Todas las familias ocultan algo. Secretos, pactos de silencios y situaciones que se repiten tejen una suerte de “guión familiar” que se transmite de generación en generación. El resultado: traumas. ¿De qué manera se repiten esos secretos? ¿Qué consecuencias tienen en las generaciones posteriores? ¿Qué daños emocionales conllevan? Y algo fundamental: ¿Cómo dejar de repetirlos para sanar? Sobre esto escribe Analía Forti en su último libro Secretos de familia, que se puede descargar gratuitamente por una semana desde la plataforma digital Bajalibros.
Forti tiene una amplia trayectoria académica y profesional, con más de 20 años de atención en su consultorio en el “el 90% de las consultas tienen que ver con pareja y familia porque el amor, la empatía y la escucha son los recursos que más escasean hoy”. Forti es Magister en Psicología Social y Licenciada en Ciencias para la Familia por la Universidad Austral. Además, es directora del Centro Argentino de Ciencias para la Familia, consultora psicológica especializada en Logoterapia y análisis existencial.
Autora de dos libros Poder sobre tu vida y Reflexiones, en Secretos de familia, pone el foco en los vínculos transgeneracionales, que suelen atraparnos en repeticiones de conductas y situaciones, como una lealtad invisible que nos asemeja fatalmente a nuestros ancestros. Con una perspectiva familiar sistémica, Forti da herramientas y ejercicios sencillos para explorar el propio árbol genealógico, entender cómo funcionan los sistemas familiares y sanar la historia personal.
¿Cuántas veces no encontramos origen a alguna enfermedad, dolencia o repetimos patrones? Parejas que parecen cortadas por la misma tijera, los mismos problemas o algunos traumas sin explicación biológica o médica. Ahí interviene lo terapéutico. ¿Y cómo cortar el trauma? Forti da la valiosa clave en diálogo con Infobae Leamos: “Somos parte de un hilo conductor que tiene que ver con nuestro linaje” y sigue: “nombrar lo que se oculta bajo la alfombra es el primer paso para parar una repetición”.
“Lo que se calla en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo”, reza la famosa cita de la psicoanalista francesa Françoise Dolto y el libro Secretos de familia parte de esa idea, además de las profundas tesis de Sigmund Freud, Pichón-Rivière, entre otros. ¿El objetivo? Ayudar a soltar el sufrimiento heredado de neustros ancestros, liberarnos de los secretos familiares que nos humillan o molestar y aligerar nuestra mochila emocional.
―En Secretos de familia escribís sobre la transmisión de un “guión familiar” de generación en generación, una repetición. ¿Qué nos hace repetir un trauma?
―Lo que no elaboramos. Lo que vivimos pero no logramos elaborar tendemos a repetirlo. A esto se le suman las memorias transgeneracionales, las memorias a nivel intrauterino, las huellas mnémicas y las que no logremos elaborar, las vamos a repetir y mucho más cuando hay secretos. Lo que no se nombra o al fantasma que no se le saca la máscara queda en nuestra historia. Por ejemplo, saber que en tu familia hubo una situación que sucedió en generaciones anteriores, que causó dolor y provocó un trauma. No ponerle palabras, ni reconocerla, ni validar el dolor del otro, ni siquiera inscribirla como parte de tu historia, hace que se repitan.
―¿Cómo se identifica una problemática que arrastramos de generaciones pasadas?
―Cuando empezás a darte cuenta que hay determinado patrón en tu vida que repetís. Te doy un ejemplo. Cuando elegís una pareja y te empezás a dar cuenta que cuando iniciás una relación hay una determinada situación que se repite es porque, de alguna manera, inconscientemente hacés una misma elección en personas diferentes. Pero el patrón aparece y reaparece. No es casual que estés eligiendo siempre lo mismo.
―¿Entonces?
