Misterio, tensión y cosas raras. Estos son los ingredientes principales de la receta de Gustavo Ripoll en Historias de río. Y falta algo más. Te deja con ganas. Como si fueran pocos los trece cuentos que integran esta obra, hija de una pluma del delta del Paraná. Te devoran. Te engullen. Y quedas como perdido en medio de lo insondable y lo incierto.
¿Y ahora qué? La selva, el arenero, la chata y el machete: “El río es vida y también es muerte. (…) allí vive lo brutalmente silvestre, amenazando la ordenada civilidad del humano”, dice Ripoll en el prólogo. Y sí. Algo de eso hay.
Es que son historias que muestran una realidad desconocida: la de los que llegan buscando algo, la de los que huyen, la de los que se esconden. Son hombres y mujeres prisioneros del río, de sus misterios y sus trampas. Los invisibles, los que esperan agazapados. Están todos.
“Porque el río es lindo para los que vienen de visita. Pero si estás acá, llega un momento en que te tapa. Todo es río, y no tenés ni idea de si estás en tal o cual lugar: son todos iguales. (…) y si vas a favor o en contra de la corriente, te juega sucio: hace cosas raras”.
Por ejemplo a Julia se la comió el río. “Todo parece imposible en algún momento y lo es hasta que sucede”, reza el segundo cuento de la lista. Porque -según esta historia donde la protagonista es una fotógrafa que muere en circunstancias inexplicables- ahí afuera, donde están los que quedaron excluidos, los que no son aceptados, los perdidos, ahí en la nada, todo es eclesiásticamente marrón. ¿Tal vez para recordarles de dónde vienen?
El primer cuento, “El arenero”, fue Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo 2010. ¿El protagonista? Un hombre que consigue trabajo en un barco arenero y anhela reencontrarse con “la Colorada”, una mujer que está en otra, menos con él. Y pasa de todo. Y no pasa nada. Es un tira y afloje hasta el final, que te deja perplejo. “Se mata primero en la cabeza, y después el cuerpo se arrastra, se somete a la voluntad de lo que ya pasó”. Y tiene razón.
En Historias de río, editado por Apasionarte, es el agua la que rige los destinos de sus personajes. El río representa la existencia humana con sus deseos, sentimientos y debilidades. Con sus miedos, secretos y contradicciones. Es que detrás de los muelles solitarios se esconden quienes lo habitan. Lo cruzan. Lo desafían. Ripoll los hace hablar a todos y así deja al descubierto un lecho de barro: pantanoso y traicionero.
“Aquella noche había olor a muerte en el patio de la Rosalía. (…) parecía de embrujo”, empieza “La guampada”, el cuento número tres, que no querés saber cómo termina, “porque el río no tiene la piedad de los hombres”. Y no. No la tiene.
Las 139 páginas del libro de Ripoll se leen en un santiamén. Despliegan una narrativa ágil e hipnótica que logra meter al lector en cada una de las historias a través de sus diversos puntos de vista. El lenguaje tiene el pulso justo para darle vida propia al río y transformarlo en un personaje más.
“Cuando te caes al agua, el río se te hace grande. No importa cuánto tiempo tengas en el agua, para el río uno siempre es un intruso (…) siempre es un extraño”. Es una obra breve pero densa que invita a la lectura y te deja pensando si no sería un buen momento para ir cancelando la noche romántica que reservaste en aquella linda cabaña, con muelle privado, a orillas del río . No vaya a ser que lo que cuenta Ripoll esté basado en una historia real…
Quién es Gustavo Daniel Ripoll
♦ Tiene 55 años y vive en Tigre, Argentina.
♦ Es redactor especializado en textos literarios, corrector y autor.
♦ En 2010 ganó el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo, otorgado por Radio Francia y el Instituto Cervantes de París.
♦ Su vida se reparte entre la escritura , el dictado de talleres literarios y la programación de sistemas.