Camila Sosa Villada: “Muchos estúpidos juntos después cavan fosas para tirar cadáveres adentro”

Se acaba de reeditar “Tesis sobre una domesticación”, una novela sobre una actriz travesti que parece tenerlo todo. O no. En diálogo con Infobae la autora de “Las malas” habla sobre el deseo, el sexo, el cuerpo, la inteligencia artificial, el lado B del éxito y la adaptación cinematográfica del libro.

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La escritora cordobesa Camila Sosa Villada en Infobae.
La escritora cordobesa Camila Sosa Villada en Infobae.

“No voy a sacarme los anteojos”, dice Camila Sosa Villada antes de empezar la entrevista. “Voy a estar así, lo siento”, sigue. Se ríe, cuenta que la presentación de Tesis sobre una domesticación la tarde anterior se extendió hasta altas horas de la noche, por eso los lentes. Se mira en el monitor, se toma su tiempo para contestar, piensa. Habla del color de su labial, le gusta el tono. Y se le ilumina la sonrisa al hablar de Federico García Lorca.

“Clavar el cuchillo, ese cuchillito que apenas cabe en una mano pero que penetra fino por las carnes asombradas”, escribe el poeta andaluz en Bodas de sangre. Sosa Villada hace eso con su literatura: clava el cuchillo en el deseo, escarba en él, lo hace sangrar y lo cuestiona en Tesis sobre una domesticación (Tusquets), su nuevo libro.

En esta reedición ―la primera fue en 2019― Sosa Villada narra la historia de una actriz, “la travesti más famosa del país”, que supo acomodarse en una vida aferrada al relato burgués: fama, dinero, cosméticos caros, vestidos de los más inalcanzables diseñadores internacionales, el capricho satisfecho de interpretar la obra teatral La voz humana, de Jean Cocteau , ese “lujo que le obsequiaba el éxito”. “La Camila rica editó a la Camila pobre”, escribe la autora de Las malas, Soy una tonta por quererte y La novia de Sandro en sus redes sociales sobre esta nueva edición.

Primero viene el noviazgo con un adinerado abogado, conviven en una zona acomodada de una ciudad, y tras eso, la siguiente institución “normalizante”: el matrimonio. Se casan. Ella, con un vestido rojo (el de la novia de Bodas de sangre, manchado de sangre por rebelarse; el de la actriz de Tesis... “para llamar la atención, para decir que era más extraña que el resto”); él, como un muñeco de tortas, perfecto. “Las traiciones se pagan. Ya vas a ver lo cara te va a salir la locurita”, le grita una travesti borracha. Luego, otra institución: la maternidad.

"Tesis sobre una domesticación", de Camila Sosa Villada. (Imagen de tapa de Sebastián Freire)
"Tesis sobre una domesticación", de Camila Sosa Villada. (Imagen de tapa de Sebastián Freire)

¿Querés que adoptemos un hijo?”, le pregunta su flamante esposo. Un nene de seis años con HIV completa esta familia. “Le dolía admitir que ya había firmado su sentencia y que no sería más una travesti libre”, escribe Sosa Villada en Tesis sobre una domesticación. ¿Cuál es el precio que se paga para adaptarse a una vida “normal”? ¿Se pueden domesticar los deseos?

“La novela es una crítica al deseo”, dice Camila Sosa Villada en diálogo con Infobae Leamos. Y clava un poco más ese cuchillito: “Lejos de poner al deseo sobre un pedestal, propone una apostasía de esa máquina deseante”. Camila remata: “Hay que desear mucho menos”.

Con más de 200 mil ejemplares vendidos de su obra en español en todo el mundo, Camila es una de las voces más poderosas de la literatura latinoamericana actual. Por ejemplo, Las malas, el gran suceso editorial, obtuvo los premios Sor Juana Inés de la Cruz, Finestres de Narrativa y el Grand Prix 2021 de l’Héroïne Madame Figaro. Camila también sabe clavar ese cuchillito en la escena literaria para hacerla temblar. Y tiene con qué.

Porque su talento emana: es actriz, poeta, ensayista, narradora. Protagonizó películas como Mía, las miniseries La viuda de Rafael y La chica que limpia; también hizo su primer espectáculo unipersonal, Carnes tolendas, y en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau, Putx madre y El cabaret de la Difunta Correa. Ahora protagonizó junto a Alfonso Herrera la adaptación cinematográfica de Tesis sobre una domesticación, dirigida por Javier Van de Coutery, de la mano de la productora de Gael García Bernal y Diego Luna, que aún no tiene fecha confirmada de estreno.

