Desde su creación en 1895, los Premios Nobel son una fuente de reconocimiento mundial y de prestigio a quien recibe este galardón. Los premios comenzaron a otorgarse, efectivamente, algunos años después, en 1901. Sin embargo, detrás del resplandor del premio, existe una historia de escándalos y controversias que sacudieron la imagen de estos galardones a lo largo de los años. Antes del anuncio de un nuevo ganador del Premio Nobel de Literatura ―este jueves 5―, el repaso por los casos más resonantes, que generaron debate y posiciones divididas.
Desde el primer galardón otorgado al escritor francés Sully Prudhomme, el Nobel de Literatura fue objeto de críticas. En ese entonces las acusaciones apuntaron a que la elección se basó en motivos políticos y personales en lugar de méritos literarios. La Academia Sueca, ya desde ese momento, se enfrentó a las duras valoraciones por su elección.
Con estas críticas iniciales al proceso de selección hasta las disputas políticas, los rechazos a su recepción y abusos sexuales, entre otros, estos episodios demostraron que, a pesar de su prestigio, los Nobel no están exentos de tensiones.
“La Academia Sueca comete errores. Al dar el Nobel a alguien que no lo merece, como a mí, o al no darlo a alguien que lo merece, como Tolstoi”, supo decir Ernest Hemingway, que resumen la paradoja de los Nobel. Controversias, escándalos y opiniones divididas de un premio donde no todo lo que reluce es oro.
Abusos sexuales y renuncias masivas
Antes de la entrega del Premio Nobel de Literatura en 2018, la Academia Sueca se vio envuelta en un escándalo que conmocionó al mundo literario. La polémica se desató cuando una serie de acusaciones de abusos sexuales y conducta inapropiada señalaban a Jean-Claude Arnault, un destacado miembro de la Academia y esposo de la poeta Katarina Frostenson, quien también era parte de la institución.
Arnault era un influyente personaje en el mundo cultural sueco en ese entonces pero la denuncia de varias mujeres por violación generó una ola de indignación. Pero no terminó allí: por primera vez en casi siete décadas la Academia sueca no anunció ese jueves el Premio Nobel de Literatura. Y aún más: llevó a la institución responsable de los galardones más prestigiosos del mundo a una de las peores crisis de confianza de su historia.
El artículo que destapó el escándalo, publicado por el diario sueco Dagens Nyheter en noviembre de 2017, que recogía acusaciones de abusos sexuales contra 18 mujeres a lo largo de 20 años. Uno solo de esos casos no prescribió. Una mujer había denunciado que en 2011 Arnault la había obligado a practicarle sexo oral y mantener relaciones no consentidas mientras dormía. “El acusado es declarado culpable de una violación cometida durante la noche del 5 al 6 de octubre de 2011″, dijo el tribunal. Arnault fue condenado a dos años de prisión por violación y una multa de 12.000 dólares en concepto de compensación por daños.
Varios miembros renunciaron en protesta contra la manera en que se manejaron las denuncias y la falta de acción por parte de la institución. Las renuncias incluyeron a Sara Danius, quien era la secretaria permanente de la Academia, y su dimisión fue impactante, ya que era la primera mujer en ocupar ese cargo y era ampliamente respetada. Otra renuncia fue la de Katarina Frostenson, esposa de Arnault. En total, se fueron 7 de los 18 miembros de la institución.
El comité encargado de seleccionar al ganador del Premio estaba debilitado, lo que llevó a esta histórica pausa en la entrega del premio. Finalmente, en 2019, la Academia Sueca hizo dos anuncios importantes. En primer lugar, se anunció que el Nobel de Literatura correspondiente a 2018 sería otorgado conjuntamente con el premio de 2019. La escritora polaca Olga Tokarczuk fue galardonada con el premio de 2018, mientras que el autor austriaco Peter Handke recibió el Premio de 2019. Los anuncios significaban el retorno del Nobel de Literatura después de un escandaloso paréntesis.
Un pasado nazi
Günter Grass, el renombrado escritor alemán, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1999. Sin embargo, su premio estuvo rodeado de controversia debido a una revelación que hizo sobre su pasado nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
La Academia Sueca galardonó al novelista, ensayista y poeta “por su forma de descubrir y recrear el rostro olvidado de la historia”. Autor de novelas tan célebres e influyentes como El tambor de hojalata (1959) o El rodaballo (1982), Grass es un escritor que se lo asocia al compromiso con la libertad.
“El emprende la amplia tarea de revisar la historia de su tiempo recordando a los ignorados y olvidados: las víctimas, los perdedores y las mentiras que la gente desea olvidar porque una vez creyó en ellas”, destacó la Academia. El comité, entonces, elogió su compromiso con temas sociales y políticos relevantes, como la responsabilidad histórica de Alemania por el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, así como su participación activa en debates culturales y políticos.
Sin embargo, en una entrevista en 2006, Grass admitió que había sido miembro de las Juventudes Hitlerianas durante la guerra y había servido en la Waffen-SS, una rama militar de las fuerzas de las SS nazis. Esta revelación generó un debate en Alemania y en todo el mundo sobre la sinceridad de su arrepentimiento y si esta revelación debería afectar su legado literario y su premio Nobel.
Muchos críticos argumentaron que la admisión tardía de Grass socavó su imagen como una voz moral y ética en la literatura. Ute Grass, la mujer del escritor, afirmó que su marido “ya se había olvidado” del galardón después de esperarlo durante 20 años.
Otros defendieron su derecho a hablar de su pasado y argumentaron que su literatura y su activismo posterior en contra de la guerra y la política de Alemania Occidental eran acciones más significativas.
