El negocio de los objetos malditos por encargo y otras delicias: “Conejo maldito”, terror made in Corea

En sus cuentos, la escritora Bora Chung logra helar la sangre, entretener y criticar la sociedad contemporánea. Apto incluso para los que no aman el género.

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Bora Chung y el libro "Conejo maldito"
Bora Chung y el libro "Conejo maldito"

Cuando se arma un libro de cuentos y se selecciona el material que lo compone, usualmente se piensa también en ejes transversales que los atraviesan y los ordenan de alguna manera. La autora surcoreana Bora Chung señala en una entrevista para la radio KBS que la temática que organiza su libro de cuentos Conejo maldito es la venganza.

Pero este libro -que la editorial Alpha Decay publica por primera vez en español con una excelente traducción directamente del idioma coreano de Álvaro Trigo Maldonado- es mucho más complejo y más rico que un libro de cuentos sobre venganzas.

Hace tiempo que se viene hablando del terror surcoreano en el cine que, lejos de parecerse a las películas de terror que priorizan el jump scare o susto repentino, proponen tramas originales que se destacan por la calidad de sus historias, por construir universos únicos e intrincados y por introducir temáticas sociales y preocupaciones contemporáneas. Esta vez, tenemos la posibilidad de acceder al terror surcoreano a través de esta excelente selección de cuentos finalista del Booker Prize 2022.

“Maldecir a alguien conlleva dos tumbas”, ese sintagma en forma de proverbio japonés es la premisa del primer cuento, Conejo maldito, que da nombre al libro. Narra la historia de una familia cuyo negocio se basa en construir objetos malditos por encargo y, a través de la estructura clásica del relato dentro del relato, el abuelo de la narradora cuenta cómo la familia se inició en ese negocio siniestro y la historia de la lámpara de conejo maldita que, a modo de justicia por mano propia, se encarga de destrozar una empresa y una familia.

Una figura aterradora en el baño.  El terror de  Bora Chung.(Imagen ilustrativa Infobae)
Una figura aterradora en el baño. El terror de Bora Chung.(Imagen ilustrativa Infobae)

Que este cuento abra el libro no parece una elección casual ya que marca el tono de los relatos que le seguirán e introduce algunas de las temáticas principales presentes en todas las historias. En primer lugar, dijimos, la venganza. El cuento se sitúa en Corea del Sur durante la posguerra y está atravesado por la violencia, las heridas de la guerra, la idea de que es necesario empezar de cero en un contexto hostil donde no hay justicia y reina el “sálvese quien pueda” y es válido pisar cabezas con tal de amasar una fortuna. La codicia está constantemente presente y los personajes muchas veces están cegados por el poder y el dinero, fieles representantes del capitalismo exacerbado y la ambición desmedida. Las decisiones que se toman tienen consecuencias directas en la vida de las generaciones que les siguen, sobre todo en los hijos, que es otro de los grandes ejes que se repite a lo largo del libro: los hijos que sufren por decisiones de sus padres.

El mejor horror

La familia, los roles de género asignados y qué papel cumplen los hijos en esta ecuación también serán cuestiones recurrentes. Dentro de los cuentos sobre mandatos y exigencias del sistema patriarcal para las mujeres y sobre todo durante la maternidad, está La cabeza, el relato que posiblemente se transforme en un clásico por su originalidad, disrupción total de lo conocido y excelente manejo del horror.

Chung suele elegir lugares familiares para narrar sus historias y usualmente los sitúa en ciudades, más precisamente en espacios domésticos. En este caso, casi todo el cuento sucede en el baño de una mujer que cuando está a punto de tirar la cadena se encuentra con una figura malformada, una cabeza que todavía no tiene una forma definida, que sale del inodoro y le dice “mamá”. Esta formación se alimenta de sus desechos, su sangre y excrementos y va creciendo y adquiriendo una forma humana cada vez más definida a lo largo de toda su vida.

