“¿Argentina? ¡Maradona! ¡Boca Juniors!”. Cualquiera que haya estado en el extranjero ha escuchado una o más veces estas exclamaciones. Diego, como la figura mundialmente reconocida, y Boca —¿pero en qué equipo jugó Diego?— como sinécdoque del país. Boca, Boca, Boca: se juega a lo Boca, se sufre a lo Boca, se gana a lo Boca. Boca es más que un club de fútbol, es un concepto que reúne un imaginario, una identidad difusa pero reconocible.
En los más de ciento veinte años de historia del club, Boca tuvo una injerencia notable en la vida del país. Muchas veces se intenta contraponer la relevancia de otros clubes a la de Boca, y rápidamente se entiende que es imposible. Ninguno —esto es fácilmente comprobable— produce el impacto de Boca. Si hasta el paso por la presidencia del club se convirtió en un momento en la prueba necesaria para llegar al sillón de Rivadavia. Se puede tomar a cualquier figura popular: los más populares siempre fueron de azul y oro.
Martín Kohan y Ricardo Cohen comparten el sentimiento y suelen encontrarse en las tribunas del estadio que queda en Brandsen 805 y que varios rankings han definido como el icónico del mundo. Kohan y Cohen son los autores de Desde La Boca (Planeta), un bellísimo libro en el que, a partir de historias reales, intentan explicar qué es y cómo es el hincha de Boca. Este libro, a diferencia de otros en donde la identidad de unos se construye en oposición a otros, involucra a unos, pero no excluye a nadie. Es un libro por y para hinchas de Boca que también podrían leer los no iniciados en el amor xeneize.
“El libro en un punto surge de mi trabajo en estudios de mercado”, dice Cohen, “cuando vemos que en los focus groups no podemos mezclar a los hinchas de Boca con hinchas de otros clubes porque piensan distinto, opinan distinto, son distintos. Somos distintos”.
—El libro es una invitación a que cada hincha de Boca se sienta parte de Boca. Quería comenzar preguntándoles si fue por eso que evitaron algunos conflictos como las contiendas políticas.
Cohen: —Hay dos conflictos evitados. Uno tiene que ver con la cuestión política y el otro, con River. El libro no tenía que decir si somos mejores o peores: nosotros somos lo que somos y estamos orgullosos de lo que somos. Además, en marketing hay un dicho que es: “El líder no responde”. Boca no tiene nada que contestar. Los hinchas de Boca no nos comparamos con nadie: ni las hinchadas, ni los equipos, ni la cancha, ni la manera de pensar. Otros equipos hacen referencias permanentes a Boca. Nosotros hablamos de nosotros. Y, sobre el tema político, fue un desafío. Más allá de lo que opinemos, Boca está por encima de todo. Por lo tanto, agrietar a Boca con Riquelme, Angelici y el jefe de Angelici era segmentar algo que la gente de Boca no quiere segmentar. Si bien el libro deja entrever nuestra postura, nos parecía que meternos en eso podía agredir a otro hincha, y Boca está por encima de cualquier grieta.
Kohan: —Boca, como un fenómeno de identidad, abarca planos como el barrio, el club, el fútbol, el estilo del juego, el temperamento de los hinchas. El juego está puesto en contar una cantidad de historias, que se presentan como casos. Son historias que entendemos representativas porque son extremas, y, a la vez, son representativas porque responden a una de las hipótesis del libro, que es que lo extremo es nuestra medida. La desmesura es nuestra medida. Una vez que se expone esa identidad, no hace falta explicitar los conflictos. No hacemos discusiones de contingencia ni disputas políticas. Si sacás un panfleto por las elecciones de este año, pasan las elecciones y el libro cesa. En cambio, yo creo que en diez años este libro va a estar vigente. Al mismo tiempo, está clara la posición de lo que entendemos por Boca y cómo vemos el club, pero lo ponemos por encima de una diferencia. En el siglo y pico que tiene Boca, no vamos a perder dos páginas discutiendo a un dirigente que quizás en dos años ya pasó al olvido.
Cohen: —Todo lo que decimos en el libro es lo que se manifiesta los lunes en los lugares de trabajo, respecto a lo que hinchas de otros equipos sienten por los hinchas de Boca. Ellos lo saben, nosotros lo sabemos, y ellos saben que nosotros lo sabemos. Por eso se enojan tanto. Por eso es más fácil escuchar a cualquiera de ellos elogiar a otro equipo o a otra hinchada. En un partido de Boca puede haber un golazo y, un momento después, un jugador que se tira de cabeza a sacar la pelota. Esa es la identidad de Boca: la belleza del mejor fútbol y la ovación del que se tira de cabeza a trabar una pelota. Cualquier equipo hubiese ovacionado a Riquelme, a Maradona, a Márcico, a Rojitas. Cómo no los van a ovacionar. El asunto es que, además de a ellos, nosotros también ovacionamos a Giunta, Hrabina, Chicho Serna.
—Pero ustedes dicen en el libro, y yo realmente lo creo, que al hincha de Boca le gusta el buen fútbol.
