Cuando se habla de las Malvinas, es difícil no centrar la conversación en la guerra de diez semanas que empezó el 2 de abril de 1982 cuando la Junta Militar -que había tomado ilegítimamente el poder en Argentina- envió sus tropas para recuperar las islas del control británico. Pero, a pesar de la relevancia que ese conflicto bélico tuvo para el país y del lugar que tiene en la memoria colectiva, la historia de estas islas se remonta mucho más atrás.
Para ampliar la conversación al respecto, el historiador argentino y especialista en Malvinas Federico Lorenz escribió La balada de Jimmy Cross, una novela protagonizada por un marinero nacido en las islas a fines del siglo XIX. A través de la ficción, aunque con el rigor histórico que caracteriza toda la obra del autor, Lorenz aporta claves para repensar Malvinas más allá de la guerra del 82 y la sitúa en un contexto histórico, político y geográfico anterior.
“Cuando decimos Malvinas, básicamente estamos diciendo dos cosas. Malvinas como sinónimo de guerra, pero también algo que suele quedar bastante relegado, que es que las islas Malvinas son un archipiélago ubicado en el Mar Argentino que tiene una historia propia vinculada al continente, pero con sus características particulares, de la cual la guerra fue un episodio”, dijo Lorenz, exdirector del Museo Malvinas, en diálogo con Infobae Leamos.
En esta novela, publicada por Adriana Hidalgo Editora, el protagonista es un “isleño” cuya única patria es el mar. Su padre le enseñó todo lo que debe saber un marinero para sobrevivir en esas tierras inhóspitas, desde los secretos para navegar en una zona de archipiélagos tan accidentada hasta la frialdad necesaria a la hora de cazar lobos marinos o de matar para vivir. Una de las últimas cosas que su padre le dijo a Jimmy Cross antes de morir fue: “Por el mar se llega a cualquier lugar del mundo. Nunca te alejes de él”.
A medida que avanza la historia, sin nunca dejar de pintar a la perfección tanto los crueles paisajes como las duras personalidades que estos moldean, el autor parte del personaje de Jimmy Cross para ahondar en el rol que las islas Malvinas y sus pobladores tuvieron en grandes eventos históricos tanto argentinos como globales, desde la Primera Guerra Mundial, a la que el protagonista marcha a combatir para el bando de los ingleses a pesar de no sentirse parte del todo, hasta las huelgas obreras de 1921 en la Patagonia argentina, que pondrán a prueba sus ideales cuando se vea obligado a ponerse del lado de los más fuertes para perpetrar injusticias en contra de los más desvalidos.
La balada de Jimmy Cross, entonces, es una ficción que puede leerse como un libro de Historia. La novela amalgama las tres facetas de Lorenz: la de historiador, la de novelista y la de docente. Pero al poner el foco en otra parte de la cronología de las islas y no únicamente en su pasado más reciente -recordemos que la guerra sucedió hace cuatro décadas pero hay cinco siglos de historia para contar-, el autor contribuye una vez más a ampliar la conversación y así repensar las Malvinas a futuro.
En esta charla con Infobae Leamos, Federico Lorenz habló sobre la “causa sagrada por la recuperación de las Malvinas”, la importancia de la identidad de los habitantes de las islas, su papel en la Primera Guerra Mundial y las huelgas rurales de la Patagonia, el mar como parte fundamental de la Argentina, el lugar que Malvinas tiene en la educación y las campañas electorales hoy en día, y la necesidad de repensar el pasado de las islas para cambiar su futuro.
-Me pareció muy interesante la cuestión identitaria que se encarna en el personaje de Jimmy Cross, que no se identifica como argentino ni como inglés, sino como isleño. ¿Podrías hacer un repaso por los distintos gentilicios de los habitantes de Malvinas?
-Jimmy Cross efectivamente es un malvinense. Ellos se llaman a sí mismos falklanders, habitantes de las Falklands, que sería la traducción de malvinense. Y está también el gentilicio de kelper, que deriva de unas algas que crecen en Malvinas y que ha sido utilizado en una época de manera bastante peyorativa, pero para ellos hoy por hoy es sinónimo de identidad. Diría que es casi como el descamisado para el peronismo en los 40 y 50.
-¿Por qué es tan importante la identidad en esta novela?
