Es innegable la influencia perdurable de un poeta romántico como el inglés Lord Byron o del simbolista francés Arthur Rimbaud en la cultura y sobre todo en la música posterior a ellos, especialmente en el desarrollo del rock and roll y la irrupción de la figura del rockstar.
A su manera, Byron fue el primer rockstar, el que delineó lo que vendría después, pero que también lo encarnó, mientras que Rimbaud fue, de alguna forma, su heredero. Su poesía y obra no tienen mucho que ver entre sí, pero compartieron cierta actitud ante la vida y, sobre todo, el modelo estético que crearon: androginia, dandismo y provocación permanente, viajes a países lejanos y exóticos y, como escribió, Charles Baudelaire, la obligación de “ser sublimes sin interrupción” y “vivir y morir frente al espejo”.
Byron, muerto en 1824 a los 36 años, encarnó como nadie antes que él a la figura del poeta romántico rebelde. Su obra a menudo exploraba temas de pasión, libertad y rebeldía contra las normas sociales y políticas de la Inglaterra victoriana de su tiempo. Estos temas de individualismo y resistencia resonaron en las vanguardias artísticas posteriores, que también buscaban desafiar las convenciones establecidas.
Popularizó el “héroe byronesco”, un personaje literario que era apasionado, enigmático y a menudo autodestructivo. Esta figura influyó en personajes literarios y culturales posteriores que encarnaban un espíritu similar de rebeldía y desafío a las normas convencionales. En 2021, Marianne Faithfull sacó un disco junto a Warren Ellis -uno de los Bad Seeds de Nick Cave- titulado She Walks in Beauty, donde recita poemas ingleses, entre ellos, el de Byron del mismo nombre. No es casual que muchas veces que se hable de Nick Cave, se lo mencione como una especie de Lord Byron moderno, siempre tan elegante como atribulado.
No hay héroe byronesco más notable en la historia de la poesía que Rimbaud, que terminó siendo el arquetipo de lo que sería la figura del rockstar posterior, incluyendo a la muerte joven. El francés estuvo expuesto a la literatura británica, incluida la obra de Byron, a través de sus estudios y lecturas. La influencia de Byron en Rimbaud puede rastrearse en algunos de los temas y motivos románticos presentes en la poesía del francés, como la pasión, la rebeldía y el individualismo.
Aunque Rimbaud desarrolló un estilo y una voz poética distintivos y desafió las convenciones literarias de su época, la poesía romántica del británico y su enfoque en la expresión personal dejaron una huella en las generaciones posteriores, especialmente en los malditos y los simbolistas. No deja de impresionar la precocidad del francés, que escribió la totalidad de su obra entre los 16 y los 18 años, período en el que tuvo una tormentosa relación con el también poeta maldito Paul Verlaine sobre la que ya corrieron ríos de tinta. La influencia del poeta nacido en 1854 y muerto en 1891 a los 37 años puede rastrearse en todas las principales vanguardias artísticas posteriores: “Hay que ser absolutamente moderno”.
Sólo por nombrar a algunos: André Breton, uno de los fundadores del movimiento surrealista en la década de 1920, lo admiraba y consideraba su obra como precursora del surrealismo; el escritor, poeta y cineasta francés Jean Cocteau encontró inspiración en la obra de Rimbaud y colaboró con otros artistas surrealistas. Gente como T.S. Eliott, Antonin Artaud o Frank O’Hara han nombrado a Rimbaud como una de sus principales influencias.
Más acá en el tiempo, el chileno Roberto Bolaño también lo mencionaba como una figura fundamental en su vida y en su literatura. Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, escritores fundamentales de la generación beat estadounidense, encontraron en Rimbaud a una de sus fuentes de inspiración, lo que directamente derivó en la influencia de este en el gran movimiento cultural estadounidense posterior a los beats, el rock and roll.
Bob Dylan solía citar a Rimbaud como una de sus influencias literarias e incorporó elementos de su poesía en sus letras. Jim Morrison también fue influenciado por Rimbaud y los malditos franceses a tal punto de que vivió sus últimos días en París, intentando dedicarse al mundo de la poesía, dejando atrás los escenarios.
Pero probablemente fue Patti Smith, la poeta punk, quien llevó más patente la influencia de Rimbaud a los escenarios. La artista ha contado muchas veces que, siendo adolescente, imaginaba que el francés, muerto hacia un siglo, era su novio: “Algunas de las mejores relaciones sexuales que he tenido fueron con Rimbaud o Jimi Hendrix. Yo los llamo mis amores cerebrales. No tiene nada de malo, saqué mucha buena poesía de ello. Rimbaud y yo lo hemos hecho un millón de veces”.
Algunas imágenes que han salido de la prosa de Smith involucran una escena de la pierna de Rimbaud caminando por un bosque mientras los niños se burlan y asaltan cruelmente el cuerpo lisiado del poeta en una canción. Rimbaud perdió su pierna seis meses antes de morir, tras una artritis mal tratada que llevó a una sinovitis y derivó en un carcinoma tras regresar a París. Para ese entonces, Rimbaud ya había dejado hacia tiempo la poesía, se había convertido al catolicismo, y dedicado las décadas siguientes a viajar por África, donde traficó con armas y marfil, y, según se cuenta, también con esclavos.
Otros íconos de la generación punk como Richard Hell -según él mismo declaró, en sus letras e incluso en su look- o el cantante de la banda anarquista británica Crass, Penny Rimbaud, lo tomaron como una influencia fundamental; este último adoptó su apellido en homenaje.
Byron, el pionero del héroe romántico y rebelde, sentó las bases para la figura del rockstar, mientras que Rimbaud, con su pasión desbordante y su estilo de vida turbulento, se convirtió en el arquetipo de lo que sería el rockstar moderno, su búsqueda de la sublimidad continúan resonando.
Si Arthur Rimbaud o Lord Byron hubieran tenido acceso a guitarras eléctricas y tocado rock and roll, su música habría sonado sexy, misteriosa y peligrosa, como ellos. Como no pudieron hacerlo, deben contentarse desde el más allá con que sus sombras se extiendan hasta nuestros días y con haber influido a infinidad de artistas. No es difícil imaginarse hoy a Byron y a Rimbaud sosteniendo guitarras eléctricas y siendo adorados, como aquella estrella de rock creada por Mariana Enriquez en Este es el mar con la intención de ser la última de todas. Byron y Rimbaud fueron las primeras.