Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro se conocieron cuando a este le propusieron adaptar a la pantalla grande Las viudas de los jueves, la célebre novela de la autora de libros como Tuya, Elena sabe, Betibú y Catedrales. Aunque el célebre director y guionista argentino no la había leído, fue con esa novela que se enamoró del universo narrativo de Piñeiro.
“Tuvimos una primera reunión con ella -dijo el director en diálogo con Infobae Leamos- en la que le contamos los lineamientos sobre los que pensábamos ponernos a trabajar. Todavía no habíamos escrito nada. Y la verdad que fue estupenda. Claudia dijo: ‘Adelante, hagan... la película va a ser tuya. Hacé la película como a vos te parezca y ojalá que me guste. Yo lo que quería contar lo volqué en la novela. Ahora lo que vos querés contar lo vas a volcar en la película’”.
Para esa ocasión, Piñeiro prefirió no colaborar el guión y dejar la responsabilidad en el cineasta, que lo escribió junto a Marcelo Figueras. Pero, algunos años después, la vida les terminaría dando una oportunidad para llevar a cabo una colaboración propiamente dicha cuando se embarcaron en la creación de la serie El reino, producida por Netflix.
“Trabajar con ella en El reino fue una experiencia estupenda que ojalá se repita. Me encantaría seguir trabajando con Claudia”, dijo Piñeyro, que describió esta serie como “una forma de jugar sobre nuestras peores fantasías”. Y agregó: “Hoy pienso en lo que escribimos hace ya dos años para la segunda temporada de El reino y me da un poquito de escalofrío cuando miro la realidad alrededor”.
En esta entrevista, el director de películas como Tango feroz, Plata quemada y El método habló sobre su proceso creativo, las dificultades a la hora de adaptar libros a la pantalla grande, los dones de Piñeiro para la narrativa y el suspenso, y el único consejo que le daría a jóvenes cineastas.
-¿Qué te atrajo de “Las viudas de los jueves” para querer adaptarla a la pantalla grande?
-Yo venía de hacer El método, una película que de algún modo habla sobre los ejecutores de las políticas del neoliberalismo que se sienten socios, parte del poder. Esta gira alrededor de esos procesos de selección de personal que hacen las multinacionales, de ejecutivos de altos cargos. En la película, de algún modo, se sacaba la foto del momento en que comprenden que no son parte del poder, que son uno más, como esos trabajadores que se deciden expulsar de una fábrica para que cierren mejor los números en la planilla de Excel. Pero sentí que algo le faltaba. Ahí es que me proponen llevar al cine Las viudas de los jueves.
-¿Ya conocías esa novela?
-No la había leído en ese momento y la verdad que me encantó. Me gustó todo el encuadre de la novela: por un lado, la estructura del relato, que sentí de partida que no iba a poder llevar al cine de ese modo exactamente; y por el otro, me gustó también que, al igual que en El método, eran dos mundos cerrados. En la primera eran las oficinas de una multinacional, aquí era un barrio cerrado, donde el afuera, en ambos casos, era totalmente determinante de las conductas de los que están adentro, pero no lo veíamos en ninguno de los dos casos. La novela tiene infinidad de personajes y transcurre a lo largo de muchos años, por lo que sentí que necesitaba una estructura mucho más acotada.
-¿Cómo llevaste a cabo ese proceso de “reducción” de la estructura de la novela a la hora de adaptarla?
-Lo primero que hice fue hablar con Claudia, a quien yo no conocía en ese momento, y contarle cuál era mi idea. Si a ella le parecía bien, íbamos por adelante. Si a ella no le parecía bien, hasta aquí llegamos y me bajaban. El guion no lo escribí con Claudia sino con Marcelo Figueras. Recuerdo que tuvimos una primera reunión con ella en la que le contamos los lineamientos sobre los que pensábamos ponernos a trabajar. Todavía no habíamos escrito nada. Y la verdad que esa primera reunión fue estupenda. Claudia dijo: “Adelante, hagan... la película va a ser tuya. Hacé la película como a vos te parezca y ojalá que me guste. Yo lo que quería contar lo volqué en la novela. Ahora lo que vos querés contar lo vas a volcar en la película”.
- ¿Qué desafíos enfrentaste al trasladar la voz narrativa y el suspenso de la novela al lenguaje cinematográfico? ¿Hubo que hacer concesiones?