Kohan: —Todos los equipos tienen partidos que juegan bien y partidos que juegan mal. Y todos los equipos tienen una circunstancia en la que juegan mal e igual ganan. El aprecio por el buen juego está en el hincha de Boca. El asunto es: ¿me apena si Boca gana jugando mal? No. ¿Me preocupa? No. ¿Me siento decepcionado? No.
Cohen: —Podemos discutir horas qué es jugar bien y qué es jugar mal. Yo creo que hay una cuota de racismo y de clasismo en la crítica del juego de Boca, que parte de la estigmatización de ser el equipo popular, y que incluye la idea de que River e Independiente tienen paladar negro.
—Valdano decía que el fútbol de izquierda era el que, antes que ganar, buscaba jugar bien. Caparrós se lo discute en Boquita: dice que los equipos que juegan bien son los que tienen poder adquisitivo necesario para tener a los mejores jugadores. Pero también es cierto que Boca es hoy un equipo con alto poder adquisitivo.
Kohan: —Los clubes han pasado épocas y épocas. No debe haber ninguno que no haya tenido una época de bonanza económica y una época de crisis. Más allá de esa dimensión, la identidad no se juega estrictamente en eso. Claro que hay hinchas de Boca con muchísima plata y claro que hay hinchas de River cuya condición social es muy modesta. Pero los que se llaman “millonarios” son ellos. Eso configura un imaginario y el imaginario configura una identidad que no está en el orden de la condición social de cada hincha. Boca tiene el espectro entero del juego. ¿Quién no ovaciona el gol de Maradona a Fillol en el 81? El asunto es por qué nos regocija también el gol de Guerra con la nuca —que a mí me gusta decir que es mi gol favorito—. Si digo que nos gusta el mal fútbol, estoy falseando a la verdad: está Maradona, está Riquelme. Tomemos el caño de Riquelme a Yepes: no es igual el lujo que se permite el pobre. Hablamos del imaginario del equipo humilde, de los barrios humildes, del esfuerzo, del sacrificio, del barro.
Cohen: —La estigmatización del buen fútbol versus el mal fútbol tiene que ver con el rico versus el pobre. River tuvo su origen en el barrio de La Boca y después se fue y se hizo llamar millonario. Y está en un barrio rico. Nuestro mayor orgullo es estar en La Boca. Nuestra mayor resistencia es a mudarnos de La Boca. Se puede discutir si ampliamos la Bombonera, pero “de la Bombonera no nos vamos” es una consigna muy mayoritaria. La Boca es un barrio pobre, pero, a riesgo de generalizar, diría que hasta el hincha de Boca con más plata siente el orgullo de estar en La Boca.
—¿Por qué no hablan de ustedes en el libro? No hablan de sus infancias, por ejemplo. Hay una primera persona que casi siempre es plural, y en las historias no hay nombres.
Kohan: —Yo no practico la Literatura del Yo, no me sale. Por eso, en algún momento llegué a pensar que no estaba en condiciones de escribir este libro, hasta que encontré la posibilidad de narrar mis propias pasiones a través de otros. Fue posible escribirlo y reconocerme en las historias de otros, como uno se reconoce en cualquier formulación de identidad. A mí, por ejemplo, siempre me llamó la atención que no tengo absolutamente ningún recuerdo del Mundial 74. Me gusta pensar que aprendí a leer y me hice de Boca en el mismo año. Las dos pasiones que marcan mi vida. Me encantaría pensar que el mismo día aprendí a leer y me hice de Boca.
Cohen: —Yo soy el cuarto hijo de una familia muy estudiosa, muy brillante, y siempre fui un pésimo alumno, como le corresponde al hijo menor. Boca fue el refugio en donde encontraba la posibilidad de ser feliz y, al mismo tiempo, representó la conexión con mi viejo. Porque podíamos pelearnos toda la semana y, de golpe, el gol y el abrazo que permitía unirnos y la vuelta era con pizza incluida o con fideos con tuco y pesto en Pippo. Por eso —y esto puede sonar un poco patriarcal— yo sostengo que hay que respetar el vínculo padre-hijo, y, si el padre es de un equipo, el hijo varón tiene que ser de ese equipo. Es lo que te permite que a los 8, a los 12 o a los 35 haya un punto de encuentro.
—¿Cuáles dirían que son sus ídolos en Boca?
Kohan: —Bueno, Gatti…
—¿Es cierto que a Gatti le tiraron una escoba en el medio de un partido y se puso a barrer el área chica?
Cohen: —Sí, pero jugando para Gimnasia. Era un partido en la cancha de Boca. Le tiraron una escoba y él se puso a barrer. Y la gente de Boca lo empezó a querer mucho. Hubo dos jugadores que fueron ídolos antes de jugar en Boca: Gatti y Maradona.
Kohan: —Nosotros compartimos la opinión de que Gatti era mejor arquero que Fillol.
