No provocar a Rusia y aprender a convivir con China: las dos advertencias con las que Kissinger insistió hasta el final

El histórico diplomático y ex secretario de Estado norteamericano murió este miércoles a los 100 años. Fue funcionario de Nixon y Ford, y una referencia global de la política exterior. Los libros que expusieron sus ideas más vigentes.

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Fotografía de archivo, tomada en mayo de 2006, en la que se registró al ex secretario de Estado de Estados Unidos entre 1973 y 1977, Henry Kissinger, durante una conferencia, en Lisboa (Portugal). EFE/Andre Kosters
Fotografía de archivo, tomada en mayo de 2006, en la que se registró al ex secretario de Estado de Estados Unidos entre 1973 y 1977, Henry Kissinger, durante una conferencia, en Lisboa (Portugal). EFE/Andre Kosters

El influyente ex secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, murió el 29 de noviembre de 2023 a la notable edad de 100 años. Conocido por su papel clave durante las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford, Kissinger dejó un legado complejo que abarcó desde su participación en golpes de Estado en el Cono Sur y el Plan Cóndor en los años setenta hasta su influencia en el acercamiento de Washington a Beijing en 1973, la distensión con la Unión Soviética en plena Guerra Fría, y los acuerdos de paz que culminaron en el fin de la guerra de Vietnam en 1975.

A lo largo de una destacada y dilatada carrera como académico, diplomático y político, ha contribuido con varios libros que exploran temas relacionados con la diplomacia, las relaciones internacionales y la política mundial.

Entre sus obras más notables se encuentra Diplomacia (1994), donde examina la evolución histórica de la diplomacia y ofrece sus perspectivas sobre los desafíos actuales en este ámbito. Otro de sus trabajos relevantes es A World Restored: Metternich, Castlereagh and the Problems of Peace, 1812-1822 (Un mundo restaurado: Metternich, Castlereagh y los problemas de la paz, 1812-1822) (1957), que aborda el Congreso de Viena y la restauración del equilibrio de poder en Europa después de las Guerras Napoleónicas. En The Necessity for Choice: Prospects of American Foreign Policy (La necesidad de elegir: perspectivas para una política exterior estadounidense) (1961), Kissinger comparte precisamente sus opiniones sobre la política exterior norteamericana y la importancia de tomar decisiones estratégicas.

Además, sus memorias, divididas en White House Years (Los años en la Casa Blanca) (1979) y Years of Renewal (Años de renovación) (1999), proporcionan una visión interna de su tiempo como Asesor de Seguridad Nacional y Secretario de Estado durante las administraciones de Nixon y Ford.

El presidente estadounidense Gerald Ford junto a Nelson A. Rockefeller y Henry A. Kissinger en el Salón Oval de la Casa Blanca, en plena Guerra de Vietnam. Gerald R. Ford Library/Handout via REUTERS/File Photo
El presidente estadounidense Gerald Ford junto a Nelson A. Rockefeller y Henry A. Kissinger en el Salón Oval de la Casa Blanca, en plena Guerra de Vietnam. Gerald R. Ford Library/Handout via REUTERS/File Photo

Todo sobre China

También ha abordado la relación entre Estados Unidos y China en On China (China) (2011) o histórica del sistema internacional y reflexiona sobre los retos contemporáneos que enfrenta el mundo.en Orden Mundial (2014). Estos libros ofrecen una valiosa perspectiva sobre la historia reciente, la toma de decisiones a nivel internacional y la complejidad de las relaciones globales.

En sus obras, Kissinger advirtió sobre la necesidad de configurar un nuevo orden internacional que evitara conflictos potenciales en un mundo cada vez más complejo. Su visión realista se refleja en sus análisis sobre las tensiones entre la OTAN y Rusia, así como en las dinámicas geopolíticas en el este de Europa, Taiwán y el mar de la China Meridional.

Si algo sabía Kissinger es sobre China; en su libro de 2011 comparte sus reflexiones sobre la historia y la dinámica de la relación bilateral. Allí, Kissinger explora la evolución de las relaciones sino-americanas desde principios del siglo XX hasta la actualidad, mostrando cómo han cambiado y perdurado a lo largo de las décadas, desde la Guerra Fría hasta la era contemporánea. No se queda en un tratado de historia sino que el libro se sumerge en la diplomacia en el siglo XXI, resaltando la importancia de comprender las dinámicas políticas y culturales chinas para construir una relación efectiva.