―Cuando alguna circunstancia de tu vida se empieza a repetir o aparece una situación problemática con frecuencia, ahí hay algún mensaje que se está trayendo. Allí hay que mirar un poquito más allá de lo evidente. ¿Sabés dónde se ve mucho? En cuestiones vinculadas a la maternidad, dificultades con la fertilidad, enfermedades que se repiten transgeneracionalmente, y que no tienen que ver con una cuestión hereditaria, sino que simplemente aparece ese patrón que se repite.
―¿Cómo romper con esas repeticiones?
―El primer punto es poder empezar a nombrarlo. Es muy peligroso esconder lo que sea debajo de la alfombra de tu vida, negarlo, mantener las cuestiones ocultas, estos secretos familiares. En definitiva, son secretos porque producen vergüenza, humillación. Cuando podés abrir, nombrar, reconocer, validarte y reconocerlas como parte de tu historia, ahí empezás a elaborar y a aceptar. Ahí termina la repetición.
“La dependencia emocional siempre es esclavizante, acota tu libertad”
―La palabra “decisión” es clave en toda tu obra, ¿cuál es el primer paso que hay que dar para tomarlas? No siempre es fácil.
―El ser humano no puede no decidir. No hay manera de huir de decidir. Somos libres con una libertad condicionada. No es irrestricta y va de la mano de la responsabilidad. Aún cuando crees que no estás decidiendo nada estás tomando una decisión, que es la de no decidir, estás dejando que el statu quo permanezca. ¿De qué manera decidir siendo responsable? Encarnándolo en actos. Porque aún cuando me cause vergüenza o me genere de alguna manera incomodidad, nombrar las cosas es mostrar mi vulnerabilidad humana y eso te hace responsable de tu historia, te humaniza. Porque el ser humano no es perfecto, es perfectible. Estamos en un proceso constante de transformación.
―En Secretos de familia, una palabra frecuente es “silencio”, ¿siempre es condenatorio?
―El silencio no siempre es condenatorio y puede ser utilizado de distintas maneras: como castigo, como una estrategia de cosificación, como violencia. Lo que se conoce como la “ley del hielo”. Se trata de dejar de hablarle al otro para quitarle la entidad. Pero el silencio también puede ser un espacio de resonancia, para escucharse a uno mismo o para que resuene lo que dije. Con el silencio doy lugar a la reflexión, al vínculo. Cuando el silencio es saludable se le ponen palabras, es decir, te hago saber que vamos a tomarnos un silencio.
―¿Qué sucede cuando repetimos vínculos tóxicos o relaciones violentas? ¿Cómo elegir entre un entorno conocido plagado de “red flags” y el miedo de saltar al abismo?
―Cuando te quedás en una relación, en un vínculo de cualquier tipo, de pareja, laboral, de amistad, simplemente porque es conocido, empezás a establecer un estado de dependencia. Y la dependencia emocional siempre es esclavizante, acota tu libertad. Y aunque no te sentís pleno o ves posibilidades de despliegue, no cortáss para no asumir el riesgo de ir a lo nuevo. El ser humano no se lleva bien con la incertidumbre: necesita tener controladas la mayor cantidad de variables posibles para tener cierta tranquilidad. Sin embargo, es una trampa mortal porque no tenemos el control de todo. Lo que tenemos son fantasías de control pero hay que abrazar la incertidumbre.
―Entonces, ¿cómo salir de estas relaciones? ¿Cómo dejar de repetir el patrón?
― La zona de confort se convierte en una incómoda comodidad. Nos sentimos dentro de una jaula conocida, pero que oprime. Es una comodidad en que nos decimos que hay algo que queremos cambiar pero no queremos asumir la responsabilidad del salto. Ese es el momento de tomar la decisión. Cuando miramos ese vacío nos resulta aterrador porque no sabés dónde vas. Se nos aparece como infertil, como caer a la nada. Sin embargo, cuando salimos de la zona de confort, construimos recursos y habilidades nuevas y ese vacío infertil se va a transformar en uno fértil. Nuevos recursos para afrontar nuevas situaciones y ahí está el crecimiento.
