“¡Basta de máscaras! ¡Basta de mitologías! / Ahora, por primera vez, el dios levanta su mano, / los fragmentos se juntan en mí con su propia música”, escribe Muriel Rukeyser en “El poema como máscara/Orfeo”. Estos versos del primer poema de La velocidad de las tinieblas (The Speed of Darkness) son una declaración de principios y abren en su época espacios inéditos para la voz femenina en la tradición literaria norteamericana.
Rukeyser -nacida en Nueva York en 1913, moriría en esa misma ciudad en 1980- ha producido una de las obras poéticas más decisivas de la literatura norteamericana del siglo XX. En 1935 publica su primer libro, Theory of flight (Teoría de vuelo). Después The Book of the Dead (El libro de los muertos) (1938), pionero dentro de la poesía documental. Publica luego más de diez libros reunidos en 1978 en The Collected Poems of Muriel Rukeyser (Poesía Completa de Muriel Rukeyser); reeditado con aparato crítico en el 2005 por la Universidad de Pittsburgh.
La publicación La velocidad de las tinieblas (The Speed of Darkness) en 1968 despierta un nuevo interés por releer la obra de Rukeyser. Cercana a ella- a veces como mentora, otras como maestra- están en esos momentos algunas de las integrantes de la hoy llamada segunda ola de escritoras feministas: Alice Walker, Sharon Olds, Adrienne Rich y Anne Sexton, quien justamente la llama “madre de todas y todos”.
El libro transita por una serie de tópicos: algunos personales y otros vinculados con el contexto de la lucha por los derechos civiles, el Black Power, los movimientos de liberación de mujeres y homosexuales, la oposición a la guerra de Vietnam. En este clima social y cultural se condensan en el libro momentos de lírica personal y de lírica política, en lo que se define como una “politización de la experiencia íntima”, que constituye un hilo conductor complejo política y poéticamente. Este cruce documental, político y lírico-subjetivo tiene como correlato el cruce con estéticas de la poesía norteamericana. Así, Emily Dickinson, Walt Whitman, William Carlos Williams, HD son algunas de las influencias más evidentes.
La reciente publicación de U.S. 1, que incluye El libro de los muertos, en la editorial Ultramarinos de Barcelona, confirma el interés en castellano por Muriel Rukeyser. A esto se suma nuestra versión de La velocidad de las tinieblas, su primer libro traducido en la Argentina hasta el presente. No podemos soslayar de esta genealogía de traducciones las primeras versiones de sus poemas por parte de Alberto Girri en 15 poetas norteamericanos, en 1969 y, especialmente, las versiones de Diana Bellessi en la antología Danzante de Doble máscara, en 1985, pionera en la introducción de la poesía norteamericana escrita por mujeres.
Desde el principio la traducción de este libro nos planteó desafíos en el orden del sentido y la tradición literaria. Así, su título The Speed of Darkness se podría haber traducido como “La velocidad de las tinieblas” o “de la oscuridad”. Es cierto que “tinieblas” u “oscuridad” son prácticamente sinónimos pero la primera opción nos resonó a The Heart of Darkness de Joseph Conrad. Con esta asociación en mente, ante la preexistencia de la traducción del título en español como El corazón de las tinieblas, deseamos reproducir la misma resonancia que en inglés.
Por otro lado, siendo el título el mismo que el poema que cierra el libro, nos pareció que “Darkness” remite no solo a ausencia de luz, significado de “oscuridad”, sino a una falla moral, política y lírica de los turbulentos años ´60 en EE.UU.; es decir “tinieblas”.
Dada la importancia de la política sexual, el feminismo y la celebración del amor entre mujeres en la vida y en la obra de Rukeyser, otro de los dilemas que tuvimos fue de qué modo traducir lo “neutro” del inglés, desde la perspectiva de la ausencia de género gramatical, a la de una lengua romance como el español con género femenino y masculino.
Por un lado, decidimos que la voz poética siempre fuera femenina. En cambio, en el caso de la segunda persona del singular o la tercera del plural evaluamos poema a poema esa decisión. Así, definimos un criterio: en los poemas amorosos cuando aparece la segunda persona amada o cuando no se explicita su género lo traducimos como amor lésbico, en femenino.
Un ejemplo de ello es el poema “Entre rosas”: “Acostada aquí entre la hierba, ¿estoy muerta estoy durmiendo/ asombrada entre silencios no me tocás nunca” es el inicio de este poema amoroso donde interpretamos al sujeto como femenino mientras invoca a una persona cuyo género no está explicitado. Luego, en el final del poema ese mismo sujeto pasa a un plural: “Recordame, amor, acostadas entre rosas/ ¿No nos acostamos entre rosas?”. Aquí, entonces, a pesar de que en inglés la primera persona plural es siempre neutra, en nuestra versión la reescribimos en plural femenino en “acostadas”.