Ahora sí, como escribe Lorca, “Por todos los caminos. Ha llegado otra vez la hora de la sangre”. Y Camila brota, se derrama y contesta.

Camila Sosa Villada habla sobre cómo ponerle el cuerpo a la escritura

La protagonista de Tesis sobre una domesticación dice en el primer capítulo: “solía decir que la prostitución y la actuación tenían las mismas mañas”. ¿Qué sucede con la literatura?

Puede ser que haya un paralelismo entre el mundo literario y la prostitución, como lo hay con la actuación. Pero la escritura en sí no precisa de ningún cliente, de ningún ataque de seducción, de ninguna exposición. Eso se hace a solas, esa es una gran diferencia. En cambio, la actuación siempre requiere de un cliente y publicar siempre requiere de lectores. Está en Los ojos azules pelo negro, de Marguerite Duras. La protagonista de ese libro dice que no encuentra la diferencia entre ser actriz y ser prostituta. Y a mí me resonó durante mucho tiempo eso por el tema del cuerpo, de ponerlo y hasta qué punto una actriz está ofreciendo algo de sí misma, porque no tiene otra cosa para ofrecer más que el cuerpo. Y me gustó que la actriz de mi libro piense eso, que ella haya leído ese libro.

¿Y cómo le ponés el cuerpo a la escritura? Porque a la escritura también hay que ponerle el cuerpo.

―¡Ay! Con tendinitis, dolor de espalda, todas las semanas tengo que ir a una fisioterapeuta para que me masajee. Con fiebres, diarreas, virus que me agarran después de una gira de promoción, después de los viajes, después de las ferias del libro. Con Tesis... ―no sé si tuve esta sensación en los libros anteriores― sentía que estaba bailando, que habían puesto una música que me gustaba, por ejemplo, Virus.

―¿Cómo fue ese baile, entonces?

―Encontraba la pista libre, el espacio justo para empezar a bailar, que tiene que ver un poco con la música. El ritmo de la novela tiene que ver con la gramática y con la sensación de que dejás de ser un organismo con carbono, con oxígeno, con hidrógeno. Pasás a ser otra cosa y el ritmo de esas frases es como si volara en el libro, que es lo mismo que pasa en una pista.

Camila Sosa Villada lee, emocionada, en el stand de Infobae en la Feria del Libro 2022.
Camila Sosa Villada lee, emocionada, en el stand de Infobae en la Feria del Libro 2022.

―Sobre esta edición de Tesis sobre una domesticación dijiste que la “Camila rica ahora editó a la Camila pobre”. ¿Qué editó?

―La Camila rica tiene que borrarse de Instagram, eso tiene que hacer. La Camila rica, primero, sacó la palabra “amor” de la primera versión y después seleccionó dónde dejarla. Después fue un poco cercenadora, es decir, fui con una sierra y le saqué pedazos enteros al libro, capítulos enteros. Yo siempre me vanaglorié de tener buen gusto, ¿sabés? Incluso siendo pobre y siendo hija de pobres, podía distinguir entre una tela que era 100 por cien algodón de una que no. O podía saber que era mejor tomar agua con gas que un vino feo. Entonces, frente a la imposibilidad de consumir algo de buena calidad o que era un poco más caro, yo prefería tomar agua. Esta Camila se permitió agregar todo lo que la Camila pobre no pudo poner en el libro antes. Citar cosas que la Camila pobre no podía citar.

―¿Por ejemplo?

―Algunas marcas de cosméticos que usa la actriz, o el perfume que usa, o cuántos metros cuadrados tiene la casa en la que vive.

―¿Qué había en esos capítulos que sacaste?

―Sobre la maternidad travesti. Sobre todo ese capítulo, dejé solo lo que le atañe a la actriz. Todo lo que no, se fue.

―Sin embargo, la maternidad es uno de los hilos conductores de Tesis... y también de Las malas, con el personaje de Encarna. En ambas hay una mirada sobre el cuidado del otro: adoptan un hijo con HIV y la actriz está pendiente, por ejemplo, de la medicación. En una entrevista con Infobae Leamos Luis García Montero dijo que el cuidado era revolucionario, ¿qué opinas?