Kissinger también examina los desafíos actuales en las relaciones bilaterales, como cuestiones comerciales y tecnológicas, y ofrece su perspectiva sobre cómo abordar estos problemas. La obra proporciona una visión geopolítica de la República Popular China (RPCh) y su papel en el escenario mundial, subrayando la necesidad de un enfoque equilibrado y cooperativo para evitar conflictos.

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En Orden Mundial, Kissinger aborda la importancia del equilibrio de poder como un elemento fundamental para la estabilidad global, explorando casos históricos como el sistema de equilibrio europeo del siglo XIX. Además, analiza la transición hacia un mundo multipolar, donde varias potencias compiten por influencia. Kissinger también se sumerge en los desafíos actuales, como el ascenso de China, la lucha contra el terrorismo, la proliferación nuclear y las cuestiones ambientales, ofreciendo sugerencias para abordarlos.

Destaca la relación entre Estados Unidos y China, subrayando la necesidad de equilibrio y evitando conflictos con implicaciones globales. La obra también reflexiona sobre el papel de Estados Unidos en el mantenimiento del orden mundial, adaptándose a un entorno internacional en constante cambio. Kissinger examina eventos contemporáneos, como la crisis en Ucrania y los conflictos en Oriente Medio, proporcionando perspectivas sobre cómo afrontar estas complejas situaciones.

A lo largo del libro, aboga por un enfoque realista en la política exterior, reconociendo las limitaciones del poder y enfatizando la importancia de la prudencia y la percepción estratégica. Orden Mundial fusiona el conocimiento histórico de Kissinger con un análisis contemporáneo, ofreciendo una visión sobre cómo los líderes pueden enfrentar los desafíos en un mundo en constante evolución. Su enfoque pragmático y realista ha generado debates y reflexiones sobre las dinámicas globales y el curso futuro de la política internacional.

El ya no tan nuevo orden mundial

Kissinger alertó hace varios años respecto de que si los países miembros de la Organización del Tratado del Atlantico Norte (OTAN) seguían incumpliendo sus promesas de expansión y provocando a Moscú, se desataría un conflicto de consecuencias impredecibles en el este de Europa. El estadounidense observaba en sus libros publicados en los últimos años un mundo muy similar al que existía en el período previo a la Primera Guerra Mundial, con pequeños conflictos territoriales potencialmente globales e imperios en intentos de expansión.

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El histórico funcionario entendió muy bien que las tensiones entre el atlantismo, es decir, la OTAN, con el mundo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) más los países aliados y probables futuros integrantes del bloque como Argentina o Irán, dependen en un porcentaje importante de que la violencia no escale a mayores en el este de Europa, pero tampoco en la región de Taiwán y el mar de la China Meridional, actualmente, una de las zonas más calientes del mundo.

El académico, diplomático y ex funcionario se refirió en numerosas oportunidades al peligro de aislar a Rusia, o de empujarla a una alianza con la RPCh. No es una excepción en el ámbito teórico de quienes escriben desde el realismo en las Relaciones Internacionales. Otros intelectuales, como John Mearsheimer o Stephen Walt han afirmado desde hace años que la invasión rusa a Ucrania iba a suceder si no cambiaba la política exterior estadounidense y de la OTAN en la región.

Incluso, en 1997, 40 ex funcionarios, diplomáticos y académicos le advirtieron, en una carta al entonces presidente Bill Clinton, que la incorporación de países de Europa Oriental a la OTAN podría desencadenar un “error político de dimensiones históricas”. Sin ir más lejos, el actual jefe de la CIA, William Burns, se pronuncia desde mediados de los años 90 respecto del perjuicio que podría causar al mundo la expansión del bloque atlantista, sobre todo tras la incorporación en 1999 de Hungría, República Checa y Polonia. Ya desde aquel momento, los movimientos de la OTAN parecían ir en clara contradicción con la promesa que le había hecho George Bush a Mijail Gorbachov sobre qué no se expandirían “ni un centímetro más al Este”.

La clave del mundo que viene, para Kissinger, es la necesidad de establecer una convivencia pacifica duradera entre Washington y Beijing. Creía que hay “menos de 10 años” para que ambas partes “aprendan a convivir”, y el más mínimo desequilibrio entre ellos, dadas las circunstancias internacionales, puede llevar a un enfrentamiento mundial de proporciones inimaginables. Mientras muchos se preguntan si, efectivamente, China desafía al orden liberal internacional actual, Kissinger cree que no.