En cambio, cuando la voz poética es plural, pero no se trata de un poema amoroso, lo traducimos como un “nosotros”. Esto lo podemos comprobar en “Poema”, paradigma del poema político en la obra de Rukeyser, donde la primera persona plural la interpretamos como un sujeto integrado por hombres y mujeres: “Cuando las luces se oscurecieron, cuando las luces de la noche brillaron más,/ tratábamos de imaginarlos, de encontrar al otro./ De construir la paz, el amor, reconciliar/ Despertar durmiendo, cada uno con el otro/ Cada uno con su propio ser. Tratábamos de cualquier modo/ De alcanzar nuestros propios límites, de alcanzar nuestro propio más allá,/ De abandonar los modos, de despertar. "
A su vez, la particular forma en que Muriel Rukeyser entrama la cuestión del feminismo y la maternidad reúne la subjetividad de un “yo” femenino autónomo e igualitario en el deseo cultural, social, sexual, político y materno. Justamente, esto se explicita en el último poema que da nombre al libro: “Te aseguro/ hay muchas maneras de tener un hijo./ Yo, madre bastarda,/ te prometo/ hay muchas maneras de nacer./ Todas salen a la luz/ en su propia gracia”. Ese entramado, entonces, culmina en una voz de madre constituida por fuera de un matrimonio heteronormativo y en lo que sugiere Anne Sexton cuando la proclama “madre de todas y todos”.
Toda traducción al castellano implica una toma de posición sobre a qué castellano se va a traducir. En nuestro caso decidimos hacerlo al rioplatense y no a un castellano neutro ajeno a nuestra experiencia de hablantes y escritores con la convicción de que el resultado de traducir poesía es análogo al resultado de escribir poesía. Por lo tanto, decidimos que solo tenía sentido hacerlo dentro de la tradición de la lengua en la que hoy nosotros escribimos poesía.
Esta decisión nos llevó al uso natural rioplatense del “vos” en la segunda persona singular y una atención especial al tono y la musicalidad en el uso de los tiempos verbales, en particular en el imperativo donde las diferencias entre el “tú” y el “vos” son más notables. Una muestra de ello lo encontramos en los primeros versos del poema “Los seis cánones”: “Aprovechá la estructura. / Ajustate a lo real./ Fusioná espíritu y materia./ Conocé tus secretos./ Anunciá tu alma descubriéndose”. Finalmente, el carácter coloquial que predomina en La velocidad de las tinieblas nos confirma el uso y expresiones del castellano rioplatense oral.
La versión al castellano que presentamos aquí es el resultado de un trabajo en colaboración que se inició en marzo del 2020. Como traductores nos animó, desde el principio, la idea de que cuando traducimos juntos poesía al inglés y al castellano somos un ser imaginario y bicéfalo.
De un lado, un hijo de exiliados argentinos que vivió casi toda su vida en Estados Unidos, formado en la academia norteamericana: profesor universitario de Literatura Latinoamericana, traductor y narrador. Del otro lado, un argentino que vivió toda su vida en Buenos Aires, formado en la UBA: profesor universitario de Escritura Creativa y poeta. Dos bocas, cuatro ojos, cuatro oídos y dos lenguas. Dos bibliotecas, dos historias de lector, dos géneros literarios, dos hablantes de dos culturas y lenguas diferentes. ¡Traducimos a cuatro manos!
De esta manera, nos identificamos con la reivindicación que hace la poeta Mirta Rosenberg: “Me gusta mucho traducir con gente. Me gusta el diálogo que se da, la traducción saca a colación para mí los puntos esenciales de la poesía y si somos dos, mejor”. En nuestro caso, desarrollamos un proceso en equipo que incluía primeros borradores, bastante literales, seguidas por largas sesiones de trabajo de corrección vía Zoom. A partir de allí, en un clima de indagación y revisión oral sin prisa ni pausa, creamos versiones en constante reescritura y relectura, tantas veces como cada poema nos los requirió. Sin nunca perder de vista el original, lo que siempre buscamos es recrear efectos análogos en nuestras versiones finales.
Muriel Rukeyser nos sigue resonando con su voz siempre actual, contemporánea. Así, queremos por medio de esta versión cumplir con la llamada a la acción de una de las inquietudes centrales de su poética; la de sentir y desear cuál y cómo será la poesía de nuestros días: “Mi noche despierta/ mirando fija la ancha joya en bruto/ el techo cobrizo de enfrente/ pensando en poetas / aun sin nacer en esta oscuridad/ quien será la garganta de estas horas. / No. De esas horas. / ¿Quién hablará estos días, / si no yo,/ si no vos?”.
*Este texto de Yaki Setton y Sergio Waisman sirve de prólogo a la traducción que ambos hicieron de La velocidad de las Tinieblas. Se trata del primer libro de Muriel Rukeyser traducido en Argentina.