Del célebre escritor y psicoanalista argentino Federico Andahazi, autor de libros como El anatomista y de El conquistador, llega a librerías su última novela, Psicódromo. La historia se establece en un escenario real signado por la inestabilidad y la frustración en el que una serie de personas cruzan sus caminos para comprometerse a desentrañar el origen de sus problemas y resolverlos.
Este itinerario bajo el cielo urbano, que es también un camino hacia el interior de todos nosotros, nos mantiene en movimiento y nos ayuda a encontrar salidas y respuestas universales a nuestra situación en un mundo cada vez más difícil de vivir y de comprender.
La trama habla de un hombre llamado Eliseo Fainzilber, un psicoanalista retirado que se ocupa de vender antigüedades en la tienda de su esposa, Martina Paz. Un día queda desahuciado de su casa y de su tienda: sus tarjetas y cuentas bancarias han sido cerradas por su mujer debido a la cantidad irresponsable de deudas que Eliseo ha contraído para mantener la tienda de antigüedades funcionando.
De un día al otro, Eliseo se encuentra durmiendo en la estación de tren de Coghlan. Los únicos objetos materiales con los que cuenta son una muda de ropa y dos libros, uno de Aristóteles y otro de Diógenes Laercio. En la estación de tren conoce a un pordiosero que le enseña a vivir en la calle.
Eliseo se encuentra casualmente con una expaciente, Eleonora, quien insiste en retomar las sesiones suspendidas veinte años atrás, cuando su psicólogo había tomado la decisión de abandonar la profesión por motivos personales y profesionales. Sin embargo, Eliseo no cuenta ya con un consultorio donde retomar sus sesiones.
El vagabundo vecino de la estación le aconseja, entonces, seguir las enseñanzas de Aristóteles y sus peripatéticos, y las de Díogenes de Sínope, quienes acostumbraban a enseñar filosofía a sus alumnos al aire libre, mientras caminaban. Fainzilber retoma su profesión e inaugura lo que él da en llamar el “psicódromo”, un nuevo tratamiento analítico que consiste en caminar por las calles de Buenos Aires mientras se lleva a cabo el proceso terapéutico.
Una novela que pasa por todos los temas
En su desarrollo a través de 35 capítulos, Psicódromo pasa por muchos temas: el constante paralelismo entre la Buenos Aires actual y la Grecia antigua de filósofos como Aristóteles, Diógenes, Heráclito; temas bíblicos tales como “La última cena”, “La expulsión del paraíso” (inspirado en el Génesis), “Las llaves del templo” (en referencia al templo de Salomón), Agustín de Hipona y su solvitur ambulando, frase en latín que significa “se soluciona caminando”. Asimismo, habla de la corriente cínica de Diógenes de Sinope, la cual enseña a vivir en acuerdo con la naturaleza, rechazando los deseos de riqueza, poder y fama.
La filosofía de Psicódromo nos enseña a llevar una vida simple, sin necesidad de apegarse a las posesiones materiales. Desrespetar las convenciones sociales abierta y “cínicamente”, como aquella imagen del libro en la que uno imagina a los perros pulgosos de Diógenes orinando sobre la base de las esculturas griegas del liceo aristotélico.
La obra viaja por el tiempo constantemente, del pasado al presente y viceversa: “El mundo de las intenciones, la conciencia y la fe no era más que una ilusión. La fuerza oculta que movía a las personas estaba hecha de instintos ancestrales, memorias atávicas y de memorias misteriosas. Tendido al costado de las vías, veía pasar las ruedas del tren, mucho más sólidas y contundentes que su frágil existencia y sus volátiles decisiones”.
El mismo Eliseo Fainzilber parece ser una reencarnación de Diógenes en la actualidad. También existe la asociación de una caída al vacío con el propósito de aprender de la vida, con una posterior salida del “inframundo” que convierte a Eliseo en una persona más elevada. De El viaje del héroe, de Joseph Campbell, hallamos un personaje principal que inicia un viaje iniciático en el que se pierde y se vuelve a hallar durante el desenlace, después de pasar por duras pruebas, desarrolladas en 17 etapas.
El analista
En diálogo con Infobae Leamos, Andahazi explicó cómo surgió la novela y por qué es tan importante conectar constantemente el pasado y el presente, a la vez que los vincula con el título de la novela. “Psicódromo tiene una prehistoria real. Yo siempre digo que soy un caminador, antes de ser un escritor. Digo antes, de manera cronológica, porque siempre, antes de sentarme a escribir, salgo a caminar por lo menos una hora por día. En una de esas caminatas, me acalambro, paro en un árbol a alongar una pierna, y entonces en ese momento me cruzo con una mujer y me dice: ‘aprovecho que estás acalambrado para decirte que yo leí varios de tus libros, yo sé que sos psicoanalista, sé que no estás atendiendo pacientes, pero yo me quiero analizar con vos’”.
Andahazi cuenta que aceptó la propuesta ya que la idea tocó una cuerda en la que él ya venía pensando hacía un tiempo: “Venía pensando en Aristóteles, en los peripatéticos, que concebían el acto de conocer en el mismo acto de caminar. Conocer y caminar son uno solo. Pensaba también en la Antigua escuela de Diógenes, filósofo que también era un caminante que, además, tenía la particularidad de pensar a la intemperie. No tenía nada, estaba despojado de todo, vivía en un cántaro, literalmente vivía en la calle. Y también tenía un circuito por esos lugares que hoy es la Acrópolis de Atenas, por el cual caminaba”.
