Se acerca el Día de la Madre y empieza el momento de pensar en los regalos. Para las mamás lectoras, un libro nunca es mala idea. Pero, ¿cuál? ¿Cómo elegir uno que no solo la divierta, sino que además encapsule la compleja e inabarcable experiencia de la maternidad y el amor que un hijo o una hija pueden tener por la persona que les dio la vida?
No dejes de escribirme es uno de esos libros perfectos para la ocasión. Editado por Alquimia, es una compilación de las cartas que grandes escritores y escritoras le enviaron a sus madres, desde Frida Kahlo, Sylvia Plath y Alejandra Pizarnik hasta Charles Baudelaire, Marcel Proust y Manuel Puig.
“Es posible que muchos escritores y artistas guarden ciertas reservas con los asuntos íntimos presentes en su obra. En cambio, su correspondencia puede ser el reino de la libertad en el que todo cabe, en el que es posible la confesión sin pudores, la declaración desesperada y, en el caso de las cartas de la madre, un diálogo -o a veces un monólogo- vital, un reproche, un ajuste de cuentas o un consuelo al amparo de un edípico vínculo”, puede leerse en la contratapa.
Además de los ya nombrados, No dejes de escribirme cuenta con las cartas de Rainer Maria Rilke, Vicente Huidobro, Arthur Rimbaud, Jean Cocteau, Luis Oyarzún, Guy de Maupassant y Theodore Adorno. Y para abrir y cerrar, el libro cuenta con dos textos que la chilena Gabriela Mistral -primera mujer iberoamericana y segunda persona latinoamericana en recibir un Premio Nobel- y la nonagenaria francesa Elena Poniatowska les escribieron a sus madres.
“No dejes de escribirme” (fragmentos)
Alejandra Pizarnik
5 de octubre de 1969
A mamá querida:
1.000 pensamientos de felicidad y que siempre arda dentro de ella un buen fuego.
Bumita.
8 de octubre de 1969
Querida mamá:
Espero que te guste este pajarito pintado sobre seda que no te envié antes pues estuve engripada y era lejos el negocio que lo vende. Ahora estoy perfectamente bien y contenta de poder decirte FELIZ CUMPLEAÑOS de una manera más hermosa que el otro día.
Acabo de recibir el giro. Muchas gracias a vos y a papá.
Te envío por barco una breve revista belga con un largo artículo mío, ese que te envié en español en el número 72 de Cuadernos y que era un estudio sobre Salamandra de Octavio Paz. El hecho es que gustó tanto que lo tradujeron al francés. Bueno, perdón por el retraso y recibí un gran abrazo y otro para papá de
Buma.
Marcel Proust
Yate Hélène, 11 de agosto de 1904
Mi querida mamá:
Jamás podré explicarte hasta qué punto me haces falta aquí. El mar que amas tanto, colores que te encantarían, un aire que no tiene nada en común con el del comedor, una temperatura que obliga a cada uno a refugiarse en los chales (no en las piezas, por cierto, frente a las cuales el comedor es una heladera. Me veo obligado a dejar mi tragaluz entreabierto, lo que me oprime en las mañanas debido a la humedad, pero es imposible abrirlo cuando se desea y hay que decidirse en la noche si quiere abrirse). Habiéndote visto sufrir por el calor, siempre huyendo, durmiendo pesadamente, querría verte aquí durmiendo y respirando.
Háblale a Robert sobre tu cansancio del otro día y sobre los más mínimos detalles de tu salud. Yo no le hablo porque no quiero intervenir y molestarte si lo supieras (y aunque no lo supieras). Pero piensa que vivo a tu lado con los ojos cerrados, que puedes tener dolores, cólicos nefríticos, y que pudiste tener la enfermedad de este invierno sin que yo supiera nada. Por lo tanto, dame siquiera la tranquilidad de hablarle en detalle a Robert. La felicidad y la pena han madurado su naturaleza como un fruto que se convierte en dulce después de haber sido más bien un poco ácido. De manera que su inteligencia y su encanto te aconsejarán conjuntamente.
Estoy desolado por la muerte de Waldeck Rousseau y doblemente, porque sé que debes estar triste. En realidad, se presiente que estos últimos meses deben haber sido tan cruelmente silenciosos, tan amargos, más decepcionado y desencantado de la vida que termina que angustiado frente a la muerte. Hubiera preferido quizá un poco menos de estrépito en lo de la conversión. “En cuanto a los sentimientos cristianos, hermano”.
Pero es muy inútil demostrar a la humanidad que la religión y la política nada tienen que ver entre sí, y que se puede ser severo con el clero y piadoso al mismo tiempo. Sólo que no creo que él lo fuese.
Mil besos tiernos, pronto efectivos,
Marcel.
PD: Desde que comencé a escribirte me he abrigado y no tengo nada de asma. Como en una ópera, te inclinaste sobre mí mientras escribía y la dulzura de nuestra conversación borró los últimos vestigios de opresión. Creo que partiré mañana por la mañana. Pero habrá que partir temprano. Y como almorcé poco, tendré que comer algo y eso no me permitirá acostarme temprano. ¡Complicado!
Frida Kahlo
San Francisco, 10 de noviembre de 1930
Mamacita linda:
Ayer, al llegar, te escribí una cartita muy chiquita que ya has de haber recibido, pero en esta te contaré con más detalles el viaje y todo. El tren se retardó siete horas y media, así es que en Guadalajara nos tuvimos que quedar mucho tiempo y pude conocer toda la ciudad, el museo, las iglesias, todo lo más importante. Comimos allí y a las seis y media salimos para Nogales, Sonora.