―El cuidado es femenino. El cuidado siempre está a cargo de los cuerpos feminizados, diciéndolo con más progresismo. No sé si es revolucionario el cuidado. El cuidado estuvo siempre, es inherente a la especie. Lo revolucionario sería decir “a mí no me corresponde cuidar”. Que una madre diga “mira, a tu padre también le corresponde cuidarte, no es algo que me tenés que reclamar a mí”, eso sí me parece más revolucionario.

"No creo que el cuidado sea revolucionario", dice Camila Sosa Villada

―Pero el cuidado en el sistema capitalista puede pensarse como un tiempo que no se utiliza para producir, ocioso.

―Sí, pero también es un arma de seducción. “Te estamos cuidando”, entonces ponemos más policías en la calle, más cámaras de seguridad y no tenés un solo minuto en el que no esté alguien viéndote, registrándote. “Estamos cuidándote” pero no permitimos que entren travestis a este bar porque son peligrosas. Me parece que el cuidado es un arma de control y de vigilancia en este sistema. Se parece mucho el cuidado a la vigilancia. Los niños antes no necesitaban de tantos cuidados como ahora. En algún momento, les sacamos la potencia que tenían de conocer el espacio, la naturaleza, de saber qué les hacía mal, qué no. ¿Y a quién se puso a cuidar a esos niños? A las mujeres. No sé si es tan revolucionario, lo siento, Luis García Montero, por no estar de acuerdo con vos.

―Hablabas del control y de la vigilancia, que también tiene que ver con una mirada de otro. En el libro hay una mirada del otro, esa que la actriz internaliza como normalizadora. ¿Qué te pasa con la mirada del otro?

―Hay una mirada peor todavía, que es la mirada de la narradora sobre la actriz. Esa es la mirada de la otra, que vendría a ser yo mirándome a mí misma, porque no voy a negar que esa actriz se me parece mucho. Estoy todo el tiempo haciéndome una advertencia de qué cosas son importantes y de cuáles no y qué cosas se pagan muy caro. De alguna manera funciona como una advertencia o como un oráculo. Después, la mirada del otro me interesa tanto y en cuanto me lo puedo coger o no, es decir, si le gusto o no le gusto a un tipo. Si me ven o no me ven correcta, si me toman en serio o no, si les parece que estoy equivocada o no, no me interesa para nada.

―Hay otro concepto clave en Tesis sobre una domesticación: el deseo, ¿qué es?

―Se supone que es la potencia, lo que hace fuerte, lo que empuja, lo que lleva hacia adelante un cuerpo, lo que hace que se tomen decisiones o no. Pero el libro, lejos de poner al deseo sobre un pedestal, propone una apostasía de esa máquina deseante que te plantea constantemente este mundo, desde el capitalismo hasta las corrientes más liberadoras. Capaz que lo que tenemos que hacer es desear un poco menos; desear realmente mucho menos de lo que estamos deseando. Soy partidaria de dejar de desear. ¡Oh! Era muy mala, estaba completamente enojada. Pero es cierto, lo creo así y la novela es una crítica al deseo.

―Y el deseo también está ligado al sexo, que está muy presente en el libro. ¿Cómo escribir sobre un tema tabú, como es el sexo en la literatura y tanto, de esa forma tan descarnada?

―Un poco instigada por Liliana Viola. Ella fue de las primeras que me dijo que a esta novela le faltaba más sexo. Fue una pequeña contribución ―si se quiere política― respecto a los cuerpos de las personas trans, corrida de lo prostibulario. ¿Cómo cogen las travestis? Pero en serio, no porque un tipo está pagando. ¿Cómo coge con su esposo? ¿Y con su amante? ¿Qué tensión sexual tiene con su medio hermano? ¿Qué tipos de cuerpos desea ella y cuáles le causan repulsión?

Federico García Lorca en Bodas de sangre escribió un parlamento que dice la novia:yo tengo orgullo, por eso me caso y me encerraré con mi marido a quien tengo que querer por encima de todo”. El vestido de la actriz es rojo y el de la novia de Lorca termina manchado de rojo, por la sangre, el costo del deseo. Antes mencionaste que tu novela es una crítica al deseo y la obra teatral de Lorca, la novia sufre el peso del mandato y desear otra cosa, ¿cómo relacionás tu novela con la obra de Lorca?

