Es mágico. Cuadros por doquier. Más de 300. Uno más bello que el otro. La dueña de casa dice que le gusta la repetición. Disfruta tener varias obras del mismo artista y ver cómo crece con el tiempo. Es por eso que de algunos creadores tiene hasta nueve piezas.
Así es el increíble mundo de Mariela Ivanier, autora de El arte está en casa y fundadora de Té de Colección. Arrancó con estos encuentros en 2011 y hasta hoy no paró. Organiza entre 15 y 20 al año, y ya son un ícono en el ambiente.
Festival de artistas
Entre las múltiples obras que dan vida al departamento, ubicado en el antiguo Pasaje Rivarola, del barrio de San Nicolás, se pueden encontrar al menos ocho del artista Ricky Crespo, nueve de María Paula Caradonti, tres de Gastón Izaguirre y cuatro de Carolina Antoniadis. Uf. Son cientos. Descanso un poquito y sigo.
Diego Perrotta, Elisa Giménez, Ileana Hochmann, Santiago Arce y siguen las firmas. Y, de pronto, un tesoro: una obra de la multifacética artista Dalila Puzzovio, integrante, junto a Marta Minujín, del grupo Di Tella, que revolucionó el arte argentino. Y a este hallazgo se suman otros: una pieza de Carlos Gorriarena y otra de Juan José Cambre. Qué festín.
Los preferidos
¿Mis favoritos? Mientras la anfitriona piensa la respuesta, los invitados llenan de a poco el espacio. Finalmente, Ivanier afirma (aunque me cuesta creerle) que no hay favoritismos en su colección: “Es como si te preguntaran: ¿a cuál de tus hijos querés más? Imposible”.
Sin embargo, y a decir por la estratégica ubicación (preside la mesa del comedor) la obra “Insatisfacción”, del correntino Eduardo Iglesias Brickles, pareciera dar por tierra esa afirmación. De igual modo sucede con la pieza de Marcela Moujan, una obra de los noventa, de importante protagonismo en esta colección privada.
¿Y la última adquisición cuál será? Es una foto intervenida, de la vedette Ámbar La Fox, mamá de Reina Reech y abuela de Juana Repetto. Ya se compró, pero aún no llegó al pasaje Rivarola.
A brillar, mi amor
La ocasión de este encuentro tuvo- además- una sorpresa, de la mano de una invitada especial: Yanina Faour, dueña de la joyería Oleana, quien instó a todos los presentes “a brillar” y brindar por sus primeros 20 años de trabajo como diseñadora de vanguardia en orfebrería argentina.
El festejo vino acompañado del sorteo de algunas de sus piezas exclusivas, maridado con champagne o vino, comida india (por Bondi, “comida phlayera”), y un improvisado show de recitado y canto que coronó la noche.
Uy, qué pena. Es tarde y ya me tengo que ir. Pero la cosa continua y quién sabe hasta cuándo. Mariela Ivanier, la incansable tejedora de redes, la que te abre su casa y su corazón, la apasionada del arte y la comunicación, sigue tejiendo. Y teje y teje sin parar. Seguro que ya está pensando el siguiente paso para continuar celebrando el arte, la creación, la genialidad y la vida. Porque Mariela es eso, es pura vida.