“Estamos cayendo en profundos estados de depresión y ansiedad, que tiene que ver con el vacío existencial”
―Los límites es otro tema del libro, ¿cómo establecerlos sanamente ante relaciones tóxicas?
―Tenes que poder aceptar la desaprobación, el alejamiento y el enojo del otro frente al límite que establecés. Vale decir, tenes que poder sostener el no ser querido, no aprobado, no aceptado y no elegido. Porque la primera cosa que sucede cuando vos estableces un límite es que vas a empezar a conocer la espalda de muchas personas. La persona que se ofende o se molesta frente a un límite establecido solo se puede vincular desde el abuso, porque los límites son parte de las relaciones interpersonales.
―En el libro hablás sobre el vacío existencial y cómo ganarle al dolor, ¿qué hacer ante la apatía? ¿Cómo influyen las redes sociales en este sentimiento?
―Influye muchísimo. Hay un impacto muy negativo de las pantallas y las redes, que te llevan a tener que estar, mostrar, brindar todo el tiempo contenido y a tener que parecer para pertenecer. Entonces en todo esto se diluye la posibilidad de ser. En los procesos de orientación vocacional en adolescentes es muy frecuente escuchar que quieren ser “millo”. No se dejan interpelar por la vida para poder dar respuesta y decidir el sentido de su existencia. Estamos cayendo en profundos estados de depresión y ansiedad, que tiene que ver con el vacío existencial.
―¿Qué hacer frente a la ansiedad de la inmediatez? ¿Cómo romper esa lógica?
―El primer paso es el autoconocimiento: saber quién sos, qué te gusta, cuál es tu proyecto de vida. Otro punto es desarrollar la tolerancia a la frustración. Si yo conozco cuál es mi para qué, cuando me encuentro con obstáculos y con adversidades, voy a perseverar, voy a persistir. Cuando me acostumbro a estar a un clic de todo, ante el primer obstáculo me derrumbo, me frustro. Hoy nos encontramos frente a una generación que tiene muy baja la tolerancia a la frustración, una problemática muy importante. La vida frustra y hay que afrontar el día con tus recursos internos.
―¿Qué estrategias pueden llevar a cabo los padres?
―Para romper esas lógicas, los papás deben intentar no dejar a los chicos en el jardín hasta las cuatro y media de la tarde y que tengan 415 actividades después. Parece que tenemos que tener planes preparados para este fin de semana y para el que viene y para las vacaciones de invierno. Hay que volver a la posibilidad del tiempo libre sin planes. No tiene que haber siempre planificación, ni estímulo, color, sonido, pantalla, movimiento, ruido. Es necesario un poco de quietud y de tiempo para que el niño se pueda encontrar con él mismo, con sus recursos, sus habilidades, con qué le gusta hacer y con la posibilidad del aburrimiento. Esto lleva a adultos sin registro.
―¿Por ejemplo?
― Te encontrás con cuestiones que los preocupan como no saber si están teniendo algún problema cognitivo o neurológico. Muchos olvidos, grandes niveles de estrés, con demasiada demanda del afuera y la consciencia, así, no está en el presente. Empecemos con los niños si queremos hacer una transformación social para romper con la lógica del consumo. Necesitamos cada vez más adrenalina, cada vez más estímulo, cada vez sentir más sensaciones de todo.
―Y eso es lo que genera ansiedad
―Es una característica de la época que tiene que ver con que nada es suficiente. Estamos en la sociedad de la ansiedad. Te despertás a la mañana y ya tenés que estar con todo, tenés que estar con la última noticia, tenés que estar chequeando todas las redes, whatsapp, más contenido, más likes. Cada vez hay más de todo y menos tiempo, reflexión, paz interior y sentido. La sociedad no te permite estar herido, no habilita el dolor, exige estar todo el tiempo bien. Está bien que te tomes el tiempo hasta repararte y después vas a poder estar nuevamente bien y reconectar, pero no se puede vivir en el exitismo permanente.
