ángel a hacer los frescos de la Capilla Sixtina, tarea que le demandó años de denodado trabajo y esfuerzo físico extremo. El libro, que puede descargarse gratis de Bajalibros clickeando acá, busca dilucidar los enigmas que habitan en esas imágenes. Algunas investigaciones sobre el tema sostienen que Miguel Ángel urdió un plan secreto para esconder mensajes contra el Vaticano.
Buonarrotti trabajó en la Capilla Sixtina desde 1509 hasta 1511. Dividió la bóveda de más de mil metros cuadrados en nueve compartimentos. Si bien se conformó un comité de asesores que sentó las bases respecto a las alegorías y personajes que podían incluirse en la obra (donde según el Cardenal Viterbo el mensaje debía expresar la divinidad del Papa Julio), el célebre escultor y pintor florentino logró eludirlos.
“Miguel Ángel –según le contó a su propio biógrafo Vasari- se reunió en privado con el Papa y de algún modo lo convenció de incluir imágenes del Antiguo Testamento, y en definitiva de lo que deseara hacer, cosa que terminó en un resultado totalmente distinto al plan original y secretamente cargado de mensajes”, escribe Goren, quien define los mensajes escondidos en las imágenes como un nuevo misterio a dilucidar.
Goren consultó a expertos y eruditos en historia, teología y filosofía judía, que aseguran que la Capilla Sixtina fue diseñada y construida a imagen fidedigna del sanctasanctórum del antiguo Templo de Salomón en Jerusalén, y producida en base a los escritos del profeta Samuel en la Biblia hebrea. La cuestión lo sorprendió aún más cuando constató que algunas fuentes afirmaban que el creador del David había sido instruido en la doctrina de la Cábala y poseía conocimientos de la cultura judaica.
“Parece ser que en la Capilla Sixtina, nada está liberado a una estética casual o simplemente decorativa y todo posee implicancias por todos lados”, escribe Goren, quien desde 1973 se desempeña en el oficio de conservación y restauración de colecciones histórico-artísticas. Y suma: “Se presume que uno de los objetivos de sus muy numerosos personajes, desplegados con brillantes colores, han sido creados –a propósito— de modo que produzcan una sobrecarga sensorial, impidiendo así que el espectador descubra con facilidad una serie de mensajes encriptados en sus frescos, que hasta los eruditos han malinterpretado o pasado por alto durante siglos.”
Goren es docente, hace más de 30 años se dedica a la enseñanza y difusión de la Conservación Preventiva. Fue titular de las cátedras “Conservación Preventiva I y II” y “Gestión y Organización de Proyectos”, en la Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Culturales de UNA, Departamento de Artes Visuales (ex–IUNA). Publicó numerosos libros, entre los que destacan Manual para la preservación de papel. Nueva era de la conservación preventiva y su aplicación actualizada y manuales técnicos para la preservación de colección.
El autor analiza también el rol del artista, su motivación. Para él, si bien todos ansiamos permanecer de algún modo y hemos creado variedad de artilugios psíquicos para pretender que perduramos de una u otra manera, indudablemente son los artistas los que reflejan fuertemente esta pulsión, sintiendo que su presencia trascenderá a través de sus obras.
Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni, llamado “el Divino” por sus contemporáneos, nació en Caprese el 6 de marzo de 1475 y falleció en Roma el 18 de febrero de 1564. Tuvo importantes mecenas como los Papas romanos y la familia Médici de Florencia.
En un contexto de tensión dicotómica entre el clero y la ciencia, ya a los 17 años, Miguel Ángel diseccionaba cadáveres que no habían sido reclamados por sus familiares y que pertenecían al hospital que se encontraba junto a la iglesia Santo Espíritu.
“Las explicaciones sobre la representación ocultista de Miguel Ángel son de lo más variadas, y mientras que algunos postulan una actitud rebelde e irreverente frente a la Iglesia, otros lo estiman como una conducta profundamente munida de fe cristiana”, señala Goren. En su texto analiza, por dar un ejemplo, La separación de la luz de las tinieblas, un fresco de la Capilla que representa el primer día de la Creación y alude a la frase bíblica ¡Haya luz!.
En 2010, dos expertos en neuroanatomía, Ian Suk, de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Maryland, y Rafael Tamargo, del Departamento de Neurocirugía de la misma escuela universitaria, publicaron en la revista Neurosurgery Magazine que habían encontrado nuevas imágenes escondidas. “En el centro del pecho de Dios y conformando su garganta se visualizaba la representación de la médula espinal y el tallo cerebral humano (...) Creemos que Miguel Ángel quiso realzar la importancia de este fresco ocultando esta sofisticada representación neuroanatómica en la imagen de Dios”, consignaron los investigadores.
Para el autor, si bien el artista tuvo la intención de ocultar un mensaje en su obra, hay que dilucidar desde qué punto de vista lo hizo ya que “las interpretaciones posteriores aceptan todo tipo de conjeturas”. Considera que los secretos encriptados por Miguel Ángel están íntimamente relacionados a la anatomía humana.
Respecto a los desnudos de los personajes, más que vincularse al gusto renacentista, según estudios recientes se atribuye a que Miguel Ángel quiso condensar en ellos una “crítica contra la falsa moralidad de la época y paralelamente una prédica de libertad y amor universal”.
Los mensajes ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano se mete en los poros del deslumbrante artista: nos interpela acerca de qué sintió con su monumental obra, qué pudo haberlo movilizado. Analiza qué ocurrió con una de las mayores creaciones de la historia del arte. “Habiendo completado más de las tres cuartas partes del Juicio Final, Miguel Ángel fue acusado de hereje. Pero las apelaciones al Papa Julio III no tuvieron mayor repercusión en el momento, quien no pareció molestarse por la representación de desnudos”, describe Goren.
En el trabajo se sostiene que Miguel Ángel pintó su propio rostro en varios personajes, como es en el caso de Jeremías y San Pablo, en el Juicio Final, y también en la escena en la que San Bartolomé sostiene con su mano la piel despellejada de Marsias, pero con el rostro del artista. Además se afirma que el tema de la homosexualidad está presente en el Juicio Final: “Aparecen algunas representaciones definidamente homosexuales, con parejas de jóvenes abrazándose y besándose apasionadamente”.
Goren analiza omisiones: por ejemplo en reemplazo de la imagen de Jesús el artista pintó al profeta judío Zacarías, pero con el rostro del papa Julio II. Interpreta esta elección como un velado reproche que Miguel Ángel hace a la Iglesia de entonces por los hechos de injusticia y abuso que encontraba en el Vaticano.
Tras una completa investigación, Goren adelanta que la Capilla Sixtina aún posee secretos por develar. En suma: el texto analiza cómo Miguel Ángel logró ocultar en la más importante pintura del mundo católico personajes y tradiciones de la Biblia hebrea. Además, describe cómo logró eludir la censura papal. Dice Goren: “Es muy posible que el artista haya estado influido por pensamientos progresistas para la época, difíciles de expresar debido a la existencia compulsiva de una creencia única”.