-La novela tiene una infinidad de voces narrativas y puntos de vista. Nosotros tomamos básicamente la estructura de suspenso de la novela en el sentido de partir del hallazgo de estos tres muertos en la pileta e ir para adelante y para atrás. Pero como en las novelas de Claudia la estructura de suspenso es simplemente el andamiaje narrativo, no es de lo que se trata. De lo que se trata es del desarrollo de los personajes y de las circunstancias sociales. En ese sentido tomamos como central el tema de diciembre del 2001. O sea, cuando se caen todas las variables: el cierre de los bancos, el corralito, toda esa cosa que va determinando tan fuertemente la conducta de los personajes. Y eso estaba en la novela, nosotros no inventamos nada en ese sentido. Cambios hubo que hacer, pero de ningún modo los llamaría concesiones. Lo literario y lo cinematográfico de pronto tienen requerimientos narrativos diferentes y eso hubo que hacerlo.
-¿Qué rol tuvo Claudia en la adaptación y cómo se compara al que tuvo cuando trabajaron juntos en El reino?
-Como te decía, en la adaptación de Las viudas de los jueves trabajé con Marcelo Figueras. A Claudia le fuimos llevando. Hubo tres o cuatro versiones de guión y le llevamos cada una de ellas para charlarlas después. Pero ella nunca impuso un rol de autora. Con respecto a El reino, bueno, fue absolutamente diferente. Porque ahí sí trabajamos juntos a la par cada día de la escritura del guión, incluso desde la concepción de la idea. Ninguno de los dos había hecho una serie previamente. Primero nos llamaron para ofrecernos que hiciéramos una serie sobre Las viudas de los jueves, que los dos declinamos. Pero eso nos permitió reencontrarnos y la verdad que teníamos ganas de probar hacer algo juntos y meternos en una serie los dos. Fue una experiencia de trabajo maravillosa.
-¿Hay algún otro libro suyo que te gustaría adaptar?
-A mí llos libros de Claudia me gustan mucho. Algunos ya están filmados. Tuya es una novela que me encanta, me hubiera encantado hacerla, pero ya está hecha. También El tiempo de las moscas me gusta mucho. Catedrales, Las maldiciones, todos me encantan. Pero bueno, están en su camino cada uno de ellos, ¿no?
- ¿Qué aprendizajes o descubrimientos obtuviste al trabajar con Claudia? ¿Qué le aportó su literatura a tu trayectoria como director de cine?
-Siempre que uno trabaja con otro, aprende, ¿no? Porque el otro tiene otra manera de pensar, otra manera de construir, otra manera de ver. Y cuando hay entendimiento entre dos personas, ese intercambio que se da siempre tiene mucho aprendizaje y descubrimiento. Y con Claudia muy particularmente. Ella tiene un modo especial de entender la construcción del personaje, tiene un instinto narrativo fantástico. A ella la construcción del suspenso no le cuesta, le sale sin pensarlo. Trabajar con ella en El reino fue una experiencia estupenda que ojalá se repita. Me encantaría seguir trabajando con Claudia.
- ¿Qué aspectos de la realidad social y política argentina quisiste reflejar o cuestionar a través del universo que Claudia plantea en sus libros?
-Cuando nos pusimos a trabajar en El reino hace ya muchos años, Macri era el presidente de Argentina y Bolsonaro todavía no era ni candidato a la presidencia en Brasil. Empezamos a trabajar el guion como una preocupación sobre cosas que veíamos que estaban sucediendo en el mundo, que eran como pequeñas alarmas. Veíamos todo como un peligro inminente pero no para Argentina, por lo menos. Los hechos se fueron dando casi al ritmo de lo que escribíamos y hoy pienso en lo que escribimos hace ya dos años para la segunda temporada de El reino y me da un poquito de escalofrío cuando miro la realidad alrededor. Por eso, la verdad que El reino fue una forma de jugar sobre nuestras peores fantasías.
- ¿Qué consejo le daría a otros directores o directoras que quieran adaptar novelas al cine? ¿Qué no puede faltar a la hora de trabajar con una novela para que el resultado sea fiel a la base pero que también se sostenga por sí mismo?
-Yo he hecho muchas adaptaciones: Las viudas de los jueves; una novela de Ricardo Piglia, Plata quemada; para hacer El método tomé como punto de partido una idea de una obra teatral que se llama El método Grömhorn. En los tres casos fue algo totalmente diferente. Yo no sabría dar consejos. A mí me parece que no hay reglas. Soy muy poco dogmático y en este caso menos aún. Porque creo que lo que le pasa a uno como director es que de pronto un texto, una novela, una obra de teatro, un cuento te pegan en algún lugar y eso te pone en movimiento una cosa a partir de la cual pensás que podés construir una película. Que es, al fin y al cabo, otro modo narrativo, otro acercamiento. Es diferente. Va a ser necesariamente una obra autónoma de lo que le dio el punto de partida. Pero consejos no tengo, ciertamente. Simplemente que te pegue de verdad, que te pegue fuerte.