Cuando le fue otorgado, en abril de este año, el Premio Formentor de las Letras 2023, el jurado reconoció al escritor francés Pascal Quignard “por la maestría con que ha rescatado la genealogía del pensamiento literario.”
El acta oficial celebraba con énfasis “la distinción entre Filosofía y Literatura, reflexión y contemplación, inspiración y experiencia, en una obra que ha trenzado magistralmente el nervio conceptual, la ilusión poética y el flujo musical de una prosa inagotable y efervescente”.
Antes, habían sido reconocidos con ese mismo premio escritores de la talla del mexicano Carlos Fuentes, los españoles Juan Goytisolo, Javier Marías y Enrique Vila-Matas, los argentinos Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia y César Aira, el rumano Mircea Cartarescu y la francesa Annie Ernaux, entre otros. Pocos igualarían, de todos modos, la prolífica producción del francés: firma más de 70 títulos.
Nacido en 1948 en Verneuil-sur-Avre, en el seno de una familia de músicos y especialistas en literaturas clásicas, Quignard llega esta semana a la Argentina para participar de una serie de actividades editoriales y académicas, como una conferencia en la Maestría en Escritura Creativa de la Untref.
Entre ellos, se incluyen El nombre en la punta de la lengua, El origen de la danza, Princesa, vieja reina, que publica en la Argentina la editorial Interzona.
Destacan también entre sus libros: El salón de Wurtemberg (1986), Todas las mañanas del mundo (1991, adaptada al cine por Alain Corneau y protagonizada por Gérard Depardieu), Una terraza en Roma (2000, gran premio de novela de la Académie française), Villa Amalia (2006, gran premio Jean Giono), Las sombras errantes (2002, premio Goncourt), Las solidaridades misteriosas (2011), Las lágrimas (2016) y El amor el mar (2022).
En los años 90, el autor trabajó para la prestigiosa editorial Gallimard, donde llegó a ser el secretario General del sello, hasta que decidió recluirse a escribir y se instaló en la pequeña localidad de Sens, a 130 kilómetros de París. Desde entonces, lleva unos treinta años alejado de la escena pública.
-¿De dónde cree que provienen, si es que surgen, el deseo y la pasión por escribir? ¿Con qué primera experiencia –si es que hay alguna reconocible– asocia usted esta motivación original?
-No lo recuerdo. Quiero decir que no tengo un recuerdo claro de lo que me empujó a este mundo de soledad y silencio. Quizás, simplemente, retraimiento, soledad, silencio. Escribir consistía en esconderse bajo la manta. La literatura como una cripta bajo la nave de la lectura.
-Tomó notas de sus lecturas durante casi 60 años y escribió 70 obras. ¿Cree que el escritor y el lector, si los hay, construyen y evolucionan juntos o que cada uno traza su propio camino, en paralelo?
-Cada experiencia traza su propio camino. A veces el viaje se aleja mucho de la orilla, de la bahía. A veces los caminos se cruzan. Pero incluso dentro de uno mismo todo diverge.
- Dijo que escribe para perderse. ¿Son el lenguaje y el estilo la manifestación visible de una búsqueda perpetua que es al mismo tiempo una paradoja? No resuelven el misterio de una vida dándole sentido…
-Sí. Me gusta perderme. Más que una búsqueda, para mí es un deambular. No, no hay necesidad de significado. El misterio de la vida es más hermoso, ya que no tiene dirección, programa, significado, control, restricción, y sigue siendo un misterio. El misterio del nacimiento y de la muerte, ambos sin sentido, es terriblemente hermoso.
“No, no hay necesidad de significado. El misterio de la vida es más hermoso”
-Elige una vida solitaria con sus libros, su música, sus animales (“Intento no hacer discursos, no hacer nada que sea del mundo o de la política, un lenguaje un poco más salvaje”) ¿Es la literatura la otra vida o simplemente la real?
-La literatura no es otra vida ni la vida real: es una vida que aumenta la vida. La que recapitula en silencio. La que profundiza. La que nos vuelve infinitamente más sensibles.
-Si la identidad de quien entra en los libros “se transforma para siempre”, ¿puede la lectura, más allá del placer, convertirse en una aventura peligrosa? Hay muchas cosas que escapan a nuestro control en esta deriva que voluntariamente emprendemos. ¿Podría la lectura, en este sentido, cambiar nuestra posición en una dirección inesperada, incluso embarazosa?
-Sí. Leer es peligroso. Sí, no sabemos adónde vamos. No sabemos qué experiencia vamos a encontrar. ¡Qué alegría te inundará! Qué escena infinitamente personal y traumática surgirá. Qué metamorfosis nacerá. Qué recuerdo volverá. Leer nos embarca en una aventura, en el bosque aventurero.
“No creo en lo colectivo”
-En Argentina se acercan las elecciones presidenciales: ¿es cierto que usted tampoco vota porque no cree en el “colectivo”?
-Sí, no creo en lo colectivo. Ni en el odio, ni en la excitación vengativa, ni en las multitudes sanguinarias, ni en el pogromo, ni en la guerra.
En Buenos Aires
Este mes, en Buenos Aires, Quignard disertará el 18 de octubre, de 18 a 21, sobre “Qué es una novela”, invitado por la Maestría de Escritura creativa de Untref, en Chacabuco 875 espacio Xirgu.
Se enfocará, en ese marco, en su proceso de escritura, leerá fragmentos de su obra y dialogará con Silvio Mattoni, poeta y traductor de sus libros, y Lucía Dorín, egresada de posgrado.
La entrada es por orden de llegada hasta cubrir la capacidad de la sala ubicada en Chacabuco 875,
Quién es Pascal Quignard
♦ Nació en Verneuil-sur-Avre en 1948.
♦ Es escritor, músico, profesor y filósofo.
♦ Fundó el Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versalles.
♦ En 1990 fue nombrado Secretario General del comité de lectura de la editorial Gallimard.
♦ Antes de su consagración definitiva como escritor, en 1994 decide abandonar todas sus otras actividades para dedicarse exclusivamente a la literatura.
♦ En el año 2002 ganó el Premio Goncourt, el más prestigioso galardón literario de Francia, con su novela Las sombras errantes.
♦ En 2023 le fue concedido el Premio Formentor de las Letras.