―Los discursos de odio son un signo de la época y en tu libro Poder sobre tu vida hay una frase que dice que “la hispocresía es más virulenta que el odio”, ¿por qué?
―El odio es peligroso y destructivo pero tiene una sola cara y una capacidad de mostrarse y expresarse de manera evidente tal como es. La hipocresía te exige una doble cara y por eso es más virulento. Implica enmascarar ese sentimiento aversivo que podés tener. Con la hipocresía te presentás desde un lugar enmascarado y uno está más vulnerable. A veces tendemos a preocuparnos muchísimo más por lo que parece evidente y explosivo pero la hipocresía es más peligrosa.
Así empieza “Secretos de familia” (Fragmento)
Las familias son sociedades y en ellas siempre existe algo que se oculta, que se calla, que se silencia, que queda en sombras. Lo que se oculta se vuelve un “secreto de familia”, una cripta, la “caja negra” de ese grupo familiar. El “Secreto Familiar” es una muralla imaginaria que divide y separa, de un lado están quienes lo saben y al otro lado los que lo desconocen.
El “secreto familiar” es el legado de lo inconfesable. No heredaste solamente ese vajillero de roble claro con la tapa de mármol rosado y los herrajes en bronce de la abuela, ni el anillo con la piedra de aguamarina de tu tía paterna que no tuvo hijos, ni las herramientas de tu papá ni el cintillo de tu madrina. Heredaste los objetos y su carga, el peso de esos objetos es el propio y el de aquellos a quienes pertenecieron.
Heredás también la historia conocida de esos objetos y las historias no relatadas que los involucraron. En el mejor de los casos los heredás y en el peor los tenés que pedir, luchar o batallar judicialmente por ellos, aumentando aún más la carga de la que vienen investidos.
Esos recuerdos de familia, guardan secretos no dichos y junto con ellos, quienes nos antecedieron nos pasan mandatos. La tarea es develar los secretos familiares que ocultan cada uno de ellos. Qué documento importante se escondía en el último cajón de ese vajillero, cuál es la historia del cintillo y cómo entró a la familia, que se reparó o se construyó con esas herramientas, ese anillo de la piedra aguamarina de la tía paterna que no tuvo hijos cómo llegó a la familia y qué representaba para ella…
Se trata de conocer la verdad para no continuar transmitiendo secretos, fantastmáticas familiares no develadas y silenciadas que habitan la novela familiar de lo que nunca jamás se sabrá. La historia familiar nos pertenece, la verdadera historia familiar con todo lo no dicho es tan nuestro como el mantel que la abuela colocaba en la mesa de Nochebuena cada 24 de diciembre.
Toda familia guarda secretos. Todas, sin excepciones. Si creés que la tuya no, es simplemente porque todavía no los descubriste, pero ahí están escondidos en el silencio de algún miembro del clan. Los secretos familiares funcionan como “pactos siniestros” entre los miembros del clan, siendo el mandamiento primero “No hablarás”.
No se habla de lo sucedido, de lo vergonzante, de lo inaceptable y quien rompe el pacto es excluido por el clan a causa de la traición. Debe respetarse el secreto para preservar la paz, aun cuando generaciones posteriores lo lleven como síntoma en su cuerpo.
Son “cuestiones de familia” que deben permanecer silenciadas dentro del clan y ser cargadas generación tras generación. De eso no se habla.
Quién es Analía Forti
♦ Nació en Buenos Aires.
♦ Es Magister en Psicología Social y Licenciada en Ciencias para la Familia por la Universidad Austral.
♦ Es directora del Centro Argentino de Ciencias para la Familia y se desempeña como consultora psicológica especializada en Logoterapia y Análisis Existencial. A su vez, es terapeuta Gestalt y mediadora familiar. También ha brindado numerosas conferencias sobre familia, vínculos y violencia, entre otros.
♦ Publicó los libros Reflexiones y Poder sobre tu vida.