"Conejo maldito". Terror del bueno.
"Conejo maldito". Terror del bueno.

Los cuentos están ambientados casi en su totalidad en lugares realistas en los que irrumpe el elemento sobrenatural o el absurdo. Como también sucede en otro relato, La regla, los personajes que rodean a las protagonistas no parecen escandalizarse o preocuparse por lo que está sucediendo y aíslan al personaje principal por completo, minimizando su preocupación.

En La cabeza a nadie le parece extraño que un ser salga del inodoro para hostigar al personaje principal, y en La regla nadie se escandaliza cuando una mujer queda embarazada por tomar demasiadas pastillas anticonceptivas y debe buscar un padre urgentemente para que su hijo no muera al nacer. Sin embargo, no es casual que las que no son escuchadas y se sienten incomprendidas sean mujeres. El ambiente hostil que las rodea usualmente las culpa por todo lo malo que les sucede. Como la médica en La regla, que culpa a la protagonista por haber tomado muchas pastillas anticonceptivas y haber quedado embarazada.

O a las mujeres simplemente las ignoran, como el esposo en La cabeza: “si no pone huevos ni te muerde, ¿por qué no la ignoras sin más?”. De esta manera, el lugar de la mujer parece claro: cumplir con su deber, ocupar un lugar pasivo, conseguir un marido, pedir perdón aunque no sean culpables, sufrir en silencio, agachar la cabeza y obedecer aunque algo perturbador o incómodo las hostigue.

En el nombre del oro

Otro de los grandes ejes y una de las principales fuentes de lo espeluznante y el terror tiene muchas veces que ver con la ambición desmedida y la obsesión por el dinero, y sobre todo con las consecuencias que esto trae. En uno de los cuentos probablemente más gore del libro, y se titula La trampa. Allí un hombre se obsesiona con un zorro que lo hiere en un bosque cuando descubre que de la herida en lugar de sangre emana oro.

Este cuento, que tiene algo de fábula siniestra y de mensaje aleccionador en forma de horror, pone en escena lo que los hombres pueden llegar a hacer por dinero, y no escatima en imágenes y situaciones que retratan la bajeza de la naturaleza humana: violencia intrafamiliar, violaciones, incesto, canibalismo, todo justificado en nombre del oro. De alguna manera, y este es un formato que se repite, los hijos pagan por los errores de sus padres, en particular de los hombres de la familia, que están movidos por la codicia ilimitada.

Corea del Sur. El escenario de "Conejo maldito". (EFE/Jeon Heon-Kyun)
Corea del Sur. El escenario de "Conejo maldito". (EFE/Jeon Heon-Kyun)

Como contraparte, la infancia es un periodo de vulnerabilidad e inocencia y en casi todos los relatos que conforman Conejo maldito aparece la figura de un niño o niña expuesto a la violencia de los adultos. En Cicatrices, uno de los cuentos más extensos, un niño se alimenta de carne cruda mientras pasa sus días en una cueva, atado de pies y manos con cadenas, deshumanizado al extremo y acechado por “eso”, una presencia extraña e indefinible que lo tortura y lo devuelve a la oscuridad.

Aunque tengan ejes en común, los cuentos tienen la característica de ser bastante heterogéneos entre sí: la lectura es rápida y atrapante y en ningún momento tenemos la sensación de estar leyendo las construcciones repetidas. Además de los ya mencionados, también hay un cuento de ciencia ficción y androides, Adiós amor mío, otro sobre tierras lejanas, príncipes y princesas, El amo del viento y la tierra y otros tal vez más clásicos de fantasmas, categoría en la que podemos mencionar Mi dulce hogar, un relato donde la compra de un edificio empieza a despertar dudas y preguntas sobre un matrimonio. Además está El reencuentro, situado en Polonia con dejos de historia de guerra y amor.

