La violencia, el cuerpo o el peronismo son algunos de los posibles ejes temáticos para meterse en la lectura de Fin de fiesta, una novela de la escritora argentina Beatriz Guido que vuelve a publicarse por estos días. Eudeba, el sello detrás de esta reedición, incluyó este lanzamiento en el marco de publicaciones y homenajes que se proponen volver a poner en valor la obra de la guionista y narradora, que nació en 1922 y murió en 1988.
Fin de fiesta, que se editó por primera vez en 1959, es sobre todas las cosas un giro hacia lo político en la narrativa de Guido. Ese movimiento se completaría después con El incendio y las vísperas (1964) y Escándalos y soledades (1970). En esta nueva edición, impulsada por la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), fue prologada por Marcos Zangrandi y la ilustración de tapa es de Lorenzo Amengual.
La decisión de Eudeba de volver a publicar Fin de fiesta devuelve a las librerías la novela de esta escritora emblemática de la generación del 55 y protagonista clave de la década del 60, un año después del centenario de su nacimiento y a pocos meses de la aparición de Beatriz Guido. Espía privilegiada, un texto de José Miguel Onaindia y Diego Sabanés también publicado por el sello universitario que reúne ensayos sobre la creadora de obras como La casa del ángel y La caída, así como cuentos y cartas inéditas.
“El rescate de la figura de Beatriz Guido no se puede separar del resto de las reediciones de su obra. Tiene que ver con el centenario de su nacimiento pero también con la revalorización del concepto de género en el campo literario. Hay una propuesta de leer la historia de la literatura argentina y de rescatar a figuras que han sido dejadas de lado como Sara Gallardo o Marta Lynch, que fueron marginadas, señaladas como best sellers o encorsetadas de tal forma que no se permitió advertir la riqueza y la complejidad que planteaban”, señala Marcos Zangrandi, doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y autor de libros como Familias póstumas. Literatura argentina, fuego, peronismo y Los agentes dobles.
“La reedición permite entrar a su narrativa con otras claves de lectura. Guido siempre tuvo una relación tensa con lo que hoy entendemos como ‘género’, pero respondía a la lucha de su época... ella quería escribir como ‘un escritor’, en sentido universal. Y no novelas femeninas, menores, sentimentales -indica el prologuista-. Las reediciones permiten leer de otra maneras. Cada momento histórico nos deja otras claves, la posibilidad de revisitar con otros ojos”.
El argumento de Fin de fiesta da cuenta de tensiones que atraviesan toda la historia argentina: del otro lado del Riachuelo, Ramón Braceras es el que manda en Avellaneda en plena Década Infame, quien con gauchadas y aprietes administra un poder que se refrenda regularmente por el fraude.
Es el protagonista de Fin de fiesta aunque el rol principal le corresponde a su nieto y eventual sucesor, Adolfo. En plena educación política y sentimental, Adolfo conoce, ejerce y sufre la violencia en los arrabales, el campo, su habitación, el Congreso Nacional y observa el auge y la caída de una época. Para Zangrandi, se trata de “una ficción clave para los debates de aquel momento” que “da cuenta de un año bisagra entre la resistencia peronista, el golpe de Estado y la nueva etapa de Frondizi”.
“Hay una clara intención de la autora de influir en los debates de la época: un caudillo de los años 30, ambiente de mucha violencia, demagogia, trato patotero. Braceras muere y aparece la voz de Perón en una continuidad que ella establece entre la política del caudillo y el peronismo. Es muy antiperonista pero muy lúcida: lo fantasmático está para plantear continuidades entre lo que no se ve. Es un texto muy atento a que el peronismo parecía haber sido desplazado pero que, sin embargo, tiene potencia de continuidad. Y, desde la ficción, apunta a intervenir en la realidad social y política”, agrega.
“Es la novela mejor pensada por Guido por todo lo que trae y enlaza de la tradición literaria argentina. Juega con la frontera, ese gran tema de la literatura del siglo XIX que se actualiza en un nuevo escenario político y social. El Riachuelo es la frontera que da tránsito entre una especie de civilización y barbarie actualizada. La barbarie pareciera desbordar y volcarse a toda la realidad y a ramificarse por toda la Ciudad de Buenos Aires”, considera Zangrandi.
En el prólogo que escribió para la reedición, el investigador sostiene que “Fin de fiesta es una novela sobre la regencia pública y privada de los cuerpos”. Dice ahora: “El tema del cuerpo es central en la novela. Comienza con dos ideas muy interesantes: Adolfo Peña Braceras espiando a sus primas desnudas mientras se bañan y, de manera inmediata, el castigo que recibe del caudillo, brutal. La tensión sobre el cuerpo está presente en todo el texto. Las disciplinas privadas tienen proyección sobre la violencia pública; el deseo se replica en el orden público”.
“Lo que pasa en la familia Braceras tiene eco en lo que pasa fuera de la casa. El lector tendrá que atender a ese juego que propone Guido sobre la familia y la sociedad política. El rol de la disciplina doméstica que hoy se lee mucho desde la teoría política y desde la teoría queer ya estaba en la obra de Guido; su pensamiento es de una actualidad notable”, analiza Zangrandi.
Guido nació en Rosario, hija del arquitecto Ángel Guido y de la actriz uruguaya Berta Eirin. Tras viajar por todo el mundo, estudiar filosofía en Buenos Aires y en la Europa de posguerra, en 1954 se consagró como escritora con La casa del ángel, que le valió el premio Emecé.
En 1951 se convirtió en la segunda esposa del cineasta Leopoldo Torre Nilsson, con quien formó una dupla artística legendaria en la que ella ocupó el rol de guionista: allí literatura y cine se integraron en un solo planteo estético en piezas como El secuestrador, La mano en la trampa, Fin de fiesta, La terraza, La caída y Piedra libre.
Fin de fiesta se suma a los otros títulos de la Serie de los Dos Siglos, que nació con la idea de renovar y actualizar el proyecto que en la década del 60 fue la “Serie del Siglo y Medio”. Tanto aquella colección como esta están dedicadas a difundir obras de la literatura y el pensamiento argentinos y, bajo la dirección de Sylvia Saítta y José Luis de Diego, cuenta con un consejo asesor compuesto por Jorge Lafforgue, Luis Alberto Romero y Beatriz Sarlo.
Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento y prólogo de Carlos Altamirano; Radiografía de la pampa, de Ezequiel Martínez Estrada y prólogo de Liliana Weinberg y La cautiva y El matadero, de Esteban Echeverría y prólogo de Carlos Gamerro son algunos de los título que forman parte de la Serie de los Dos Siglos. “La serie establece una nueva forma de leer, refresca el canon. Y es muy interesante que Fin de fiesta haya sido incluida acá junto a piezas bien importantes de la literatura argentina”, considera Zangrandi.
Con precios accesibles, buenas ediciones y libros de formato más bien pequeño, los títulos de la serie no apuntan a un lector en particular, aunque bien podrían ser para un estudiante de literatura que recién comienza a conformar su biblioteca.
Fuente: Télam S.E.