El barrio, la calle, los recuerdos: “Más tareas no hechas”, lo nuevo del colombiano Luis Miguel Rivas

Siguiendo las historias de su libro “Tareas no hechas”, el autor regresa a aquellos textos en los que alguna vez la nostalgia de las lecturas y los encuentros fueron protagonistas.

Cliché sería decir que Luis Miguel Rivas hace parte de los grandes nombres de la literatura colombiana contemporánea, pero no decirlo sería equivalente a ignorar la relevancia de su obra. El escritor antioqueño se ha situado, sin mayores pretensiones, sin reflectores a su alrededor, entre las voces más exquisitas de las letras de su país en los últimos 40 años.

Junto a él, varios son los autores que cautivan con sus obras a los lectores y lectoras, pero él especialmente ha conseguido algo que solo un coterráneo suyo, Gilmer Mesa, ha logrado: sacar la literatura del nicho, despojarla de sus barreras y llevarla a la calle, al barrio, cerca a la gente, porque de allí viene, justamente.

Tras haberse hecho un nombre con títulos como Era más grande el muerto, ¿Nos vamos a ir como estamos pasando de bueno? y Malabarista nervioso, Rivas regresa con una ampliación de lo ya hecho previamente en Tareas no hechas, su primera compilación de crónicas y textos híbridos.

Ahora, con el título de Más tareas no hechas, el autor retorna a aquellos textos en los que la melancolía, la ironía, los anhelos y el recuerdo de las lecturas, los encuentros y las calles son el detonante de aquello que se hizo a medias y no para de asomarse.

Definidos como “crónicas bastardas”, estos textos nos llevan a ver cómo aquello inconcluso cobra relevancia de nuevo, y se nos recuerda la importancia, como bien lo apunta Gilmer Mesa, de vivir al revés, desafiando las conclusiones en pos de la pasión, el amor, la esperanza, el arte y la amistad, instando a que estas esencias de la vida permanezcan abiertas e inacabadas.

Para Rivas, la noción de no cumplir con las tareas establecidas se convierte paradójicamente en una obligación en sí misma. Es el desafío a los mandatos externos e internos, la oportunidad de actuar según el deseo propio, de ser auténtico en un mundo que impone puntos de vista predefinidos.

La esencia personal permea cada uno de sus textos, marcados por la primera persona como un acto de sinceridad, permitiendo al autor ofrecer su visión única del mundo. Rivas desmitifica la narración convencional, reivindicando la subjetividad como el elemento que brinda frescura y autenticidad a cada historia.

A través de su escritura, Rivas aborda la crítica a valores tradicionales en Antioquia, pero no renuncia a su identidad cultural, utilizando su herencia para desafiar y cuestionar desde adentro, en una suerte de autocrítica que lo involucra a nivel personal.

“Mis libros son una mezcla de crónicas, relatos, y novelas cortas, una amalgama de géneros. No tienen una definición concreta, más bien representan la manifestación de intuiciones que no alcanzan a expresarse, como en un poema. Intento recuperar vibraciones y experiencias que tienen significado en el tiempo”, comenta el escritor.

El escritor colombiano es una de las voces más interesantes de la literatura colombiana contemporánea. (El Colombiano).

En conversación con Infobae Leamos, Luis Miguel Rivas señala que, a pesar de la diversidad aparente, existe una cohesión temática en estos textos que se origina en la reivindicación del punto de vista personal en un mundo que tiende a imponer perspectivas predefinidas. Esta singularidad se refleja en el uso constante de la primera persona, que, según Rivas, no solo representa una elección narrativa, sino un acto de sinceridad al observar y analizar el mundo desde su perspectiva única.

Cada palabra de Rivas, aunque su destino esté en la crónica, el cuento o la novela, es hija de la más honda poesía. Al respecto, el autor apunta: “Cada texto o género es una impresión, una intuición que intento plasmar. No busco intencionadamente hacer poesía en prosa, pero a veces se asemeja. La poesía se manifiesta en momentos de giros o imágenes poéticas dentro de la narrativa, aunque no busco intencionalmente hacerlo”.

La organización del libro, no basada en una secuencia cronológica, sino en una disposición anímica, refleja las preocupaciones recurrentes a lo largo del tiempo. La crítica a los valores y roles tradicionales en Antioquia resuena fuertemente en sus escritos, a pesar de continuar utilizando el dialecto antioqueño, una decisión fundamentada en su identidad y en la crítica desde adentro de los valores que lo moldearon.

“Aunque sigo escribiendo sobre Medellín, los temas fundamentales han evolucionado, volviéndose más abstractos al estar geográficamente lejos”, señala.

Rivas expone la influencia de la distancia geográfica y temporal en su escritura, permitiéndole una visión más objetiva y fresca de su país de origen. Esta perspectiva, exenta de las presiones y temores inmediatos, agrega una capa adicional de profundidad a su narrativa, dándole un matiz literario más potente.

El autor colombiano, residente en Buenos Aires, regresa en 2023 con su libro "Más tareas no hechas". (Foto: Juan Ospina)

Las obras de autores como Andrés Caicedo, Tomás Carrasquilla, y Luis Tejada han sido importantes para su formación como escritor. También Charles Bukowski o Víctor Hugo Vizcaya, pero especialmente la calle ha sido su gran influencia, pues es allí en donde residen todas sus inquietudes y certezas. En últimas, la literatura también se trata de sobrevivir.

Escribo para comunicar sentimientos más allá de la comunicación cotidiana, para explorar la tristeza, la alegría, y nombrar la vida”.

Luis Miguel Rivas reside hoy en Buenos Aires, y desde la lejana ciudad argentina ve a Colombia con ojos nostálgicos. Su salida, sin embargo, le ha permitido escribir mejor, y aunque él desconoce qué tanto. Lo que sí sabe es que, encuéntrese donde se encuentre, el barrio siempre estará presente para él. Si existe una dupla hoy en la literatura colombiana que ha sabido retratar eso que ocurre en la calle, que le habla al joven en la esquina, y al anciano en la cantina, a la madre asomada a la ventana y al padre que no ha vuelto, a todos aquellos que se fueron para buscar algo mejor, esa es, sin duda alguna, la de Gilmer Mesa y Luis Miguel Rivas, siendo este último, quizá, el que más belleza encuentra en la grieta de la soledad.

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