“Adán Buenosayres”: la novela que avergonzó a sus protagonistas y que le valió insultos a Cortázar sólo por recomendarla

La obra de Leopoldo Marechal acaba de ser reeditada,a 75 años de su primera edición. Está basada en el “Ulises”, de James Joyce, y recorre el territorio porteño. Los personajes están basados en amigos del autor que renegaron de la narración.

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Leopoldo Marechal fue parte del grupo martinfierrista durante los años 20 del siglo XX en Buenos Aires.
Leopoldo Marechal fue parte del grupo martinfierrista durante los años 20 del siglo XX en Buenos Aires.

En 1949, un joven escritor llamado Julio Cortázar leyó una novela que le gustó y escribió una reseña en la revista Realidad. Dijo: “La aparición de este libro me parece un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas, y su diversa desmesura, un signo merecedor de atención y expectativa”. Al día siguiente y durante dos semanas, a Cortázar lo llamaron por teléfono amigos y desconocidos para putearlo. El libro en cuestión era Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal.

Para entender lo que pasó con la obra magna del autor porteño, de la que se cumplen 75 años, hay que ubicarse en el contexto. El clima intelectual de la época no era el mejor. El peronismo había llegado en 1945 para cambiarlo todo, aunque el rechazo generalizado hacia el Adán Buenosayres requiere una explicación más completa: pese a que el propio Marechal se había hecho peronista, los “compañeros” no lo aceptaban porque también era católico, y los conservadores de Sur no lo aceptaban porque era peronista.

Los años dorados

Rilke escribió que en el fondo todo se trata de haber tenido, aunque sea una vez, una primavera sagrada. La primavera sagrada de Marechal fue la bohemia martinfierrista de los años 20, movimiento que nucleó a escritores como Jorge Luis Borges, Norah Lange y González Tuñón, entre otros.

A diferencia de lo que pasa ahora, con periodistas y autores que escriben desde sus casas sin conocer al de la firma de al lado, en aquel entonces participar de las revistas literarias implicaba juntarse durante horas en un café con amigos, discutir ideas estéticas y políticas. En el caso de Martín Fierro también significaba ser adversarios del grupo Boedo, que se juntaba en el bar El Japonés. Los años de Martín Fierro son, para Marechal, los años dorados de juventud que después va a evocar, pasados por el colador de la mitificación homérica y de la nostalgia, en Adán Buenosayres.

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De hecho, los personajes de la novela son sus amigos de juventud. Schultze era Xul Solar, Samuel Tesler era Jacobo Fijman, Solveig Amundsen era Norah Lange. La dedicatoria del Adán es: “A mis camaradas martinfierristas, vivos y muertos, cada uno de los cuales bien pudo ser un héroe de esta limpia y entusiasmada historia”. Por eso se puede decir que Adán Buenosayres es no solo la novela de una ciudad y de un despertar metafísico, sino también la novela de una generación que ya en el momento de su publicación no existía.

La novela sigue a Adán en su caminata por la urbe porteña, donde se describen los personajes típicos: comerciantes, vagabundos, buscavidas, inmigrantes. Marechal, porteño de nacimiento, había pasado su infancia en Maipú, y cuando se juntaban los amigos decían “Llegó Buenos Aires”, de ahí el título de la novela.

El escritor nació en el año 1900, con el nuevo siglo, en una familia trabajadora. De alguna forma, su novela es una representación de la primera mitad del siglo XX: es una obra modernista, barroca, ambiciosa, neoplatónica, que busca narrar la totalidad, tal como lo hizo James Joyce con el Ulises en 1922. Para César Aira, el parecido con la obra del irlandés es tan evidente que lo califica de “calco”.

Procesar el presente

En 1929, Marechal hizo el viaje iniciático de todo escritor latinoamericano: viajó a París. Allá tuvo la oportunidad de meterse en los ambientes intelectuales y bohemios, conectar con las vanguardias culturales y conocer, entre otras personalidades, a Picasso, Héctor Basaldúa, Antonio Berni y Raquel Forner. A fines de ese mismo año, mientras en Wall Street se desataba la crisis que empujaría al mundo al pozo de la miseria, en alguna mesa de los cafés parisinos Marechal empezó a escribir Adán Buenosayres, que recién se publicó en 1948, diecinueve años después.

