El 11 de noviembre del 2016, la escritora y periodista María Moreno sube a su perfil de Facebook una foto en blanco y negro. ¿Qué se ve en la imagen? Se la ve a ella sosteniendo un arma (parece real) y apuntando directo a su sien. Tiene los ojos cerrados. Se la ve trágica y aun así: hermosa. Abajo, el siguiente epígrafe: “Nunca fui sutil: confirmen que vienen a la presentación de mi libro o...”
Bromear con el suicidio por la salida de un libro,- en ese momento se publicaba el extraordinario Black Out- puede parecer extremo pero visto con ojos benevolentes resulta, incluso, gracioso. Por un lado. En otro aspecto, la foto es evidente: a esta altura del almanaque y con el tiempo a nuestro favor se puede decir que María Moreno es alguien excesiva en un sentido literal porque excedió –desbordó- su propio algoritmo de acción (que podría ser el círculo del periodismo) para convertirse y devenir en un objeto cultural cuya mirada se cotiza en la bolsa de valores simbólica de esta parte del mundo.
Es decir: las notas de María Moreno importan porque las firma María Moreno. Ella es tan importante como los temas –y los personajes- que aborda. ¿Cómo se logra eso? Por el valor de su prosa y su poder desconcertante de asociación. Pero su plusvalía es otra: ella, en su escritura, aspira a la libertad. Es como si nos dijera que la realidad y las reglas –de la realidad- existen pero ella no está ahí para obedecer a ningún condicionamiento. De algún modo, se impone –su prosa y ella misma- como una fuerza de la naturaleza. Por eso vale la pena leerla.
El 2 de julio del 2021 María Moreno, que se desempeñaba como directora del Museo del Libro y de la Lengua, tuvo un ACV. Le ocurrió, como no podía ser de otra manera, mientras estaba escribiendo. Lo relata ella en el texto A Chile. Dice ahí: “Ya conté que cuando me ocurrió el accidente cerebral, estaba escribiendo un ensayo sobre la obra de Lina Meruane.”
Y estas palabras sirven para pensar estas otras palabras que están al comienzo de Pero aun así, Elogios y despedidas, su nuevo libro, que compila una década de artículos: “Estos microensayos pueden leerse como la continuación de Subrayados, que publiqué en 2013 y recopilaba artículos escritos periódicamente para la revista Debate, editado por Mar Dulce. Pero son más recientes y su hechura, reescritura o corrección, totalmente diferente. En medio hubo un ACV que dejó fuera de juego a mi mano derecha, la necesidad de moverme en una silla eléctrica (ese es su alarmante nombre correcto) y una voz que suena como un shofar que imita a una tortuga en el fondo del mar. No pretendo inspirar conmiseración. Siempre estuve, en el pasado, acostada o sentada, o bien dirigiéndome a un taxi.”
Lo dicho: solo una fuerza de la naturaleza puede escribir algo tan poderosos (el humor en la adversidad es un superpoder) con tanta naturalidad, como si la chispa de la vida fuera fácil de conseguir. Pero no es fácil: es dificilísimo.
Entonces, este nuevo libro de María Moreno, que podría ser leído simplemente como una (muy buena) antología de textos recientes publicados en medios, se resignifica a partir de que corrió mucha agua debajo del puente. Son escritos de este lado de la historia personal, física y territorial de Moreno. Se trata de seguir escribiendo, de “aun así” –sea lo que sea- continuar en la propia tarea de toda una vida. Es por eso que estos “elogios y despedidas” se disfrutan como lo que efectivamente son: escritos plagados de hallazgos, desvíos, divertimentos varios, asociaciones locas, irrespetuosidades saludables, raptos de luminosidad nada complacientes. Son las páginas de una lectora que ya creó una voz personal (no tiene muchos epígonos y eso la vuelve más especial) y la va a seguir hasta las últimas consecuencias.
Dividido en cuatro secciones que dialogan entre sí (parecen bloquen segmentados pero en su interior tienen vasos comunicantes), Pero aun así muestra sus materiales a partir de la regulación de intensidades, la idea de viaje está muy clara y las sensaciones van apareciendo.
Comienza por la lectura de obras de mujeres (Virginia Woolf, Alfonsina Storni, Toni Morrison, Doris Lessing, Marguerite Duras, H.D., Colette, entre otras), sigue con su pasión por artistas de Chile (Zurita, Zambra, Lemebel, Gabriela Mistral, entre otros), continúa con sus intervenciones en ponencias y conferencias, y culmina con los adioses a los amigos (Piglia, Forn, Fogwill, Rabanal, entre otros).