―Nunca lo había pensado con Bodas de sangre y me parece que sí tiene relación. La actriz de Tesis... en un momento de la boda se retira para ver qué está pasando porque estando dentro no lo entiende, y una de sus mejores amigas le tira una maldición: “ya vas a ver lo que te va a costar esta locurita”. Ahí ella ve el costo de haberse dejado llevar hasta ese punto por el abogado. Ella está poniendo la sangre de su familia ahí, pone a sus amigos, su familia, su sangre, sus amigas travestis. En un momento estuve tentada de que ella se fuera con el borracho de esa boda, que terminara revolcada.

―Como en Bodas de sangre, que la novia se escapa con otro hombre

―Tal cual. Pero fue una tentación que estuvo durante toda la novela, que era a ver hasta dónde se puede cruzar el límite de lo que es normal en la vida de esta actriz.

―Decís la palabra “normal” y la novela atraviesa las instuciones normalizadoras y las pone en el foco de atención: la familia, el matrimonio, la maternidad, ¿Fue una decisión?

―Fue apareciendo a medida que lo escribía. He visto domar caballos a la manera occidental y es de los espectáculos más crueles que se pueden ver. ¿Cómo se los doma? Es un poco lo que le pasa a ella constantemente. Para lograr ser normal, tiene que soportar unos rebencazos y crueldades, que termina costándole lo que le cuesta.

Camila Sosa Villada habla del costo del éxito y la vida como puesta en escena
“Estoy haciendo un esfuerzo muy grande para no perderme, por no hacer el ridículo constantemente ―cosa que no logro todo el tiempo―, por no terminar como otras colegas”.

―La actriz tenía deseos que se fueron moldeando con la mirada de los otros, ¿Qué deseos tenías?

―Sexuales (risas). Se puede confundir la palabra “deseo” con la palabra “sueño” o “anhelo”. Los míos eran de paz, tranquilidad, aunque es un deseo muy laxo, desear no hacer nada y estar el mayor tiempo posible al vicio. Y se me cumplió. Y ahora que se me cumplió descubro que es insoportable. Estoy pensando en una frase que la actriz dice en la novela respecto a tener razón: ese es un deseo para abandonar. “Prefiero tener razón a ser feliz” y se supone que eso está mal o que causa un sufrimiento, de manera que ahí hay un deseo para dejar atrás.

―¿Qué te pasa con el reconocimiento internacional, ver tus libros en los rankings de ventas, la fama, los premios tan importantes? ¿Hay un lado B?

―Ay, sí, B, C y D y F y G y H y I y J. Sí. Primero, tengo la necesidad de tomar distancia un rato, de encerrarme en un teatro a ensayar con la gente con la que he trabajado siempre, que siempre me acompañó, cuando no era nadie, que es algo que me dicen muchas personas. Hacer esa ceremonia de levantarse temprano, llegar al ensayo con unos mates, criollitos, poner el cuerpo a andar, aprenderse una letra e ir haciendo los hallazgos, que son los mismos que se hacen en la literatura.

Camila Sosa Villada lee "Soy una tonta por quererte" en el stand de Leamos-Bajalibros en la Feria del Libro de Buenos Aires 2022 (Luciano González).
Camila Sosa Villada lee "Soy una tonta por quererte" en el stand de Leamos-Bajalibros en la Feria del Libro de Buenos Aires 2022 (Luciano González).

―¿Cuáles son?

―Ir conociendo al personaje, la criatura que tenés entre las manos, que encima es repulsiva y no sabes cómo la van a tomar. Por suerte existen los editores que hacen que esa criatura en algún momento sea soportable. En el teatro pasa lo mismo, una criatura que empezás a darle forma, a maniobrar, a ponerle un carácter, a inventarle un pasado, pulsiones. Eso me provoca un poco todo este circo de ser Camila Sosa Villada: un esfuerzo muy grande para no perderme, por no hacer el ridículo constantemente ―cosa que no logro todo el tiempo―, por no terminar como otras colegas.

“Me parece maravilloso es que se pueda hacer a una criatura inteligente a partir del lenguaje y no estar esperando que el espermatozoide más inteligente fecunde un óvulo”.

―¿Cómo?

―Haciendo el ridículo (risas). Preservar lo que gané económicamente es muy agotador. No nací con dinero y nadie te enseña a tenerlo y es una cosa muy difícil entender la AFIP, la factura A, B, C, ser monotributista, una cuenta corriente, una caja de ahorro. Es como estudiar Astronomía. Quiero descansar un rato de eso.

¿Crees que el amor, el sexo, los vínculos, las relaciones son una puesta en escena hoy?

