Con una visibilidad que le garantiza actuar como caja de resonancia de fenómenos o conflictos y motorizar debates de largo alcance como ocurrió con la reciente decisión de cancelar la entrega del galardón que iba a conceder a la escritora palestina Adania Shibli, la Feria del Libro de Frankfurt se ha transformado en una arena de debate donde confluyen desde las miradas más recelosas hasta las más apocalípticas sobre los efectos que tendrá la inteligencia artificial (IA) sobre el mundo editorial.
“He hecho un experimento pidiéndole a la inteligencia artificial 300 palabras en el estilo de Salman Rushdie, lo que salió fue basura. Por eso en ese sentido no me preocupo demasiado”, dijo el autor de los Versos satánicos durante una conferencia de prensa que realizó en el marco de este evento literario, uno de los más importantes del mundo.
“Las máquinas carecen todavía de inspiración para escribir novelas”, señaló el autor británico después de leer el texto corto generado “con su estilo” por un programa. “Lo que salió era para tirar”, dijo entre las risas de los asistentes a su presentación.
No todos los autores y editores se muestran tan escépticos como Rushdie frente a las posibilidades de los programas de escritura automática como el ChatGPT. Los actores de esta industria muestran “un profundo sentimiento de inseguridad”, aseguró Juergen Boos, director de la feria que concluyó ayer y en la que hubo numerosos debates sobre la cuestión.
“Se preguntan qué ocurre con la propiedad intelectual de los autores, a quién pertenecen realmente los nuevos contenidos, cómo integrarlos en las cadenas de valor”, explicó Boos.
Para las novelas románticas, que se basan en modelos narrativos estereotipados y con una producción masiva, la IA ofrece oportunidades, incluso “un cierto alivio” para quienes ya no deberán ocuparse de este tipo de contenido, ironizó el director de la feria.
La cita literaria, que en esta edición convocó unos siete mil expositores entre los que se cuentan 170.000 editores, agentes literarios, distribuidores, libreros, escritores y profesionales del sector, alojó distintas posturas en torno al tema.
Desde la aparición de aplicaciones como ChatGPT, la tecnología tiene el atributo de escribir artículos o libros, componer música, representar imágenes a toda velocidad y hasta recrear la voz o la escritura de un artista fallecido: eso que durante tanto tiempo pareció ciencia ficción y anticiparon ficciones como Black Mirror ya es una realidad, no muy auspiciosa para algunos autores.
El rendimiento de la IA en ficción “no es todavía muy bueno”, argumentó Jennifer Becker, autora y universitaria alemana en una mesa redonda, según cita la agencia AFP. “No veo todavía el momento en que confiemos el trabajo de escritura a la IA de forma totalmente autónoma. En cambio, el potencial es grande para usarla en colaboración”, apuntó.
Pero todo depende del tipo de publicación, según Susanne Barwick, consejera jurídica adjunta de la Asociación Alemana de Editores y Libreros. “El sector de libros científicos y especializados ya está más avanzado y se ha adentrado más en la cuestión”, sostuvo.
Una de las principales incógnitas es saber quién dispone de los derechos de autor del contenido generado por la IA, señaló Boos.
En la plataforma KDP de Amazon, dedicada a la autoedición, ya pululan libros generados enteramente por la IA, observan los especialistas, algunos incluso aparecen entre los más vendidos.
El mes pasado, escritores como la canadiense Margaret Atwood y los estadounidenses Jonathan Franzen y Nora Roberts remitieron una carta a las compañías que han puesto en circulación estas facilidades para advertir que los nuevos proyectos de inteligencia artificial han explotado sus obras sin su consentimiento, sin respetar los derechos de autor y sin pagarles por eso.
“Millones de libros, artículos, ensayos y poemas protegidos por el derecho de autor constituyen el ‘alimento’ de los sistemas de IA, una comida sin fin para la que no hay factura”, critican.
“Es justo que nos compensen por utilizar nuestros escritos, sin los cuales la IA sería banal y extremadamente limitada”, alegan los firmantes del texto, que explica que este desarrollo capaz de generar textos debe su existencia a sus escritos.
“Estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas. Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcionan el ‘alimento’ a los sistemas de IA, comidas interminables por la que no se nos ha pasado factura”, argumentan en la misiva.
Fuente: Télam S.E.