-La cuestión de la identidad es central porque te lleva a preguntarte qué es lo que vuelve propio un lugar para las personas, desde el punto de vista diplomático-político, qué es lo que hace que, por ejemplo, una persona que vive en Tierra del Fuego o en Catamarca pueda decir, al igual que yo, que es argentina. Entonces creo que la idea de Jimmy, que se identifica como isleño pero que va a combatir por Inglaterra y que también va a construir toda una serie de lealtades a partir de su experiencia tanto en la guerra como en su trabajo como marino y como cazador de lobos, me permite también esbozar una idea en la que creo firmemente, y es que nadie es una sola cosa. Claro, eso torna bastante dificultoso cualquier tipo de posicionamiento. Más bien, introduce una cantidad de matices a cuestiones que suelen ser mucho más sólidas como las identitarias.
-¿Se puede pensar Malvinas más allá de la guerra?
-Todavía es difícil. Y esto tiene que ver con las características particulares del conflicto, con las miradas controversiales que hubo sobre el mismo inmediatamente después de que terminó y desde los primeros años de la democracia al presente, y también con que Malvinas y la recuperación de las islas es una causa nacional. Entonces eso tiñe en primer lugar cualquier aproximación al tema.
-¿Por qué todavía es tan complejo analizar el tema a fondo a 40 años de la guerra? ¿Es posible abarcar los cinco siglos de Historia de las islas sin centrarse únicamente en esas diez semanas?
-Lo primero que se aprende no es que es un archipiélago austral, parte de la provincia de Tierra del Fuego, sino que están en manos británicas, que fueron usurpadas, que hay que recuperarlas y que hubo una guerra allí. Entonces, yo creo que sería posible abarcar los cinco siglos de Historia de las islas, pero con un trabajo de desandar la intensidad de esa memoria de la guerra. Aunque fue hace cuatro décadas, están muy presentes todavía en la sociedad y particularmente entre los excombatientes, sus familiares y algunas fuerzas políticas. Entonces, lo importante es pensar que cuando decimos Malvinas, básicamente estamos diciendo dos cosas: Malvinas como sinónimo de guerra, y algo que queda bastante relegado, que es que las islas Malvinas son un archipiélago ubicado en el mar argentino que tiene una historia propia, vinculada al continente, pero con sus propias características, de la cual la guerra fue un episodio.
-¿Cómo se ve el tema de Malvinas en los colegios hoy en día? ¿Se habla? ¿Se sabe algo más allá de la guerra?
-Desde mi perspectiva como docente diría que Malvinas es probablemente uno de los temas más presentes en el sistema educativo pero de una manera bastante estandarizada. Claro que hay excepciones a esto. Se sabe que hay un reclamo, se sabe que hay una cantidad de cuestiones, pero no encarnan en una historia el archipiélago, o en tener más elementos para sostener ese reclamo. Lo que uno encuentra a veces cuando empieza a contar anécdotas de las islas o de las visitas a las islas, es que hay una curiosidad y una atención genuina, pero mucha sorpresa también.
-Uno de los temas más importantes de la novela es el mar, aunque también podríamos decir que es uno de sus personajes principales. ¿Qué papel ocupa el mar como parte del territorio de un país?
-La importancia del mar para cualquier país es nodal. Pero me atrevo a decir que en nuestra cultura, esta autorrepresentación de Argentina como país pampeano, el país del gaucho, el país agroexportador, ha puesto en un plano secundario, siendo generoso, la posibilidad de pensarnos como un país vinculado al mar. Para nosotros el mar es fundamentalmente un lugar de veraneo. Cuando hablamos de “la costa”, estamos pensando en el lugar donde vamos a vacacionar, no en un lugar que tenga una economía propia, con características regionales. Pensar el mar como territorio es un enorme desafío todavía para nosotros, porque creo que todavía lo vemos como lugar de llegada, de algún modo mantenemos la mentalidad del conquistador. Y el mar, o la costa mejor dicho, es sobre todo también un punto de partida, no solamente de llegada. Y cuando uno la piensa como un punto de partida, bueno, pues ve de una manera completamente diferente las relaciones con el resto del mundo.
-Otro de los ejes principales de la novela es el conflicto bélico: ¿cómo afectó la Primera Guerra Mundial a las islas?