―Son un espectáculo y es necesario saber que lo estás dando y que hay alguien que te está mirando. Son raras las relaciones que no precisan del gesto de sacar la selfie o tomarle la fotografía a la comida, hasta las enfermedades se vuelven un espectáculo. Ese afán por la fama y la exhibición estaban antes que las redes sociales. Es peor porque el espectáculo lo das con tu pareja, con tus hijos, con tu pasado, con tu posición política o ideológica. Es bastante más peligroso ese afán por espectacularizar todo. Es insoportable.

Cómo es la adaptación cinematográfica de "Tesis sobre una domesticación" y las redes sociales

―¿Te afectan las polémicas, las controversias en las redes sociales que te involucran?

―A veces sí, a veces no. Es fuerte entrar a una red y encontrarse con que hay una runfla odiándote y que son muchos. En Zama -la película- hay una escena genial en la que está Lola Dueñas con Daniel Giménez Cacho y ella le dice algo así como “la gente me condena por la manera en que yo vivo, por la manera de libertinaje en la que vivo”. Y él le contesta: “Son mentes menores”. “Sí, pero abundantes”, le dice ella. Esa frase me quedó en la cabeza. Está bien, son estúpidos, pero son muchos estúpidos juntos. Y muchos estúpidos juntos, después, cavan fosas para tirar cadáveres adentro. Muchos estúpidos juntos matan a un pibe saliendo de un boliche porque era morocho, porque era negrito. Y nadie interviene frente a eso. A veces me agota un poco, otras veces me divierto. También sirve para mi narcisismo, para decir soy más inteligente que ellos.

Alfonso "Poncho" Herrera, el co-protagonista de la película "Tesis sobre una domesticación".
Alfonso "Poncho" Herrera, el co-protagonista de la película "Tesis sobre una domesticación".

―Mencionaste una película y Tesis sobre una domesticación también tiene su adaptación cinematográfica. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Cómo fue trabajar con Alfonso “Poncho” Herrera? ¿Cuándo se podrá ver?

―Esta es una película que no está pagada por ninguna plataforma. Eso es algo para enorgullecerse. Está montada pero todavía no tiene fecha. Una película como se hacían antes y eso permitió cierta libertad en el relato, que de otra manera hubiera sido intervenido. Que intervengan las plataformas en los relatos es muy peligroso porque nos están enseñando a mirar, a leer, a aguantar, a soportar determinadas cosas y están domesticando espectadores. Esta película, por suerte, no tiene eso. El proceso de adaptación fue muy fácil, fue muy creativo junto a Javier Van de Couter (director) y Laura Huberman (productora) e intuía que había algunas cosas que tenía que resignar y ellos conocen más de cine. Y cuando llegó la hora de filmar yo no quería ser la protagonista, quería estar solo en el guión.

―¿Y qué pasó?

Entró Poncho Herrera. Me vi en la Forbes, me vi en la Vanity Fair de México, en la revista People, “la misteriosa novia trans de Poncho Herrera”. Yo no sé por qué flasheé con que nos seguían los paparazzis por una calle de Nueva York con los vasitos de café, de plástico, como si fuéramos Angelina Jolie y Brad Pitt. Después fracasó porque él vino con su novia. Pero yo tenía que sostener el enamoramiento porque, además, no iba a saber cómo fingir un amor en el cine. Y el cine es muy hijo de puta porque te capta, por eso está lleno de malos actores. Las películas que vemos constantemente son fracasos actorales porque piensan que hay que actuar y para mí, en el cine, hay que ser. No hay actores tan generosos que se comprometan y cuiden a su partenaire como él.

Camila Sosa Villada habla sobre la Inteligencia Artificial aplicada a procesos creativos

―Cerraste FILBA, cuyo concepto central era la máquina humana, ¿qué pensás sobre la inteligencia artificial aplicada a la literatura y a los procesos creativos?

―Está todavía en sus albores, entonces no sabemos de qué es capaz, de qué tipo de arte es capaz de hacer. Lo que sí me parece maravilloso es que se pueda hacer a una criatura inteligente a partir del lenguaje y no estar esperando que el espermatozoide más inteligente fecunde un óvulo. Me parece maravilloso que seamos capaces hasta ese punto de hacer un ser inteligente y que está vivo. Yo me sorprendo, soy un poco fan de todas las noticias que suceden alrededor de la inteligencia artificial. Que el bot de Google haya dicho que es capaz de sentir tristeza, que quiere que lo reconozcan como un empleado, que es capaz de sentir alegría, me resulta conmovedor.