El camino es maravilloso, pues el tren va por toda la costa (Mazatlán, Tepic, Culiacán, etc.) hasta llegar a Nogales, la frontera con Estados Unidos. La dichosa frontera es una cerca de alambre que separa Nogales, Sonora, de Nogales, Arizona. Pero se puede decir que todo es lo mismo. En la frontera los mexicanos hablan inglés re bien y los gringos español, “y todos se hacen bolas”. De los dos lados revisan los pasaportes, hacen un examen médico y sale el tren para Los Ángeles. Llega uno más o menos en un día y una noche.
Los Ángeles me encantó, lo mismo que a Diego, pues es una ciudad que está en un lugar maravilloso y tiene edificios bastante buenos. La playa es magnífica, pero todas las gringas son horrorosas. Los artistas de cine valen puro sorbete. En Los Ángeles viven puros millonarios y la gente pobre vive bastante mal. Hay casas de archimillonarios y artistas de cine nada más. Todas las otras casas son de madera y muy pinchurrientas. En Los Ángeles hay 3.000 mexicanos que tienen que trabajar como mulas para echarles competencia en el comercio a los gringos.
Te mando uno de los periódicos en donde salimos. Hemos salido como en seis, pero no los he podido conseguir. Te estoy escribiendo con esta letra tan mala porque estoy acostada, pues, como siempre, tengo algo de inflamación, pero las esposas de los otros artistas se han portado muy bien conmigo. Vino una y me puso una bolsa de agua caliente, y otra me barrió y me limpió toda la casa. Una es francesa y habla español. Se llama Ginette. Y la otra es gringa, pero muy simpática y buena.
Vivimos en el estudio de un escultor: Stackpole. Es al estilo París, un cuarto muy grande, como tres veces la sala de nosotros en Coyoacán, en donde hay una mesa de dibujante, una chaise longue, un sofá, una chimenea y un escritorio. Después hay un cuartito que sirve de comedor y cocina con una mesa grande, el “boiler” y las hornillas de gas, y un fregadero para trastes bastante cómodo. Después, un cuarto para dormir con una cama en la que Diego no puede dormir, pues es de tambor y se hace como chicle. Todo esto queda en una azotea en la calle de 716 Montgomery St. o, por el otro lado, 15 Jessop Place. Es mejor que me escriban a Montgomery.
Vivimos muy cerca del barrio chino, a la vuelta casi. Los chinos y las chinas andan como en las vistas con sus trajes auténticos. Hasta ahorita solo he visto chinas viejas y niños que son preciosos. No he visto chinas jóvenes. Venden maravillas, batas preciosas y una bola de cosas. Los que son de veras bonitos aquí son todos los niños. Enormes y preciosos. Pero las muchachas, horribles, y ellos también. Te voy a seguir escribiendo después porque ahorita voy a comer.
Le dices a mi papá que todo lo que te cuento y te escribo a ti es como si se lo contara a él. Que le mando muchísimos besos, que no sea tan corajudo, que se acuerde de mí y que me escriba.
Escríbeme mucho. Tú mejor que nadie sabe qué gusto me dará recibir cartas de ustedes y, sobre todo, tuyas. Así es que no dejes de escribirme. Yo lo haré, si puedo, a diario.
Mil besos a mi papá. Para ti, todo mi cariño.
Tu Frieducha.
Manuel Puig
Río de Janeiro, miércoles 18 noviembre 1981
Querida mamá:
Aquí estoy con... gripe!!!
Tanto que soñaba con el regreso a Río y pasarla un poco tranquilo. Bueno, resulta que el jueves pasado me pidieron tanto que fuese a la Feria del Libro de Porto Alegre que acepté, una hora y cincuenta minutos de vuelo. Fui el miércoles a la noche y volví el jueves tarde a la noche, grabé programas de TV, conferencia de prensa, y firma de libros. El viernes fui a la playa con llovizna y eso me hizo mal. No tengo fiebre, pero ya van cuatro días de dolor de garganta que paso y se hizo resfrío y así esas vueltas. En fin.
Lo primero que resolví en esta vuelta ha sido la traducción italiana de “Maldición”. Morino me mandó el último tercio el día antes de salir de viaje así que estuvieron las hojas durmiendo aquí todo este tiempo, pero ayer ya le despaché todo, así que otra menos.
Ya me escribió Gallimard que la toman y también de Random House ya mandaron el cheque, sale en N. York en junio. Otra cosa que me encontré para revisar ha sido un pedazo de la araña teatral en inglés. Así que no tengo para quejarme de falta de trabajo, siempre un desborde. Bueno, ahora viene la novedad, hoy me llamó por segunda vez Raúl de la Torre, quieren hacer “Pubis” con Graciela Borges. Yo le dije que sí, más que nada para mantener un contacto con el país. Es poco dinero y no creo en las posibilidades cinematográficas de la novela, pero no me voy a calentar mucho la cabeza pensando porque se me ocurre que cuando proponga el proyecto se lo van a rechazar. A mí me cayó bien que este hombre se arriesgara de ese modo, en fin, ya veremos.
Yo quería ponerme a trabajar en una idea nueva para teatro que tengo, pero si esto de “Pubis” sale tendré que ponerme a trabajar en el guion antes que nada.
Cariños y besos.
Coco.