En el espacio “Cómo lo escribí” de Infobae Leamos, autores y autoras cuentan el detrás de escena de sus libros. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a medida que ese proceso ocurría.
En este caso, los cineastas Pablo Chernov y Fernando Krapp son quienes cuentan en primera persona la “cocina literaria” de su último libro, Es solo una película. El cine según Martín Rejtman. Como el título lo anticipa, la obra -que implicó un proceso de trabajo de cinco años- se trata de una indagación sobre la obra fílmica del director de películas como Rapado y Silvia Prieto, entre otras.
La obra fue editada por La Crujía y da cuenta de las conversaciones que los autores mantuvieron con el cineasta. Su punto de partida fue preguntarse sobre el método creativo, la técnica de trabajo de Rejtman. Lo cierto es que, tal como anticipan en este texto que publica Infobae Leamos, el cineasta asegura no tenerlo y guiarse sobre todo intuitivamente.
Los autores no demorarán en, no obstante, encontrar pistas que construyen la estructura de la obra de Rejtman, así como Truffaut indagó en el trabajo de Hitchcock. Esa obra en la que descubren una inteligencia difícil de imitar. Y explican por qué.
Cómo escribimos “Es solo una película”
A diferencia de otros libros, Es solo una película. El cine según Martín Rejtman se pensó y se escribió a pie. Cada vez que nos juntamos para conversar sobre “el libro de Rejtman” nuestras charlas de café rápidamente se transportaban a dar vueltas por Scalabrini Ortiz, por el barrio de Villa Crespo, la Biblioteca Nacional, San Telmo. En las caminatas por la ciudad de Buenos Aires se gestó la idea de este libro.
¿Qué buscábamos? Difícil saberlo. La escritora Rebecca Solnit en su libro Wanderlust tira algunas pistas. Según ella, “el ritmo del caminar genera un tipo de ritmo del pensar y el paso a través de un paisaje resuena o estimula el paso a través de una serie de pensamientos”. Y agrega: “Ello crea una curiosa consonancia entre el pasaje interno y el externo, sugiriendo que la mente es también una especie de paisaje y que caminar es un modo de atravesarlo”.
Todo paisaje que se atraviesa supone una forma de entender y dominarlo. El paisaje interno que teníamos era compartido, al mismo tiempo proyectual; el paisaje del cine de Rejtman que estaba en nuestra memoria emotiva y se mezclaba con las imágenes de los barrios caminados. ¿Por qué caminábamos? Quizás porque esa deriva controlada es la que encontrábamos en películas como Rapado, Silvia Prieto o Dos disparos. Eramos dos personajes de una de sus películas buscando la identidad de un libro escurridizo.
A esa altura habían pasado algunas cosas de importancia que vale mencionar. Pablo había publicado un diario apócrifo sobre el rodaje de Rapado. Y para escribirlo, había entrevistado a Martín en numerosas ocasiones para que la operación de escribir un diario con la voz de otro resultara verosímil. Ese diario apócrifo había sido publicado en 2017 en la Revista de Cine, dirigida por Rafael Fillipelli.
Ese diario fue el puntapié para pensar un libro de conversaciones sobre cine con Martín que funcionara como un manual sobre un director, como el libro de Truffaut sobre Alfred Hitchcock o el de Cameron Crowe con Billy Wilder. Nuestra idea era que Martin nos explicara cómo hacía para filmar sus películas, y que cualquiera pudiera aprender sobre el oficio del cine en caso de que quisiera filmar una historia con imágenes y sonido.
Nos parecía una idea novedosa, hay pocos libros en la historia del cine argentino que expliquen un método; el más cercano era Pasen y vean, un extenso y hoy inhallable libro de conversaciones entre Leonardo Favio y Adriana Schettini. El cine argentino se ha reinventado tantas veces a lo largo de su historia que cada nueva reinvención deja atrás un modo de producir, de mirar y de contar.
El cine de Rejtman, en cambio, en su carácter anómalo y marciano, era, para nosotros, un cine completamente contemporáneo. La forma de filmar de Martin en sus comienzos se asemeja mucho a la forma que tienen los chicos y las chicas que hoy egresan de una Escuela de Cine y se organizan para filmar una película.
Pero Martín aseguraba no tener una técnica, un método. Para él, su cine es intuitivo e incluso, lo comenta en una entrevista con Alan Pauls (quien escribió la contratapa de nuestro libro), las películas eran “más inteligentes” que él. Afortunadamente, descubrimos que detrás de ese enunciado había cierta falsa modestia, y que en la forma de mirar el cine y sus propias películas había una idea y unas estética personal que estaba intensamente integrada a una forma de vivir; cine y vida parecían no tener ninguna separación, aunque en sus enunciados sobre la forma de sus películas no hubiera una bajada de línea paternalista de “para hacer cine, salí a la calle” y esa clase de advertencias que tanto se han escuchado en otros directores.
Le propusimos mirar todas sus películas con él. Plano a plano, en silencio. Y que nos explicara qué decisiones había tomado. Lo que encontramos en las extensas entrevistas que durarían casi cinco años fue de todo: anécdotas de vida, decisiones formales de guión, de cámara y de arte, chismes de la escena de los 90. Pero las respuestas eran cortas y esporádicas, algo que nos había dicho en una entrevista encajaba bien con algo que nos había dicho meses después.
No sabíamos qué forma darle por lo que decidimos volver al diario escrito por Pablo: ensayar una primera persona. Organizar el material como si estuviéramos montando un documental en primera persona. El trabajo nuestro consistió en encontrar una lógica interna que dejara entrever cómo el cine de Martín tenía un profundo trasfondo personal sin estar alejado de los movimientos inertes y fluctuantes de la historia de un país.
El entusiasmo que tuvo Martín por nuestra idea se materializó cuando se prestó a corregir con nosotros los textos de la primera parte del libro titulada “Habla Rejtman”. Ahí pudimos ver cómo trabajaba y cómo pensaba; su forma de pensar estaba relacionada con la escritura, porque Martín es esencialmente un escritor que filma películas. Ese entusiasmo que tuvo con nosotros es el mismo que tiene hoy en su forma de vincularse con la juventud.
En los últimos años, MartÍn ha trabajado con productores mucho más jóvenes que él, de una generación incluso distinta a la nuestra, y aún así ha sabido canalizar sus historias y sus ideas sobre el cine que se encuentran camufladas en esas películas. El carácter anómalo del cine de Rejtman se mantiene a pesar de los cambios de formatos, de los gustos que van y vienen, de las modas que pasan.
Sigue siendo, como dice uno de los entrevistados en el libro, un Ovni, un objeto no identificado, que en cada nueva película nos hace pensar con una inteligencia que parece traída de un mundo tan lejano que se parece al nuestro.
Es solo una película. El cine según Martín Rejtman se presenta este martes a las 19 en Fetiche Libros (Thames 744, CABA). Fernando Krapp y Pablo Chernov conversarán con el director y cineasta.