El escritor colombiano Mario Mendoza cumplirá en enero de 2024 sus 60 años, habiendo dedicado más de 30 al oficio de la escritura, gozando de ser uno de los autores más leídos del país y uno de los más influyentes entre los lectores y lectoras durante casi dos generaciones. Hoy disfruta de haber gestado una obra diversa, abarcando una amplia gama de géneros, que se propaga entre las librerías, bibliotecas y calles como si fuera una gripa, contagiando a todo el que alcanza, o como un llamado, en palabras del propio escritor, al cual algunos atienden y otros no.
Recientemente, más concentrado en la escritura de cómics, el autor nacido en Bogotá, célebre por títulos como Satanás, Relato de un asesino, Buda Blues o La importancia de morir a tiempo, vio como cuatro de sus obras eran adaptadas al cine, de la mano del director Juan Felipe Orozco, y gozó con la recepción del público hacia la película que, bajo el título Los iniciados, no pudo haber sido mejor. Si bien la cinta ha recibido críticas mixtas, los lectores y lectoras de Mendoza, los de siempre, se encargaron de situar rápidamente esta producción entre las más vistas en la historia de Prime Video para Latinoamérica.
Pronto, la película llamó la atención de la audiencia en países como Estados Unidos y España, marcando un hito, no solo para la cinematografía colombiana, sino para la carrera del propio escritor. Los iniciados se basa en las cuatro novelas de Mendoza en las que el autor le dio protagonismo al personaje de Frank Molina: Lady Masacre, La melancolía de los feos, Diario del fin del mundo y Akelarre, hoy todos reunidos en un pack de colección que el grupo Planeta ha dispuesto para su lectura, esperando que aun después de haber visto la cinta, la audiencia se sienta atraída por el magnetismo de esta historia y sus personajes.
Un detective de gira por nuevos países
Con ello en mente, impulsada por la filial colombiana de Planeta, la saga de Frank Molina ha comenzado a circular con algunas de sus filiales en Latinoamérica, entre ellas México y Argentina. Los lectores y lectoras podrán adentrarse en estas páginas y descubrir a un personaje oscuro y brillante que, probablemente, quedará en la historia del género negro junto a nombres como los de Héctor Belascoarán Shayne, Mario Conde, Filiberto García o Pepe Carvalho, entre otros.
Para Mario Mendoza, la visibilidad es fundamental, no tanto de él como de sus libros. Desde hace mucho renunció a los reflectores para concentrarse en lo más importante: los lectores y lectoras. A ellos se debe, por ellos hace lo que hace.
Si la labor de un escritor consiste en narrar historias, retratar el mundo que le acontece a través de las palabras y defender su visión ante la gente, entonces, lo que ha hecho el colombiano va más allá. Muy pocas veces los escritores tienen presente que después de que sus libros salen al mundo es necesario hacerlos llegar a los destinos correctos, y en ello participan muchas personas, pero usualmente el propio autor es el que menos lo hace. Mario Mendoza entiende con precisión que su participación no termina en la publicación y promoción del libro. La difusión y el contacto con la gente son incluso más importantes, de lo que se trata es de llevar un mensaje, de comunicar un llamado, y procurar que sea atendido.
La lectura como resistencia
A lo largo de los años, la obra de Mendoza se ha congregado alrededor de una consigna poderosa: Leer es resistir, que como el título de uno de sus libros da cuenta de su experiencia con la literatura, como lector y escritor. A sus escasos 7 años de edad, el futuro autor de La ciudad de los umbrales pasó un largo tiempo en una sala de cuidados intensivos a causa de una fuerte peritonitis gangrenosa. Mientras observaba cómo las camas a su lado iban quedando vacías a diario y nuevas personas llegaban para ocuparlas, al menos durante unos días, comenzó a ser consciente de la presencia de la muerte en la vida y el único consuelo que encontró estuvo en los libros.
Mario Mendoza se hizo lector en un acto de resistencia a la muerte, y a partir de allí entendió que su destino era diferente. Por ello, en su periodo escolar nunca se sintió cómodo, la academia le era ajena, el sistema en sí. Una vez que pudo, lo dejó todo de lado y se lanzó de lleno a la escritura.
Su carrera como autor publicado inició en medio de la incertidumbre, presa de las críticas. Su primer libro, que vio la luz en 1992, le permitió ganar notoriedad entre la prensa, pero no fue sino hasta 2002, con Satanás, que el autor se dio a conocer con fuerza entre los lectores, al conseguir el Premio Seix Barral. El galardón le permitió a Mendoza gozar de reconocimiento y a partir de allí su obra se catapultó.
La consigna estuvo clara desde el inicio, por eso Mendoza le dio la espalda a todo lo que la crítica esperaba de él y se enfocó en promover la lectura entre sus seguidores. Con el tiempo, batallando con etiquetas que no le hacen honor a su trabajo, se convirtió en un autor bestseller y cambió para siempre los paradigmas de la literatura colombiana.
Son alrededor de 13 novelas, 2 libros de cuento, 4 libros híbridos, 10 títulos de literatura juvenil, 13 de novela gráfica y cómic, y un libro de memorias los que componen la extensa obra de Mario Mendoza. Su labor es la de un mensajero, una suerte de pregonero que se mueve con un objetivo claro en mente: hacer de la lectura la mejor arma de un pueblo.
Si le hubiesen dicho hace años que esta sería su vida hoy, Mendoza está seguro de que no cambiaría nada de lo que ha hecho en el camino. Transitaría las mismas calles, ocuparía los mismos barrios, leería los mismos libros y, especialmente, escucharía el llamado. Sus obras transmiten todo lo que él es, sus visiones, sus temores, sus anhelos. Como extensiones de su cuerpo y de su mente, sus personajes son lectores, inconformes con lo establecido, bichos raros, y es por eso que tanta gente lo sigue a donde vaya, como si fuera un mesías o un profeta, porque la palabra de Mendoza, lejos de ser la única, para los millones de lectores y lectoras que hacen colas interminables en las ferias del libro, que agotan los ejemplares de sus publicaciones y revientan las cifras de asistencia en las salas de cine, es sagrada.
Puede que no alcance nunca lo hecho por los grandes nombres de la literatura latinoamericana, en materia estética, pero ha logrado mucho más en sus casi 60 años que tantísimos escritores y escritoras que, pese a tener grandes obras, no han conseguido que la gente se resista a olvidarlos. Allí reside el éxito de Mario Mendoza en comparación con todos los demás, su gran obra maestra es haber conseguido que tantísimas personas se hicieran lectores y lectoras, haciéndolo a él un autor para siempre inmortal.