Casi 30 años de su vida ha pasado Keith LaMar en una diminuta celda al interior de una prisión de Ohio. Condenado sin pruebas materiales y después de que los fiscales ocultaran testimonios que lo exoneraban, su destino parecía sellado. Un tribunal compuesto exclusivamente por blancos le impuso la pena capital por cinco asesinatos durante un motín carcelario en Lucasville en 1993. Sin embargo, LaMar no se rindió. Él considera que tenían que encontrar un culpable y lo señalaron a él en un proceso irregular. En su búsqueda de la verdad y su lucha por mantener la cordura, encontró consuelo en el jazz.
Durante la pandemia del covid-19 y el surgimiento del movimiento Black Lives Matter, el pianista catalán Albert Marquès conoció la historia de LaMar y decidió unirse a su lucha. Juntos, trabajaron en el disco “Freedom First” y llevaron a cabo una serie de conciertos en América y Europa, en los que LaMar participaba por vía telefónica, recitando sus escritos desde su celda. Lo que sucedió entonces, el catalán lo ha plasmado en el libro El jazz suena en el corredor de la muerte, publicado por el grupo Planeta, bajo su sello Crítica.
La crónica viva de esta extraordinaria odisea es un testimonio sobre las profundas heridas del racismo arraigado en el sistema judicial estadounidense. También arroja luz sobre el turbio negocio de la privatización de prisiones y la lucha por mantener la cordura en un sistema penitenciario diseñado para castigar en lugar de rehabilitar. Pero, ante todo, esta crónica narra una historia de resiliencia, de la lucha por la verdad y la vida en condiciones inhumanas, de la capacidad del jazz para unir a los seres humanos y de la música como herramienta para superar la adversidad.
El libro de Marquès es mucho más que una simple narración de hechos; es un grito de esperanza en medio de la oscuridad. Se sumerge en la realidad del sistema penitenciario estadounidense, donde las desigualdades raciales y económicas son evidentes, y donde la pena de muerte sigue siendo un tema controvertido. Marquès, a pesar de no tener experiencia previa en la escritura, ha logrado plasmar sus reflexiones con destreza, dando voz a una amistad que trasciende las fronteras y las circunstancias.
El pianista, en su obra, también arroja luz sobre la importancia de su relación con Keith LaMar. Dos personas de diferentes continentes que se han conectado de una manera extraordinaria, alimentados por su amor compartido por el jazz y la vida misma. En estas páginas, conversan sobre filosofía, historia, literatura y música, demostrando que incluso en las circunstancias más adversas, la humanidad puede florecer.
El jazz suena en el corredor de la muerte no solo es un libro, sino también un llamado a la acción. La mitad de los beneficios que Albert Marquès obtenga con esta obra irán destinados a la organización “Justice for Keith LaMar”, liderada por el propio LaMar, que lucha incansablemente por su liberación. Es un recordatorio de que la música puede curar heridas y unir corazones, y que la amistad y la solidaridad pueden prevalecer incluso en las situaciones más desafiantes.
En un momento en el que el mundo se enfrenta a cuestiones de justicia racial y reforma del sistema de justicia penal, este libro es un testimonio inspirador de que la esperanza y la humanidad pueden florecer en los lugares más oscuros. Es una historia que merece ser contada y compartida, un himno a la resistencia y la música como una vía hacia la libertad.