En tiempos de balances, incluso involuntarios, los que se imponen con la llegada de las Fiestas, las buenas lecturas refulgen una vez más entre las mejores cosas que probablemente nos haya dejado este año de elecciones -incluso, de estupor-, economía en crisis e incógnitas respecto del futuro: los lectores demuestran que los libros -en todos sus formatos- siguen representando la posibilidad de disfrute, lo que no es poco en tiempos de zozobra.
Pero ¿qué leen los que escriben?
En esta nota, un verdadero seleccionado de autoras y autores argentinos convocados por Infobae Leamos reconoce y comparte las lecturas que llegaron a conmoverlos, esas novelas, ensayos, crónicas periodísticas, poesías y cuentos que lograron sorprender, por fuera de las tendencias o conveniencias del mercado.
Claudia Piñeiro
Este fue el año en el que el argentino Hernán Díaz dio que hablar con Fortuna (Premio Pulitzer de Ficción 2023), uno de los títulos más vendidos en las librerías porteñas: un magnate está en el centro de la novela, estructurada en cuatro relatos yuxtapuestos que se cruzan y conectan para constituir las napas de una novela plural.
Y ese es el libro que elige Claudia Piñeiro que, por su parte, este año presentó Escribir un silencio, su primera obra de no ficción (reúne ponencias, artículos y ensayos que versan sobre una variedad de cuestiones que van desde su biografía, la lectura y la escritura, el cuerpo, la memoria, la maternidad, la pandemia, los viajes y el debate por el aborto legal).
“Siempre me pareció algo pretencioso participar de las tantas listas de mejores libros del año. Para elegirlos habría que leer, no digo todos, pero al menos una gran cantidad de los que se publicaron en el año en cuestión. Por eso advierto que voy a elegir cinco de los que leí y más me gustaron, no sé si se publicaron en 2023, pero es en este año en que se sumaron a mis lecturas -explica la escritora-.
Cuenta: “Fue allá por los primeros meses del año me impactó Trust (Fortuna), de Hernán Díaz, una historia novelada del capitalismo centrada en un matrimonio estadounidense, contada con maestría, con prosa impecable, que ofrece giros inesperados. Me encantó.
Me di el gusto de leer también un libro que me había recomendado Hernán Ronsino unos meses atrás, un día que coincidimos en un evento: La teoría de la bolsa de ficción, de Ursula K. Le Guin, donde la autora propone una nueva forma de narrar: pequeña joya imperdible.
De la FED (Feria de Editores) me traje, entre otros, Home Movies, un libro de poemas de Robert Hase, que me recomendó Cynthia Edul, y se lo agradezco. Una vez más me conmovió un libro de cuentos de Alejandra Kamiya, en esta oportunidad, La paciencia del agua sobre cada piedra -una preciosura de historias, una preciosura de prosa-.
Y, por fin pude leer un libro que me habían recomendado muchísimo, que acaba de ganar el Premio Filba, y del que ahora yo misma soy ferviente recomendadora: El ojo de Goliat, de Diego Muzzio.
Una novela perfecta. Hay otros, sin dudas, varios que leí, muchos que no. El infinito de la literatura que sigue creciendo, y nosotros allí, ilusionándonos con que si hacemos listas podremos abarcarlo”.
Fabián Martínez Siccardi
Clases de literatura rusa, de Sylvia Iparraguirre, impactó especialmente a Fabián Martínez Siccardi, que lo define como un libro “maravilloso y adictivo”: “Originado en una serie de clases que dio en el Malba y luego plasmó en este libro, Clases se lee como un ensayo literario tanto como una novela, donde la protagonista es la Rusia misma, con sus luces y miserias, narrada en la voz de sus cinco grandes escritores –Pushkin, Gógol, Tolstói, Dostoievski y Chéjov— que con sus obras atraviesan un siglo capital en la historia de este gigante transcontinental, el siglo anterior a la revolución bolchevique.”
Para Siccardi, “Clases… es también un canto de amor a la Literatura, en mayúsculas, y un reconocimiento de su poder para fundar una nación, para representar a un pueblo. Los eruditos no son sabios y los sabios no son eruditos, dice el Tao. El libro de Sylvia desafía esa noción con un desborde de erudición en el que ella, como autora, desaparece y deja emerger el disfrute de la lectura. Una sabiduría que nos lleva a querer salir corriendo, literal y literariamente, a meternos de cabeza en todos los libros de todos estos autores trasnochados y perseguidos de los que tan apasionadamente nos habla…”, describe.
