Han pasado más de 80 años desde aquella jornada terrible cuando el mundo tuvo que lamentar la muerte del escritor español Miguel de Unamuno, el 31 de diciembre de 1936, en Salamanca, sede del cuartel general del dictador Francisco Franco, y donde el autor de Niebla pasó sus últimos momentos como preso político en su propio domicilio.
Un par de meses antes, Unamuno había protagonizado de un enfrentamiento con el general Millán-Astray que pasaría a la historia. En la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de ese año, el escritor pronunció un discurso en el cual criticó públicamente la brutal represión franquista y la falta de libertad de expresión. Sus palabras marcarían un punto de quiebre en la relación entre él y el gobierno español, y sería recordado para siempre por una frase en particular: “Vencer no es convencer”.
Durante los primeros meses de la Guerra Civil, Unamuno apoyó públicamente al bando franquista, lo que le llevó a ser nombrado rector de la Universidad de Salamanca por las autoridades franquistas. Sin embargo, su apoyo se basó en su deseo de poner fin a la violencia y el caos que había estallado en España, y no estaba de acuerdo con algunas de las políticas represivas y autoritarias impuestas por el dictador. Con el tiempo, se fue distanciando de Franco y sus seguidores debido a sus desacuerdos ideológicos.
El punto de inflexión llegó con el episodio del enfrentamiento ante el general Millán-Astray, que luego pasó a ser conocido como “El Discurso de Unamuno”. Después de este incidente, el escritor se retiró de la vida pública y continuó expresando sus críticas al régimen franquista de manera más discreta, hasta el día de su muerte. Este suceso ha estado envuelto en un manto de misterio durante décadas.
Hasta ahora, la versión oficial ha sostenido que la muerte de Unamuno fue un evento natural, atribuido a la edad avanzada y al aislamiento causado por su enfrentamiento con Millán-Astray. Sin embargo, una nueva investigación llevada a cabo por Carlos Sá Mayoral, en su libro Miguel de Unamuno: ¿Muerte natural o crimen de Estado?, arroja luz sobre los últimos días del autor español y plantea cuestionamientos serios sobre las circunstancias de su fallecimiento.
La investigación de Carlos Sá Mayoral revela documentos hasta ahora inéditos, como los informes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que dan cuenta de la vigilancia constante a la que fue sometido Unamuno después del enfrentamiento con Millán-Astray. Estos informes indican que su correspondencia estaba siendo interceptada, lo que pone de manifiesto la intensidad del escrutinio al que estaba sometido el autor.
Uno de los hallazgos más notables que presenta el libro es una carta extensa escrita por Unamuno el 7 de diciembre de 1936 y dirigida al escritor estadounidense Henry Miller. La carta revela la desesperación de Unamuno en Salamanca, donde se sentía prisionero en su propia casa. En esta correspondencia, Unamuno expresa temor por su vida y explica su deseo de huir a Francia, donde creía que se encontraban “españoles inteligentes y verdaderos patriotas”.
El misterio en torno a la muerte de Unamuno persiste, ya que a la familia del escritor no se le permitió realizar una autopsia al cadáver. El libro de Carlos Sá Mayoral plantea preguntas incómodas sobre la versión oficial de la muerte de Unamuno. ¿Murió realmente de causas naturales, como se afirmó durante décadas, o fue víctima de un crimen de Estado?
El 31 de diciembre de 1936, mientras se encontraba en su residencia, un individuo joven que respondía al nombre de Bartolomé Aragón se presentó en su puerta, pretendiendo ser un exalumno de Unamuno, aunque esto resultó ser una falsedad. Lo que sí es verídico es que este individuo se identificaba como un radical que, apenas dos días antes, había llegado a Salamanca desde la localidad de Huelva. Curiosamente, hacía exactamente diez días que el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) había informado a Francisco Franco acerca de los intentos de fuga de Unamuno.