-La Primera Guerra Mundial tuvo mucha influencia en Malvinas, porque hubo un gran combate naval, aguas afuera de Puerto Argentino, conocido como Puerto Stanley por los isleños. Recordemos que el canal de Panamá se inauguró recién a finales de 1914, por lo que antes de eso el paso bioceánico principal seguía siendo el Cabo de Hornos, el extremo austral de la Patagonia. Entonces, quien controlara los puertos en esa región, controlaba el paso. Es así que, para lo que era la escala de la población en Malvinas en esa época, fue fundamental su control.
-A medida que avanza la historia se vuelve notoria la preponderancia de los dueños de las tierras por sobre el Estado, que se hace a un lado o bien pone su fuerza en función de aquellos. ¿Cuál fue el rol de los terratenientes y cómo se conjuga con el del Estado en el marco temporal de la novela?
-El tema de los dueños de la tierra en la época en la cual transcurre la novela es central porque, en muchos casos, el capitalismo y los terratenientes tenían una presencia más fuerte y eficaz que la del propio Estado Nacional. Eso es palpable en la última parte de la historia, que está ambientada en el período de la gran huelga rural patagónica, los conflictos que se generan entre los trabajadores y los estancieros y el papel que el Estado jugó en ellos. Eso también va a ser un dilema para Jimmy Cross, pero a la vez también permite pensar esto que te decía hace un rato, la cuestión de las distintas pertenencias, a quién o a qué uno le es leal, llegado el momento. En ese entonces, institucionalmente hablando, el Estado no tenía un rol tan importante como el de los poderes fácticos que eran sobre todo los grandes estancieros.
-¿Cómo viste el tema Malvinas en las distintas campañas electorales?
-Puedo empezar por la última, donde una de las figuras que rodeaba a Javier Milei puso en duda la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. La causa sagrada por la recuperación de las Malvinas es un tema recurrente. En general lo que veo es que se apela retóricamente a Malvinas sin necesariamente explicitar cómo se va a hacer para cambiar el actual punto muerto, avanzar en las negociaciones o pensar integralmente Malvinas en relación con la región patagónica austral. Al igual que muchos otros temas de campaña, probablemente no hay tiempo para eso: alcanza con decir que las Malvinas son argentinas para lograr el objetivo deseado que es movilizar apoyos. Entre otras cosas, Malvinas siempre es una gran consigna política.
-A pesar de ser una ficción, por momentos La balada de Jimmy Cross puede leerse como un libro de historia. ¿Cómo fue la investigación para la novela? ¿Varió con respecto a tus otros libros por la distancia temporal?
-La investigación para este libro tuvo dos etapas. La primera fue un trabajo de archivo muy grande en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, en 2014. Tuve la posibilidad de acceder a muchos papeles que había archivado un encargado de la Falkland Island Company, con el objetivo de escribir una investigación sobre la vida en las islas. Luego hubo mucha investigación respecto a la vida en la Patagonia continental y de la historia política de la región, con mucha ayuda de gente de archivos locales. Tuve mucho apoyo para encontrar fotografías de las distintas localidades que menciono en las primeras décadas del siglo XX y, como a mí me preocupa mucho la idea de la verosimilitud, aquellos parajes mencionados en la novela son lugares que yo he visitado en persona o que he investigado fotográficamente.
-¿Qué herramientas ves en la ficción que no tienen, por ejemplo, los libros de Historia?
-Yo creo que un buen libro de Historia debería tener las mismas herramientas que la ficción. Tiene un límite, que es que no puede inventar cosas. Pero la ficción tiene una ventaja hoy, que es que tiene una gran cantidad de recursos narrativos que la historia ha ido dejando en el camino. Esto se traduce, para la gente que es historiadora y novelista, como es mi caso, en cierto tironeo, un problema de conciencia, dicho irónicamente. Pero básicamente la historia es una narración interpretativa.
-¿En qué sentido?
-Escribir una ficción, por lo menos como yo lo concibo, es dar una visión sobre el mundo, anclada a una historia, con lo cual, forzosamente, conlleva una interpretación también. Esto, que parece un juego de palabras, vuelve al punto inicial de la respuesta, que es que lo que a mí me gusta de escribir ficción como historiador, para ponerlo en primera persona, es que de algún modo recupero el placer de los primeros libros de historia que leí, que eran grandes relatos, eran muy buenas narraciones. Es muy difícil aburrirse leyendo Historia si está bien escrita.