Cabe destacar que Bora Chung no solo es escritora sino que también es traductora del coreano al polaco y ruso, y fue profesora de ruso en la universidad. Esta pasión por las literaturas eslavas puede entreverse a lo largo del libro y aporta capas de complejidad, intertextualidad y riqueza.

Parece reduccionista pensar que el único objetivo de la literatura de terror es producir miedo y este libro bien puede interpelar tanto a lectores fanáticos del terror como a aquellos que tal vez no lo eligen como género de preferencia.

Cuando se logra este nivel de excelencia y profundidad, un cuento puede ser también una fuente inagotable de crítica social y reflexión sobre la realidad contemporánea que nos rodea y, una reflexión que a veces solo se logra llevando la realidad al extremo e imaginando otros mundos posibles, donde también habita lo que no puede explicarse con la razón.

Conejo maldito es un libro de relatos aterradores, bien construidos, que habilitan varias lecturas e interpretaciones, con temáticas originales que son capaces de lograr algo que no es sencillo: helarnos la sangre y al mismo tiempo introducir temáticas contemporáneas y vigentes para explorar la complejidad y el horror de la naturaleza humana.

Quién es Bora Chung

♦ Nació en Seúl en 1976. Sus padres eran dentistas.

♦ Estudió estudios de área rusa y europea oriental en la Universidad de Yale y literatura eslava en la Universidad de Indiana. Actualmente enseña lengua y literatura rusa y estudios de ciencia ficción en la Universidad de Yonsei.

♦ Ha escrito tres novelas y tres colecciones de relatos cortos, que mezclan el realismo mágico, el horror y la ciencia ficción.

♦ Su colección de relatos Conejo maldito fue finalista del prestigioso Premio Booker Internacional en 2022. Es el primer libro de la autora traducido al castellano, con el título Conejo maldito.

♦ También se dedica a la traducción de obras literarias contemporáneas del ruso y el polaco al coreano. Es una activista social que aborda los problemas del patriarcado y el capitalismo en la sociedad moderna.

Conejo maldito (Fragmento)

Mi abuelo solía decir: «Los objetos que van a contener una maldición deben ser hermosos».

Y la lámpara, que tenía la forma de un conejo sentado bajo un árbol, era muy bonita. La parte del árbol se veía algo falsa, pero se notaba que habían puesto verdadero empeño en hacer el conejo. La punta de sus orejas, la de la cola y los ojos eran negros y el resto de su cuerpo blanco como la nieve. Aunque estaba hecho de un material duro, los labios rosas y el pelaje esponjoso parecían suaves al tacto. Cuando se encendía la lámpara el conejito brillaba como si en cualquier momento fuese a mover las orejas o arrugar la nariz.

«Todo objeto tiene una historia y esta lámpara maldita con forma de conejo también la tiene». Sentado en el sillón junto a la lámpara, mi abuelo me contaba la historia que yo ya había oído un montón de veces.

La lámpara había sido fabricada para un amigo suyo. No está permitido crear objetos malditos para uso personal. Tampoco se puede utilizar objetos destinados a la venta para maldiciones personales. Estas reglas no escritas se han transmitido de generación en generación en nuestra familia, que se dedica a la fabricación de fetiches malditos. Este conejo, sin embargo, era la única excepción.

—La familia de mi amigo se dedicaba a destilar bebidas alcohólicas —dijo mi abuelo—. ¿Sabes lo que es destilar alcohol? —añadió.

Por supuesto que lo sabía. Había oído esa historia muchas veces, pero mi abuelo nunca me dejaba responder.

—En otras palabras, es producir licor. En aquella época tenían la mayor destilería de la región. Hoy día es difícil encontrar empresas familiares dedicadas a eso, pero en aquel entonces su fábrica daba trabajo a casi todo el barrio. Por eso eran muy queridos por la comunidad.

Mi abuelo no recordaba cómo se hicieron amigos el hijo de una familia tan respetada y él, en cuya casa se fabricaban fetiches malditos.

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