Primera edición de "Adan Buenosayres" (Editorial Sudamericana,1948)
Primera edición de "Adan Buenosayres" (Editorial Sudamericana,1948)

El hecho de que los escritores tarden tanto en procesar el presente puede ser una ventaja, porque se inmunizan de las modas, pero también puede ser una desventaja. Abelardo Castillo tardó treinta años en escribir Crónica de un iniciado, novela completamente extraordinaria empezada en los 60 y publicada en 1991, cuando el panorama literario se había alejado hacía rato de las novelas totales y existencialistas.

En el caso de Marechal, lo que le pasó se parece a cuando alguien quiere reírse diez o quince años después de los mismos chistes que hacía con sus amigos de secundaria, y descubrir que ahora esos amigos no solo no se ríen, sino que se parecen a aquellos de quienes se reían. A tal punto le dieron la espalda que en la reedición de la novela Marechal quitó la dedicatoria a sus amigos martinfierristas.

En busca de la tradición

Eran años en los que se discutía la identidad latinoamericana. ¿Qué significaba ser un escritor argentino? ¿Había que escribir sobre temáticas nacionales? ¿Hablar del gaucho, como lo hizo José Hernández en el gran poema nacional? En la década del ‘50 Borges pronunciaba su famosa conferencia en la que declaraba, marcando un antes y un después, que el escritor argentino tiene derecho a retomar la cultura occidental con la libertad de que, por pertenecer a la periferia del mundo, nadie lo está mirando.

En los años anteriores Marechal ya pensaba en estas cuestiones, y eso se nota en Adán Buenosayres desde el título: Adán es el primer hombre, el que atraviesa la cultura oriental y occidental, en el nuevo ambiente de la ciudad argentina. Había que poner a los literatos porteños en diálogo con escenas homéricas como La odisea, referencias bíblicas y hasta egipcias. Un ejemplo: “Para el filósofo villacrespense, el alma de Juan Robles había sido conducida por Anubis, el de cabeza de chacal, hasta la ineluctable balanza de los méritos y los deméritos: el corazón del finado se veía ya en uno de los platillos, y gravitaba en el otro la férrea pluma de la Ley”.

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Y no solo eso. Había que “literaturizar” Buenos Aires, cargar la ciudad de densidad poética como antes se hizo con París y con Londres, y sobre todo como hizo Joyce con Dublín. A Marechal no le interesaba la pura ciudad, como a Arlt, ni el campo, como a la literatura gauchesca; le interesaba, como a Borges, la periferia, el punto en que se funde lo urbano con lo rural.

Escribe Marechal sobre el barrio de Saavedra, que por entonces era un sector poco poblado: “El turista que volviendo sus espaldas a la ciudad aventura los ojos en aquel paisaje, no tarda en sentir un vago sobrecogimiento de pavor: allí, sobre un terreno desgarrado y caótico, se alzan las últimas estribaciones de Buenos Aires [...]; allí, prometida del horizonte, asoma ya su rostro la pampa inmensa que luego desplegará sus anchuras hacia el Oeste bajo un cielo empeñado en demostrar su propia infinitud”.

Como se suele decir, el tiempo pone las cosas en su lugar. Pasaron años de ostracismo y encierro en los que Marechal vivió excluido de la cultura local; la novela tuvo que esperar hasta 1965, con el peronismo derrocado y la publicación de su otro libro, El banquete de Severo Arcángelo, para encontrar el éxito que merecía. Solo entonces Marechal entró en el canon de la literatura argentina, en parte gracias a la revista Contorno, dirigida por David Viñas, que revisitó su obra.

Escribió Marechal en el prólogo de su novela: “Todos los personajes de este relato levantan una estatura heroica”; lo mismo podría decirse de la novela en sí misma, que hoy, 75 años después, mantiene su estatura heroica. Vale preguntarse si un lector de esta época se siente atraído por novelas de estatura heroica o por relatos de estatura humana, cotidiana. Pero esa es otra discusión.

Quién fue Leopoldo Marechal

♦ Nació en Buenos Aires en 1900 y murió en la misma ciudad en 1970.

♦ Fue poeta, dramaturgo, novelista y ensayista.

Adán Buenosayres, aunque rechazada al momento de su publicación, es una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo XX.

♦ Entre sus libros más destacados se cuentan también El banquete de Severo Arcángelo y Megafón, o la guerra.

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