Sylvia Iparraguirre
Sylvia Iparraguirre, por su parte, también comparte los libros que le gustó leer -y mucho- en 2023. Cuenta; Los años perdidos, de Marcelo Caruso: “Es la novela de un gran narrador, extraordinaria en la construcción de un personaje sin fisuras, atormentado en su estupor y en la búsqueda de su identidad, que comparte con el lector una mirada sobre el mundo cruel del imperio romano, al que ha venido a transformar sin que él lo sepa”.
También, dice, “Infancia en Mataderos, de Claudio Zeiger: una visión directa, despojada, sin sentimentalismos ni concesiones, de una infancia y de un barrio emblemático de Buenos Aires, excelentemente narrada y con un final tan fantasmagórico como sorprendente”.
Y hay otros: “Música materna, de Graciela Batticuore, el monólogo de una voz de enorme verosimilitud de una mujer italiana venida a la Argentina cuando la Segunda Guerra Mundial, cuya dimensión trágica queda a cargo del lector: las preguntas retóricas que impulsan el relato son el gran recurso novelístico de esta historia”, enumera.
Y también La paciencia del agua sobre cada piedra, de Alejandra Kamiya, al que identifica, con los dos anteriores de la autora, “con una consonancia de voz inconfundible, con cuentos antológicos de una sutileza que no elude la distorsión de la realidad y de los personajes vistos desde un ángulo propio, Kamiya siempre nos sorprende. Es una alegría leerla”, dice.
Luisa Valenzuela
Luisa Valenzuela, la escritora argentina reconocida por su talento y prosa por autores como Julio Cortázar y Carlos Fuentes -y que viene de publicar El gato eficaz- explica su elección: “En estos tiempos de flagrante posverdad y falsas noticias, recomiendo dos libros que reverberan al unísono exaltando el valor de la imaginación, y son un deleite total. El primero, es un muy lindo libro que se ha presentado como ensayo pero es mucho más que eso: La aventura sobrenatural, que Esther Cross y Betina González escribieron a cuatro manos y a distancia, historias verídicas de grandes personalidades que, a caballo entre los siglos XIX y XX incursionaron en aquello que sin estar, está”.
Por otra parte, Valenzuela recomienda El naufrago sin isla, de Guillermo Piro, de muy reciente aparición: “Su trama transcurre a mediados del S. XVIII, su tiempo es hoy: las tribulaciones de ese náufrago doliente que en medio del océano llegó a experimentar o a alucinar el nacimiento de una isla volcánica que demasiado pronto desaparece bajo las aguas, remite, también, además de a Stevenson y a Conrad, en su rara mezcla de fervor y horror, a El monte análogo, de René Daumal, novela que bien podría caber en el libro de Cross y González, porque lo que no está, estando, es lo que nos permite atisbar el reverso de los engaños”.
Guillermo Martínez
Guillermo Martínez recomienda Los incidentes, de Agustín de Luca y Contar un secreto, de Pablo de Santis, “un libro de reflexiones sobre problemas de escritura, con una variedad de ejemplos y lecciones maravillosas -describe-.
Y estoy en el medio de la lectura de Escribir un silencio, de Claudia Piñeiro, esta colección de artículos en los que se entrecruzan vida y literatura, un recorrido muy interesante de lecturas y peripecias ideológicas y políticas”
Agustina Bazterrica
Agustina Bazterrica, que viene de publicar Las indignas, recomienda buscar Carcoma de Layla Martinez editado por Marciana: “Es un libro oscuro y fascinante que te engulle como la casa que vibra, que se sacude, llena de sombras donde viven una nieta y su abuela que están atoradas de rabia”.
La autora de Cadáver exquisito dice que “Layla escribe como si te cortara, te asfixia con esa atmósfera de odio que ha creado pero lo hace tan bien que te hipnotiza y te llenás de oscuridad pero sobre todo de la alegría que te da leer buena literatura”.