El autor también reflexiona que el ser humano se quedó quieto hace muy poco tiempo, a pesar de tener genes nómades: “Estamos hechos para caminar largas distancias. Cuando el ser humano inventa la agricultura, se queda quieto para cuidar sus cultivos y le pasan tres cosas: se vuelve obeso, se vuelve acumulador y se vuelve neurótico, empieza a pensar mucho más de lo necesario, en cuestiones completamente inútiles, que en general tienen que ver con su propia persona”.
Así, con esa primera paciente, el autor de la novela inaugura lo que ellos dieron en llamar el Psicódromo, un circuito que recorre Avenida Melián, Estación Coghlan, Naón y Avenida de Los Incas. Luego reflexiona en que el consultorio aísla al paciente y lo extrae del universo cotidiano en el cual se mueve. Él llegó a la conclusión de que caminando es mucho más rápido llegar a un diagnóstico. Una fobia se puede identificar más fácilmente en la calle, porque es el lugar donde, en general, se desatan las fobias. También menciona que cuando el paciente y el analista caminan, se liberan otros procesos químicos y la escucha es mucho más fértil dado que es un diálogo lateral, lo cual facilita mucho más la escucha necesaria para el proceso psicoanalítico.
Además, Andahazi ahondó en el vínculo entre el término “psicódromo” y “psicodrama”, en el sentido de que la calle se convierte en un escenario y el profesional se convierte en un espectador de su paciente, lo cual desvela el drama: “El ámbito de los dramas suele ser el ámbito público, el psicodrama en Argentina fue popularizado por Tato Pavlovsky, que también era escritor y dramaturgo”.
Respecto de la situación actual del país, el escritor contó que las novelas suelen tener varias capas de lectura, porque efectivamente muchos lectores le hacen notar este paralelo entre la trama y el momento político y social que vive la Argentina. Por una parte, el fantasma, el temor que tienen tantos argentinos de quedarse en la calle, cosa que además está sucediendo.
Según su parecer, la cantidad de gente que hay viviendo en la calle es impresionante. Mucha de esa gente era de clase media, jubilados que no les alcanza la jubilación para alquilar un monoambiente. Muchos vieron en este hecho de su personaje Eliseo al quedarse en la calle, este fantasma de tantos argentinos.
Por otra parte, muchos lectores vincularon los tres personajes que componen los pacientes de Eliseo con una metáfora del pueblo argentino. El personaje Equis perdió la memoria a punto tal de no recordar ni su propio nombre: “Eliseo dejaba que fuera Equis quien decidiera el camino. Sin saberlo, aquel recorrido empezaba a unir los puntos ciegos en la memoria de ambos. Los recuerdos de uno se enlazaban con los olvidos del otro. Los pasos de Equis los condujeron a Once”.
Hay quienes ven en este personaje que sufre de amnesia, una metáfora de la sociedad argentina, ya que parece que todo el tiempo nos estamos olvidando de nuestro pasado inmediato. Así que volvemos a cometer una y otra vez los mismos errores. Es una sociedad amnésica con una memoria muy cortita, bastante parecida a la memoria de Equis. “Es increíble como la vida reproduce a la literatura”, concluye Andahazi.
“Psicódromo” (fragmento)
—He venido a darte mi pésame —le dijo Diógenes de Sínope a Aristóteles.
—¿Quién ha muerto?
—Tú, Aristóteles. Hace tiempo que eres un cadáver apoltronado y bien alimentado. Desde que erigiste este palacio has dejado de caminar y te has vuelto gordo, estúpido y codicioso.
El tono cáustico de Diógenes de Sínope resonaba contra los mármoles del Liceo de Atenas. Su fundador permanecía reclinado en su sillón con fingida indiferencia. Nunca nadie se había atrevido a hablarle de ese modo. Diógenes no había llegado solo, lo seguían tres perros mugrientos que olisqueaban los pedestales de las esculturas y orinaban los fustes de las columnas.
El vagabundo más célebre de Atenas se rascaba la barba enmarañada con la misma fruición con que sus perros intentaban quitarse las pulgas. Aristóteles, sin abandonar el papel de anfitrión, lo miraba impávido. Diógenes tenía los pies sarmentosos, sucios y llagados. Los de Aristóteles, en cambio, eran redondos, pequeños y limpios. Los llevaba envueltos en unas sandalias de piel de cordero tan delicadas que no parecían hechas para entrar en contacto con el suelo.
—¿A eso viniste, Diógenes, a hablar de mi aspecto?
—No, no he dicho solo eso. Dije, además, que te has vuelto estúpido y avaro.
Uno de los perros había descubierto una patena con restos de comida sobre un trapezóforo y, parado en dos patas, intentaba llegar a ella con la lengua. Diógenes vio la escena, se acercó, tomó una pata de pavo de la bandeja, arrancó con los dientes la carne que estaba pegada al hueso, se la quitó de la boca, la repartió entre los perros y se reservó los huesos para sí. Los quebraba ruidosamente entre las muelas y extraía la médula.
—Diógenes, te has convertido en un perro…
—No, te equivocas; siempre lo he sido. Pero mejor preocúpate por ti que te has convertido en un cerdo.
Quién es Federico Andahazi
♦ Nació en Buenos Aires en 1963. Es psicólogo y escritor.
♦ En 1996, su novela El anatomista fue finalista del Premio Planeta. Luego se convertiría en un enorme éxito de ventas.
♦ Entre sus libros se cuentan El príncipe, La ciudad de los herejes y Las Huellas del Mal.