Muchos escritores y artistas ucranianos arriesgan o pierden la vida en la guerra con Rusia y ya se hacen comparaciones entre la agresión rusa contra Ucrania y su identidad nacional y la ejecución de los autores más destacados del país por orden de Moscú hace exactamente 86 años.
“Los métodos actuales para destruir nuestra cultura son ligeramente diferentes, de alguna manera ‘más modernos’, pero al final lo que Rusia siempre busca es una cosa: destruir a Ucrania por todos los medios posibles”, dice a EFE Lidia Migalega, coordinadora de “El estilete y la pluma”, una iniciativa surgida en Uzhgorod.
Desde 2018 el proyecto ha buscando crear un espacio para que los jóvenes ucranianos creen y compartan su obra. Uno de sus objetivos es contrarrestar lo que Migalega aprecia como el intento deliberado de años del Kremlin de expandir la cultura rusa en detrimento de la ucraniana.
Al principio de la invasión a gran escala muchos de los autores que asistían a las lecturas vespertinas de poesía tomaron las armas, entre ellos Sviatoslav Kondrat y Kirilo Babentsov, que murieron en el frente.
Otros, como los escritores Artem Chapeye y Artem Chej, o el director de cine Oleg Sentsov, también se juegan la vida en el Ejército. Chej escapó de la muerte cerca de Bajmut y Sentsov resultó recientemente herido por tercera vez en un combate cerca de Avdiivka.
Una vítima destacada de la invasión es también Volodímir Vakulenko, un escritor para niños. Fue secuestrado y luego muerto por disparos de soldados rusos durante la ocupación de su pueblo cerca de Izium, en la región de Járkiv.
Su diario escrito bajo la ocupación, que ocultó en su huerto poco antes de morir, fue descubierto y editado por Victoria Amelina. Una de las estrellas emergentes de la literatura ucraniana, pasó a documentar los crímenes de guerra rusos después del comienzo de la invasión.
Proyectaba publicar su propio diario con testimonios de mujeres ucranianas que vivieron bajo la ocupación rusa. Sin embargo, sus planes quedaron truncados por un misil ruso que la mató en Kramatorsk este verano.
“Es una tragedia que el mundo sepa de nuestros escritores a través de las necrológicas”, dijo recientemente la poeta Halina Kruk en un festival literario en Leópolis.
Al hablar del desafío que los escritores afrontan por contar la historia de la resistencia ucraniana, se refirió también al vacío que dejó el exterminio de la élite creadora ucraniana durante el régimen soviético. “Todavía hay generaciones de ucranianos que lo perciben”, dice a EFE Tetiana Igoshina, subdirectora del Museo Literario de Járkiv.
Una generación de escritores, dramaturgos y artistas en ucraniano destacaron durante la década de los años veinte del siglo XX aprovechando una breve política de ucranianización en tiempos soviéticos. Sin embargo su pensamiento independiente y actitud crítica hacia los cambios en la sociedad soviética pronto les convirtieron en objetivos para el creciente totalitarismo del régimen estalinista.
Comenzaron a ser detenidos en 1933 y la represión alcanzó su cénit en el otoño de 1937, cuando unos 250 miembros de la vanguardia intelectual fueron asesinados en una semana en el bosque Sandarmoj de Karelia, en Rusia, en lo que se conoce como “la decapitación de la nación ucraniana”.
Decenas de ellos fueron ejecutados el 3 de noviembre, incluido el fundador del teatro ucraniano de vanguardia Les Kurbas y el escritor Mikola Kulish.
Sus obras fueron retiradas, lo que contribuyó a la asimilación de millones de ucranianos durante el régimen soviético, subraya Igoshina. Su herencia e incluso el lugar y las circunstancias de sus muertes se han descubierto solo de manera gradual en las últimas décadas. Muchos datos permanecen inaccesibles en las oficinas de la KGB en Moscú.
La invasión rusa ha hecho aumentar el interés público hacia esta “generación perdida” pero también ha puesto en peligro a sus sucesores actuales.
La residencia de muchos escritores de la generación del “Renacimiento ejecutado” -también conocido como el “Renacimiento fusilado”-, el Edificio Slovo, resultó dañado por los ataques rusos en Járkiv.
Después de que comenzó de nuevo a servir de alojamiento a autores contemporáneos en marzo de 2023 Victoria Amelina se convirtió en la primera residente literaria. Poco antes de resultar muerta por un misil ruso escribió en el prólogo del diario de Vakulenko: “Mi peor temor se convierte en realidad: Estoy dentro del nuevo Renacimiento ejecutado”.
Fuente: EFE