También le interesó Me alegro de que mi madre haya muerto, de Jennette McCurdy: “El tema con este libro es así: pregunté por libros con acumuladores y una amiga me lo prestó. Lo agarré con desconfianza y prejuicios porque está escrito por una ex actriz infantil con una madre abusiva y una familia hiper tóxica. Pues, mis prejuicios eran erróneos”, dice.
“Me atrapó desde la primera hasta la última página. Está narrado, no contado, ves a todos, ves a esa familia que depende de una niña de 6 años para subsistir, a la industria de la tv y el cine, como los fagocita, a esa madre acumuladora esclavizando a la hija y ella nunca se victimiza. Y lo mejor, lo narra con ironía, humor y con una fluidez y un ritmo que no te suelta”.
Hernán Ronsino
Hernán Ronsino rescata el valor del nuevo libro de Mariana Enríquez, Porque demasiado no es suficiente, que trabaja en torno a la idea del fan “pero no es una observación a distancia, como si el fan fuera un extraño, sino más bien lo piensa a partir de su propia relación de fanatismo con la banda, Suede. Desde la primera entrevista que les hizo siendo muy joven hasta el encuentro como escritora consagrada. Es un libro que compila crónicas y se vuelve, sin duda, una muestra sintetizada del universo de Enríquez”, describe.
Y agrega que Pero aun así, de María Moreno, es “un acontecimiento literario”. ¿Por qué? “La autora recopila, como los llama ella, microensayos que se organizan en cuatro partes”. Se trata de “La vida de algunas mujeres fundamentales, Chile, ‘una parte de llorar’ y un popurrí de lecturas y homenajes. La voz aguda y precisa de una autora fundamental”, comenta.
Ronsino también señala Viaje a las cosas, de Miguel Vitagliano, que define como “una notable novela sobre Hudson, ese escritor argentino/inglés que a veces es difícil de ubicar en la tradición argentina pero es fundamental, como lo han dejado en claro Martínez Estrada, Piglia, y ahora el propio Vitagliano para pensar nuestra literatura. Esta novela aborda la vida de Hudson y el encuentro con el gran autor de las letras inglesas -también nacido en otra lengua y en otra periferia- como es Conrad.”
Gabriela Cabezón Cámara
Gabriela Cabezón Cámara también le da su voto positivo a María Moreno: “En Pero aún así reúne muchas de sus intervenciones críticas más brillantes con su inteligencia prodigiosa y plebeya que no se inclina ante nada ni nadie y alumbra sentidos nuevos”, explica la autora, que también elige El espíritu de la floresta, de Davi Kopenawa y Bruce Albert.
Cuenta: “Davi Kopenawa es un chamán yanomami. Bruce Albert, un antropólogo francés que es su amigo, pasando larguísimas temporadas en territorio yanomami hace décadas. Acá nos abren una puerta a un pensamiento otro, a otro mundo posible. Y al bestial extractivismo que, si acaba con los pueblos amazónicos y la Amazonia como está haciendo, acabará también con buena parte de nuestra Tierra y con la mayor parte de nosotros”.
Cabezón Cámara habla también de Cartas a jóvenes poetas, de Gabriela Borrelli Azara: “El placer, la felicidad íntima y colectiva, la vitalidad vibrante de leer, es lo que transmite Gabriela, una de las personas que más sabe de poesía en nuestro país, en estas cartas hermosas”.
Mauro Libertella
Por su parte, Mauro Libertella se inclina por Un cuento de navidad, de Alejandro Zambra (publicado por Gris Tormenta): “Para mí, leer a Zambra tiene algo de ver jugar al Barcelona del 2010: ¡parece muy fácil! Y sin embargo, nadie puede hacer el truco como lo hace el ilusionista. En este librito, cuenta el cuento de cómo conoció a su editor, con el que pulen juntos sus textos desde el primer libro, y mientras tanto ese editor (Andrés Braithwaite) va dejando notas al pie, le corrige el texto a medida que lo leemos... Creo que es lo que antiguamente se llamaba ver “la cocina” de la escritura, solo que acá todo es ficción y todo es verdad”.
Libertella concluye con La nueva vida de Vladi Bonetti, de Mori Ponsowy: “Como muchos de nosotros, entré a la vibración literaria de Mori Ponsowy con Okasan, el diario de cómo su hijo se enamoró de la cultura nipona y se fue a vivir a Japón”, dice Libertella. Y dice más.