Kissinger junto a Richard Nixon. (George Tames/The New York Times)
Kissinger junto a Richard Nixon. (George Tames/The New York Times)

Lo cierto es que, en los hechos, incluso, el gigante asiático lo sostiene, ya que le ha sido muy beneficioso. Las autoridades del Partido Comunista Chino (PCCh) tampoco han dado demasiadas muestras de buscar expandir su cultura en otros países, ni mucho menos de tener pretensiones bélicas. Pocos analistas o dirigentes políticos entienden a China en Occidente como Kissinger, quien declaró recientemente: “En Washington dicen que China quiere dominar el mundo. La respuesta es que quieren ser poderosos. No van hacia la dominación mundial en un sentido hitleriano. No es así como piensan ni han pensado nunca en el orden mundial”. Para la paz es clave entender la guerra. “¿Es posible que China y Estados Unidos coexistan sin la amenaza de una guerra total entre ellos? Yo pensaba y sigo pensando que sí. Puede fracasar. Y, por eso, tenemos que ser militarmente lo bastante fuertes para soportarlo”.

También estaba convencido, con toda razón, que hacia adentro de su país la situación política y social es critica. Afirmaba que no hay, actualmente, líderes a la altura de Franklin Delano Roosevelt, John Fitzgerald Kennedy o el mismo Richard Nixon. Y a partir de Donald Trump, la polarización social entre los distintos bandos políticos estadounidenses fue llevada al limite. Es decir que, si bien China tiene problemas internos, Estados Unidos también, e incluso, pueden ser potencialmente más graves.

Para Kissinger, el nuevo orden mundial que reemplace al surgido tras el final de la Guerra Fría deberá estar diseñado por Washington, pero también por Europa, China e India, con el bloque BRICS en general, “una buena porción de la humanidad”. Un éxito de ese armado hoy sería que todo “acabe sin catástrofes”, aunque también, para Kissinger, podría “facilitar el progreso” del globo.

Durante su mandato como Secretario de Estado de los Estados Unidos de 1973 a 1977, Kissinger implementó una política en América Latina que buscaba contrarrestar la expansión del comunismo en la región y proteger los intereses estratégicos estadounidenses. Respaldó la Doctrina de Seguridad Nacional, la cual implicaba apoyar regímenes autoritarios y militares, aun si se violaban los Derechos Humanos, para evitar gobiernos de izquierda alineados con la Unión Soviética.

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Kissinger estuvo involucrado en operaciones encubiertas para desestabilizar o derrocar a gobiernos populares y democráticos considerados amenazas comunistas como el Chile de Salvador Allende en 1973, donde Estados Unidos tuvo participación directa. Además, promovió la cooperación económica con gobiernos dictatoriales, fomentando el comercio y la inversión estadounidense en la región. Kissinger también participó en el manejo de conflictos regionales, como la Guerra de las Malvinas en 1982, donde apoyó al Reino Unido en detrimento de Argentina, a pesar de que había sido clave en el ascenso de la dictadura cívico militar de 1976. Su política ha sido objeto de críticas debido al respaldo a regímenes autoritarios y a las violaciones de derechos humanos que ocurrieron durante este periodo.

Quizás, es necesario aclarar que el mainstream estadounidense actualmente, especialmente el perteneciente al Partido Demócrata y a la Administración de Joe Biden, pero también a sectores ligados al Partido Republicano, no se encuentran alineados a las ideas de Kissinger, que predijo sin ser escuchado lo que pasaría en Ucrania si la OTAN seguía expandiéndose, mientras advierte lo que puede pasar si Estados Unidos continúa provocando a China.

Paradójicamente, o no, quien más repite las ideas de Kissinger es Trump, que aboga por cierto aislacionismo y solución pacifica de los conflictos con países como Rusia o China. El estilo de diplomacia que cultivó Kissinger durante el siglo XX no se condice con las necesidades y desafíos del mundo actual, donde la política internacional adquirió otras dinámicas y es poco probable que un emisario o representante de un presidente logre concentrar tanto poder sobre su figura. No obstante, la visión que dejó respecto de la realidad geopolítica actual de ninguna manera puede ser ignorada en los años que vienen.

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