Entonces, se trata de ir mostrando un abanico de intereses que van de la biblioteca a la calle, del escritorio al asfalto. “Yo no voy”, bromeaba Moreno para mostrar el tipo de cronista que era y se diferenciaba de todos aquellos que sacaban pecho por hacer “trabajo de campo”. Ella no, ella no iba. Sin embargo, es posible pensar que este libro también es una forma de autobiografía tan válida como Black Out. ¿Por qué? Porque estas lecturas y roces con humanos notables señalan la utilización que hizo Moreno de su tiempo. Y el tiempo es vida. De ahí que estas páginas muestren todos los espacios que transitó Moreno esta última época.
En la conferencia Literatura + enfermedad: enfermedad, escrita luego de enterarse del problema hepático que lo llevaría a la tumba, Roberto Bolaño rescata un poema de su admirado Baudelaire llamado El viaje. Y en un momento dice: “Para el niño, gustoso de mapas y grabados,/Es semejante el mundo a su curiosidad.”
Son palabras interesantes de pensar en relación a María Moreno y este libro: el mundo que se armó está apoyado sobre su curiosidad y en su deseo de dejar por escrito todo aquello que le interesó (¿será que sólo hay existencia real –signos vitales- mientras exista la curiosidad?).
Leer a María Moreno es ingresar a un espacio donde lo correcto se desestabiliza para poner en su lugar el fragor de una subjetividad que arrasa con cualquier rasgo de mansedumbre. Pero aun así demuestra que escribir con la realidad encima no es excusa para no buscar puntos de fuga hacia la libertad de género y de pensamiento.
Pero aún así (Fragmento)
Estos microensayos pueden leerse como la continuación de Subrayados, que publiqué en 2013 y recopilaba artículos escritos periódicamente para la revista Debate, editado por Mar Dulce. Pero son más recientes y su hechura, reescritura o corrección, totalmente diferente. En medio hubo un ACV que dejó fuera de juego a mi mano derecha, la necesidad de moverme en una silla eléctrica (ese es su alarmante nombre correcto) y una voz que suena como un shofar que imita a una tortuga en el fondo del mar.
No pretendo inspirar conmiseración. Siempre estuve, en el pasado, acostada o sentada, o bien dirigiéndome a un taxi. El capacitismo y los kinesiólogos insistían en que volviera a caminar con un absurdo bastón en forma de trípode. Como la condición de bípedo es una suerte de pasaporte de humanidad, lo primero que hicieron en la clínica donde me internaron fue meterme en un bipedestador que me estiró dolorosamente. Sospecho que el prestigio de la marcha proviene del origen militar de las naciones y su demostración de fuerza. Ya se sabe: “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”. Nos arrodillamos —si no somos ateos— en señal de sumisión ante Dios o Alá. En los campos de concentración mantienen a los prisioneros acostados como enfermos o niños pequeños, es decir, vulnerables. Y no se alienta a la revolución desde una silla, ni siquiera se da una clase magistral.
Quién es María Moreno
♦ Nació en Buenos Aires en 1947.
♦ Su nombre de nacimiento es María Cristina Forero.
♦ Es cronista, crítica cultural y ensayista.
♦ En 2002 obtuvo la Beca Gugghenheim.
♦ Escribió: El affair Skeffington (1992, novela y poesía), El Petiso Orejudo (1994, no ficción), A tontas y a locas (2001, crónicas/ensayos), El fin del sexo y otras mentiras (2002, crónicas/ensayos), Vida de vivos (2005, crónicas/ensayos), Banco a la sombra (2007, ensayo), La comuna de Buenos Aires, relatos al pie del 2001 (2011, ensayo), Teoría de la noche (2011, ensayo), Subrayados, leer hasta que la muerte nos separe (2013, ensayo), Periodismo todoterreno (2015, prólogo/comentarios/artículos), Black out (2016, novela), Oración, carta a Vicki y otras elegías políticas (2018, ensayo), Panfleto, erótica y feminismo (2018, ensayo), Loquibambia (2019, ensayo), Y que se rompa todo corazón (2019, ensayo), Contramarcha (2020, ensayo) y Pero aun así (2023, ensayo).