” Este año publicó La nueva vida… un libro muy distinto, torrencial y sofisticado, pero con ese mismo tono. Y el tono es lo que define todo. Una melodía envolvente, al mismo tiempo emocional y equilibrada, íntima y política.”
Marina Mariasch
Marina Mariasch aclara que no le gustan las listas: “No creo en la literatura como una competencia de puestos -dice-. Prefiero, entonces, hablar de los libros que más me conmovieron. Este año, Ido, de Manuel Alemián. Lo publicó Ediciones Nebliplateada. Es un libro de poesía, por lo tanto ya propone una discontinuidad en la sintaxis a la que estamos habituados en la vida diaria”.
Dice Mariasch: “Me interesa la literatura que quiebra el espejo de lo esperado, de lo esperado. No quiero leer libros lindos ni que me cuenten una historia entretenida. Quiero que los textos inventen nuevos lenguajes, y eso hace Alemián en Ido: como dice Anahí Mallol, que lo reseña en la revista Otra Parte, Ido viene de y va hacia los discursos sociales. Todo con una apariencia de simplicidad pasmosa. Que engaña y obliga a volver a pensar, a leer.”
Enzo Maqueira
Enzo Maqueira elige Todo lo que aprendimos de las películas, de María José Navia (editado por Páginas de espuma): “Una escritura contundente pero al mismo tiempo lúdica, que roza lo perturbador en un contexto de tensa calma. Diez historias de conflictos simples que, sin embargo, se complejizan hasta desnudar las grietas del alma humana, cierta sensibilidad monstruosa y el desconcierto de personajes que parecen esperar de la vida más de lo que la vida tiene para ofrecerles.”
Y también menciona Once segundos, de Carlos Aletto, publicado por Sudamericana.
Comenta: " Es una novela que repasa la historia de vida de un hombre -su infancia, sus privaciones, sus esfuerzos por abrirse paso en el mundo-, en tándem con los once segundos que duró el gol de Maradona a los ingleses en el mundial ´86. El tiempo se interrumpe en el relato del ‘barrilete cósmico’. Ahí es donde entra la historia que Aletto elige contar: las aventuras de un chico que sueña con ser escritor.
También le impactó Diario de Rosario, de Paloma Fabrykant (editado por Orsai): “Paloma es luchadora de artes marciales mixtas, productora de programas de televisión e hija de una reconocida escritora. Autora y protagonista de esta novela comparten una buena porción de su biografía. También, una mirada desprejuiciada sobre la mezcla explosiva entre peligro y deseo, sobre todo cuando se trata de policías. Una novela cruda y contundente, que revela el detrás de escena del vínculo entre las fuerzas del orden, los noticieros y el avance narco en la ciudad santafesina, regada con una buena dosis de sexo y de cocaína.”
Otros títulos que menciona Maqueira son: Esta no soy yo, de Liliana Viola, esperada y necesaria biografía de uno de los descubrimientos literarios más tardíos e imponentes de los últimos años, Aurora Venturini): “Viola indaga en el paso por este mundo de una mujer que durante ochenta y cinco años se conoció como “la amiga de Evita” y que al final de su vida se consagró como una voz auténtica y siempre un poco oculta, ese misterio que esta excelente biografía revela con maestría de artesana y el mejor oficio periodístico.”
Por último, Maqueira habla de Jim Click o la invención maravillosa, de Fernand Fleuret (publicado por Selva Canela): “Otro gran título de una editorial que nunca deja de sorprender. Un manuscrito del siglo XIX cuenta la historia de un inventor dispuesto a crear un autómata a imagen y semejanza de su amigo marinero. Ciencia ficción, aventura, delirio y alguna que otra provocación, son parte de esta novela que se destaca por su originalidad y el misterio en torno a su autor, cazador de tesoros literarios que termina cazado en esta gran traducción de Matías Battistón”, concluye.
Lloyds
Lloyds es otro de los que rescatan Once Segundos, de Carlos Aletto “porque es un libro mega maradoniano que nos sumerge en la historia de un grupo de niños marplatenses, cuyas vidas giran alrededor de los once segundos que duró el mítico gol a los ingleses en México 86. Más allá de lo que Maradona hizo con su propia vida, la novela nos lleva a reflexionar sobre su impacto en las nuestras, a través de una historia original y emotiva que va mucho más allá del fútbol.”