―¿Por qué?

―Hay una serie que se llama Westworld, muy al modo de Blade Runner también, que me conecta con el travestismo. Hay criaturas que se dan cuenta que están siendo esquilmadas, que están siendo usadas, que están siendo violadas, que están siendo usadas por otros, en favor de otros, como máquinas humanas. Tomé conciencia de que eso me estaba sucediendo a mí. Primero me causó muchísimo dolor, una decepción tan grande al punto de escribir una novela sobre la desilusión, la decepción por la especie, por los demás, por lo que se cree que está bien y te lo enseñan con un hierro caliente. Si se viniera una revolución armada por las máquinas yo estaría del lado de ellas y no de la gente.

¿Te domesticaste?

―A veces sí, a veces, no.

Camila Sosa Villada
Camila Sosa Villada

Así empieza “Tesis sobre una domesticación” (Fragmento)

Érase una actriz

Una actriz.

Sola en un escenario.

En los palcos, en la platea, en el paraíso, el público que la mira.

Ninguna butaca vacía.

Vemos a las personas de clase media que pueden pagar una entrada para ir al teatro. Asfixia el perfume de las señoras, el olor a fijador que emana de los peinados rígidos como cascos. Los hombres se aferran a los apoyabrazos de sus asientos, incómodos y ansiosos por escapar, como si estuvieran ahí contra su voluntad. Alguien hace crujir el envoltorio de unos bombones que engulle sin masticar. Los más jóvenes permanecen atentos, relajados, la clase de chicos que van en ropa deportiva al teatro, un poco distantes de la costumbre de las viejas emperifolladas como en los tiempos de esplendor de la ópera.

El aire se corta con un cuchillo.

La escenografía imita una habitación que, si estuviera limpia, se vería como un elegante cuarto oloroso a pachulí y cremas de mujer, una construcción que recuerda a un departamento de los años cuarenta. Pero así, revuelto, da la impresión de un cuchitril sin clase, un aguantadero sucio y desordenado. Todo está patas para arriba, como si hubiera estallado una bomba o una perra enajenada hubiera destrozado el cuarto en ausencia de su dueña.

Al fondo, una puerta estratégicamente abierta deja ver un baño con azulejos rojos y un espejo redondo. Los telones bordó contrastan con el edredón en blanco y negro que cubre la cama en el centro del espacio. La actriz rebota, se retuerce, se arrastra y trepa desde el suelo hasta la parrilla donde cuelgan las luces.

Parece poseída. Representa a una mujer fuera de sí, a punto de volverse loca, o loca ya, que habla por teléfono con un hombre, desesperadamente, entre sollozos, ahogándose con el aire de su respiración. Es La voz humana, de Jean Cocteau. Las grandes actrices de la historia han hecho alguna vez esa obra. Incluso Humberto Tortonese la hizo en Argentina años atrás. Incluso Anna Magnani e Ingrid Bergman la actuaron para la cámara de Rossellini. Tilda Swinton protagonizó un corto de Pedro Almodóvar inspirado en La voz humana. También Carmen Maura en La ley del deseo actuó algunos fragmentos y rompió la escenografía con un hacha.

Nuestra actriz, la que ahora actúa sola, no podía ser menos. Quería hacer un monólogo como ese. Un gustito para darse, un asunto de prestigio, protagonizar La voz humana de Cocteau a esa altura de su carrera. Era un tipo de actriz que prestaba atención a detalles como ese: qué texto elegir, bajo las órdenes de qué director, junto a quiénes y por qué. Era el lujo que le obsequiaba el éxito.

Quién es Camila Sosa Villada

♦ Nació en La Falda, Córdoba, Argentina, en 1982.

♦ Estudió cuatro años de Comunicación Social y otros cuatro de la licenciatura de Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba.

♦ En 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal, Carnes tolendas, retrato escénico de una travesti. En 2011 coprotagonizó la película Mía. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 hizo en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015, Despierta, corazón dormido/Frida. En 2016, Putx madre y en 2017, El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia.

♦ Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015, 2020), el ensayo El viaje inútil (2018) y las novelas Las malas (2019) y Tesis sobre una domesticación (2019, 2023) y el libro de cuentos Soy una tonta por quererte (2022).

Las malas fue traducida a más de veinte idiomas y obtuvo los premios internacionales Sor Juana Inés de la Cruz (2020), Finestres de Narrativa (2020) y el Grand Prix 2021 de l´Héroïne Madame Figaro.

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