Günter Grass también había sido galardonado en junio de ese año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, por “su compromiso con el humanismo crítico” y por considerar que su “obra literaria de creación y ensayo y una trayectoria cívica y humana” lo convertieron en “figura excepcional de la literatura, del humanismo crítico y del compromiso moral de nuestro tiempo”.
El franquismo y el censor censurado
El anuncio de que el escritor español Camilo José Cela había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1989 fue recibido con una mezcla de alegría por el reconocimiento y controversia. Si bien para algunos fue un galardón merecido por su destacada trayectoria literaria, para otros se convirtió en un foco de polémica que perdura en la memoria literaria. ¿Por qué el Nobel a Cela se convirtió en un escándalo?
Nacido en 1916 en La Coruña, España, Cela era un autor ampliamente reconocido en el mundo hispanohablante. Su carrera literaria incluía obras notables como La familia de Pascual Duarte y La colmena ―que fue censurada en España debido a su contenido erótico y tuvo que publicarse en Buenos Aires en 1951―. Sus obras exploran temas oscuros, con un estilo literario notable, que algunos elogiaban como innovador y otros criticaban por controvertido.
Eterno provocador, la Academia sueca le otorgó el galardón “por la riqueza e intensidad de su prosa, que con refrenada compasión encarna una visión provocadora del desamparo de todo ser humano”. La contribución a la literatura española, la exploración de lo humano, su innovación estilística, su amplia producción literaria y el aporte con La colmena (por ser una obra influyente que había tenido un impacto en la literatura española. A pesar de su controversia y censura, se valoró su representación de la vida urbana y su estilo narrativo) fueron otros de los argumentos.
La polémica vino desde su juventud: Cela colaboró con el franquismo. Solicitó y obtuvo un cargo en el Cuerpo Policial de Investigación y Vigilancia del Ministerio de la Gobernación, donde se desempeñó como informante y censor. El apoyo a Francisco Franco se mantuvo durante la dictadura de Francisco Franco, que gobernó España desde 1939 hasta su muerte en 1975.
Luego, paradójicamente, él sería el censurado. Es decir, de espía del franquismo pasó a ser un censor censurado. Aunque este reconocimiento se convirtió en un escándalo mediático que atrajo la atención internacional, la Academia Sueca defendió su elección, argumentando que Cela había contribuido significativamente a la literatura española y que su estilo literario único merecía reconocimiento.
Los rechazos (no siempre voluntarios)
Dos escritores e intelectuales fueron los que rechazaron el Premio Nobel de Literatura. Uno de esos rechazos ocurrió en 1958 cuando el escritor ruso Boris Pasternak fue galardonado con el Nobel por su obra Doctor Zhivago. Este premio desencadenó un conflicto diplomático entre la Unión Soviética y Occidente, ya que el gobierno soviético consideró que la novela era una crítica al régimen comunista. Pasternak se vio obligado a rechazar el premio bajo la presión de las autoridades soviéticas, lo que generó una ola de indignación internacional.
En 1964, el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, pero sorprendió al mundo al rechazarlo. Sartre argumentó que no aceptaría ningún premio oficial y que no quería ser “objetivado” por una institución. Este episodio marcó un hito en la historia de los Nobel y generó un debate sobre la relación entre el arte y las instituciones.
Bob Dylan y las opiniones divididas
Por primera vez en la historia del Premio Nobel de la Literatura, un músico se coló en la gran lista de los galardonados, generando todo tipo de debates. En 2016, la Academia Sueca sorprendió al otorgar el Nobel al icónico músico estadounidense Bob Dylan, “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición estadounidense de la canción”.
Nacido como Robert Allen Zimmerman en 1941, se había convertido en una figura emblemática de la música folk y rock desde la década de 1960. Sus letras profundas y su influencia en la cultura popular le otorgaron un lugar destacado en la historia de la música, y se le atribuye la capacidad de capturar la esencia de su generación.
A lo largo de su carrera, Dylan compuso canciones que se convirtieron en himnos de movimientos sociales, como Blowin’ in the Wind y The Times They Are a-Changin’. Su habilidad para abordar temas políticos y sociales con maestría poética le valió una base de seguidores leales en todo el mundo. Aunque también había publicado libros como Tarantula (1971), Writings and Drawings de Bob Dylan (1973), Lyrics: 1962–1985 (1985), Chronicles: Volume One (2004), Lyrics: 1962–2001 (2004), The Lyrics: Since 1962 (2014), nadie esperaba que ganara el Premio Nobel de Literatura.
La controversia creció cuando Dylan no respondió de inmediato al anuncio y no asistió a la ceremonia de entrega del premio en Estocolmo. Durante semanas, el mundo esperó una reacción del músico galardonado. Finalmente, envió un discurso de aceptación que fue leído en su ausencia.
En su discurso, Dylan expresó su sorpresa y gratitud por el premio, pero también reflexionó sobre la relación entre la música y la literatura. Citó a escritores que lo habían influido, incluidos autores como Homero y Shakespeare. Sin embargo, señaló que sus letras estaban destinadas a ser interpretadas y cantadas, y no necesariamente leídas en silencio como poesía tradicional. Tras recibir el galardón, Dylan publicó los libros The Nobel Lecture (2017) ―contiene su discurso de aceptación del premio― y The Philosophy of Modern Song (2022).
Muchos críticos argumentaron que las letras de las canciones de Bob Dylan, aunque poéticas y significativas, eran fundamentalmente canciones y no literatura escrita en el sentido tradicional. Algunos consideraron que esto diluía el valor del Premio Nobel de Literatura. La elección de Bob Dylan planteó preguntas profundas sobre la naturaleza de la literatura y la música, así como sobre las fronteras que a veces separan a las distintas formas de arte.
Solo queda esperar cómo nos sorprende este año la Academia Sueca.