Y también recomienda Me verás caer,de Mariana Travacio, “porque Mariana cada vez escribe mejor”. Detalla: “En estos cinco relatos, nos sumerge en las vidas de mujeres enfrentando momentos complicados y mostrando cómo se las ingenian para salir adelante en este mundo posmoderno que, a veces, parece no entenderlas. Entre recuerdos de tiempos mejores y un futuro lleno de incógnitas, las madres, hijas y amigas protagonistas de estas historias, navegan el presente pero intentando balancearse entre sus preocupaciones y sus responsabilidades.”
Y -casi- concluye con Festival (Orsai), de Carlos La Casa. “Es un escritor y dramaturgo que la rompe siempre -asegura-. Acá cuenta la historia de un actor cuarentón en decadencia, que viaja a Córdoba para participar de un festival de teatro. Hay un choque de planetas entre pasado y presente, que lo pondrán de frente con antiguos amores y colegas de conservatorio que no ve hace dos décadas. Eso produce una especie de revival donde los personajes van cambiando de roles y reescribiendo su propia historia, en un collage entre las experiencias acumuladas y las sorpresas del reencuentro.”
Higiene sexual del soltero (Tusquets), de Enzo Maqueira, es otro de sus hits, “porque es un libro valiente que pone en cuestionamiento el modelo tradicional de masculinidad, sumergiéndonos en las vivencias amorosas de Junior Martínez a lo largo de cuatro décadas, desde la inocencia de un niño de clase media en los 80 hasta llegar a las complejidades de las relaciones abiertas en el siglo XXI. En esa travesía, el protagonista creado por Enzo se enfrenta a la tarea de deconstruirse y aceptar las nuevas formas del amor, tras descubrir cómo la escuela, la familia, los medios y la sociedad lo moldearon para ajustarse a cánones masculinos hoy en crisis”.
Santiago Craig
Santiago Craig señala dos títulos: El amor es un monstruo de Dios, de Luciana De Luca y Mañana y tarde, de Jon Fosse.
El primero, comenta, “combina dos cosas que son las que más me gustan encontrar en un libro: una escritura imaginativa, cuidada, amiga del lector, amable y llena de imágenes y escenas iluminadas con una trama entretenida, original y que no inclina la balanza ética ni baja línea acerca de los temas que expone. Cuenta y deja espacio para que pensemos solos, sin tutoría moral. Y es hermosa.”
En cuanto a los libros del Premio Nobel de Literatura 2023, “no había leído una letra de Fosse y éste -Mañana y tarde- fue el único libro que conseguí. Fui con dudas y prejuicios y me encontré con una novela perfecta que va armando un lenguaje propio, una voz de la que tengo ganas de leer muchos libros más. Fosse engaña con una especie de realismo crudo y despojado y nos va metiendo en el interior de sus personajes, en los fantasmas. Siento que es un señor que me puede hacer creer cualquier cosa.”
Sebastián Chilano
Finalmente, Sebastián Chilano, médico, escritor y librero (su librería, El gran pez, está en Mar del Plata), se dispone: “Recomendar. Desde la inocencia. Desde la cadena publicitaria. Nada es importante: mañana mismo nombraré otros libros. Vayan, entonces estos títulos: que duren un instante; que contrasten la imaginación por el recuerdo, la decepción con la expectativa. La ingratitud del monstruo, de Matías Serra Bradford: ensayos sobre arte, cine, literatura, donde se anuncia que volverse invisible era algo que se le pedía —casi se le exigía— al escritor, y ya no; por desgracia”.
También “Cartas, de Kurt Vonnegut: un trabajo biográfico y epistolar que conforma un gran libro sobre un gran escritor. El vasto territorio, de Simón López Trujillo es una distopía científica y ambientalista donde el hongo que nos devora se toma su tiempo, pero avanza. Y Animalia, de Silvia Molloy (editado por Eterna Cadencia) es un pequeño manual que encierra mascotas pero también una declaración que puede significar el abrazo que fue para mí: ‘Viví una infancia desprovista de animales, salvo los que aparecían en los libros’, escribe Molloy.”
¿Son muchos? Una guía para empezar el año con libros, ese placer que siempre nos acompaña.