Mientras transita su tratamiento contra el cáncer, el escritor estadounidense Paul Auster acaba de publicar Baumgartner, una novela de apenas 200 páginas que condensa gran parte de su narrativa para contar la vida de un catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Princeton que, en algunos tramos, se presenta como el alter ego del autor.
Con los ecos de fenomenología que estudió su esposa Siri Hustvedt, el legado de Philip Roth y las recreaciones de E. L. Doctorow, Auster articula en su nueva novela -que llegará a la Argentina publicada por Planeta en mayo de 2024- un relato en el que se funden el autor y el personaje, se informó.
“Es un pequeño libro tierno y milagroso”, contó en septiembre Hustvedt sobre el último texto publicado por Faber, en un posteo en su cuenta de Instagram en el que confió que el autor de Leviatán y La invención de la soledad seguía su tratamiento contra el cáncer. “Todavía no hemos llegado a la señal que marca el límite del país: está saliendo de Cancerlandia”, que es como define Hustvedt a este territorio en el que viven los enfermos de cáncer. Es, dijo, un país más “grande de lo que había imaginado”.
La novela cuenta la vida de Baumgartner, definida por su profundo y duradero amor por su esposa, Anna, quien murió en un accidente de natación nueve años antes. El protagonista, de 71 años, continúa luchando por vivir en su ausencia mientras la novela se desarrolla sinuosamente en espirales de memoria y reminiscencia, delineadas en episodios que abarcan desde 1968, cuando Sy Baumgartner y Anna se conocen como estudiantes en quiebra que trabajan y escriben en Nueva York, a través de su apasionada relación.
“Rico en compasión, ingenio y el agudo ojo de Auster para la belleza en los momentos más pequeños y transitorios de la vida cotidiana, Baumgartner pregunta: ¿por qué recordamos ciertos momentos y olvidamos otros? En una de sus obras más luminosas y su primera novela desde el tour de force 4 3 2 1, Paul Auster captura varias vidas”, propone desde la contratapa del libro la editorial.
Autor de una treintena de libros entre poesía, ensayo, guiones de cine y libros de memorias, en enero publicó Un país bañado en sangre, un libro en el que el dispositivo narrativo está puesto al servicio de abordar uno de los fenómenos fundamentales de la sociedad norteamericana contemporánea: la cultura tanática alrededor de las pistolas y los rifles que comparten sus compatriotas.
Fue durante la presentación de ese libro que Auster habló por primera vez de su enfernmedad en una entrevista con el diario español La Vanguardia: “Tengo un cáncer y debo someterme a tratamiento, así que no es el mejor momento de mi vida”.
Días después y desde su cuenta de Instagram, Hustvedt compartió con sus seguidores un relato en el que contaba cómo eran los días en “Cancerland”, un territorio en el que confluían los tratamientos de la ciencia y las horas de los pacientes y familiares de quienes padecían cáncer.
En la mayor parte de 2023, Hustvedt prefirió no dar demasiadas declaraciones públicas sobre la salud de su esposo. “He guardado silencio porque el territorio aquí en ‘Cancerland’ es confuso y traicionero. El paciente (y yo con él) hemos ido de frente por la carretera, nos hemos retrasado y hemos dado vueltas en círculos. No hemos llegado al cartel que marca el límite del país”, escribió en octubre de este año en una nueva publicación, ilustrada con dos fotos de cuando ambos eran jóvenes.
Hustvedt celebra “la dignidad” con la que su marido “ha sobrellevado una serie de síntomas miserables tanto del cáncer como del tratamiento. “Se ha mostrado incondicional y sin quejas, con el humor intacto”. Y relata que Auster confesó que, a medida que todo avanza, ha pasado cada vez más tiempo “mirando hacia el abismo” pero que “no tiene miedo a morir”.
“En ‘Cancerland’ hay mucha gente de mediana edad y de edad avanzada, y sabemos que hay niños, pero no los vemos porque los cuidan en lugares separados. Mi marido y yo hemos visto a muchos jóvenes que se sientan con nosotros en las salas de espera. Sus rostros sin arrugas y sus cuerpos vigorosos a menudo no revelan ningún signo de enfermedad. A veces, una bonita gorra cubre su calvicie, la única señal de que están enfermos”, relata la autora, con la clara intención de sacar el estigma que pesa sobre el cáncer.
Tras relatar un encuentro emotivo que el escritor tuvo con una paciente y lectora suya, Hustvedt repara en cómo lo afecta la economía de los pequeños detalles: “La sonrisa de la recepcionista importa. El toque respetuoso del técnico mientras levanta el brazo del paciente y lo prepara para la aguja es importante. La enfermera y el médico que escuchan atentamente mientras habla el paciente, que le permiten contar su historia y explicar cómo se siente, son importantes. Aunque lo más importante de todo son los familiares y amigos que envían notas, correos electrónicos y hacen llamadas. Es posible que estos actos no alteren el resultado de la enfermedad, pero son una parte crucial de vivirla”.
Fuente: Télam S.E.