Cohen: De mis ídolos, el primero que recuerdo es Potente. También Suñé, por el gol a River. Obviamente Maradona, que estuvo un año solo, pero el paso de Maradona es imposible de olvidar. Puedo nombrar un montón. Aunque todos, en algún momento, quedan subsumidos en Riquelme. Riquelme es el ídolo de Boca porque cumple con todo: desde el caño a Yepes, los goles que hace, el Topo Gigio que lo consagra. De la misma manera que Bianchi es todo, por todo lo que hizo como técnico, pero también por levantarse de una conferencia de prensa y dejarlo solo a Macri.
Kohan: Para mí hay un gesto definitorio, que es no prestarse a la elección entre Riquelme y Palermo. En un momento se había instalado la idea de uno u otro, incluso desde el punto de vista de estilo de juego. Pero esto también va en dirección de lo que decíamos antes: los dos son Boca.
—Hay un hecho del que no hablan en el libro, y es el segundo partido de la final de la Libertadores contra River. ¿Por qué?
Cohen: —Es un partido que se perdió. Hay otras finales que perdimos y muchas más que ganamos. En 1976, Boca le ganó a River la —hasta ese momento—única final de campeonato. Fue un 20 o 21 de diciembre, y el 24 a la noche, la vida era normal, y el 31 no brindamos diciendo que había sido un año histórico. Obviamente disfrutamos haberle ganado a River, pero fue una final más. Yo decía que el líder no contesta: ¿por qué River ha hecho tanto en hincapié en la final de Copa Libertadores? En mi lectura, tiene que ver con dos cosas centrales. Primero, en que, para ellos, ganarnos una final a nosotros es mucho más que para nosotros ganarles una final a ellos. Y la segunda parte de la explicación es que River imposta tanto el triunfo en Madrid porque se fue a la B.
Kohan: —Antes de equiparar, al cabo de 42 años, la final histórica, intentaron sobredimensionar un penal en una copa —que no recuerdo ni cómo se llamaba— atajado por Barovero, a quien no han tenido ni el decoro de repatriar. Y después el otro invento: dos equipos están en el campo de juego, unos son de un color, otros son de otro, los de un color permanecen en el campo de juego y los del otro color se van corriendo, y alguien decide que los que abandonaron son los que se quedaron en el campo de juego. ¿Qué son todos estos forzamientos? Todos los equipos hemos quedado eliminados de Copa Argentina. Todos los equipos hemos quedado eliminados de Copa Libertadores. Una final la ganás, una la perdés. El dato es de dónde viene la necesidad de subrayar por demás algo que nosotros ya vivimos. Y es por algo que a nosotros no nos pasó: el descenso. Cuando el de Boca canta “el que nos salta se fue a la B” está contando una realidad. Cuando el de River canta “el que nos salta murió en Madrid” es un deseo, no es una realidad.
—¿Cuál fue el gol que más gritaron?
Cohen: —Yo no tengo ninguna duda: el gol que se gritó dos veces, el gol de Palermo. Se gritó cuando Palermo entró a la cancha y se gritó cuando fue gol. El 24 de mayo del año 2000 fue el día más feliz de mi vida.
—Fue justamente en una llave de la Copa Libertadores.
Cohen: —Habíamos perdido 2 a 1 en la cancha de River y teníamos que ganar en la Bombonera. Boca se pone 1 a 0 con gol de Delgado y faltando 5 minutos, Riquelme hace el gol. El momento en que Palermo entra a la cancha, después de seis meses, después de haberse roto el ligamento de la rodilla, es imposible de describir para quienes no estuvieron en la cancha. Es un gol de película, de fantasía, imposible de repetir. Fue más gritado que el de la final contra el América, más gritado que los goles contra el Real Madrid, más gritado que los penales del Milan.
Kohan: —Yo tengo tres. El primero no es un gol: es el penal de Gatti a Vanderlei en la final de 76. Los otros dos son: el de Benetti a San Martín de Tucumán y el de Tévez a Gimnasia.
—¿Cuál?
Kohan: —¡Ah, viste! ¡Sos de Boca y no te acordás! Ese gol marca un hecho histórico insuperable. Por única vez en la historia, venían en un mano a mano Boca y River, y el que venía segundo gana la última fecha y sale campeón. ¿Sabés por qué no lo tenés presente? Porque la prensa lo está tapando desde hace tres años bajo la hipótesis de que Boca falleció. Pero mirá el muerto, qué bien que anda. River iba primero, jugaba contra Atlético de Tucumán y si ganaba era campeón. Y Boca tenía que ganarle a Gimnasia. Fue el último día que Diego entra a una cancha y lo ovacionamos. Fue un campeonato histórico al que la prensa se ocupó de tratar de disminuir infructuosamente. Pero te invito a pensar qué hubiera pasado si Boca perdía el campeonato en la última fecha contra River, con la conducción dirigencial de Riquelme. ¿Qué habrían dicho del fracaso de Boca? Pero le pasó a Gallardo.
—Les hago la última pregunta. Puestos a elegir: ¿Boca campeón o Argentina campeón?
Kohan: —Boca campeón. Del torneo local.
Cohen: —El único equipo que tiene una copa Libertadores más que Boca es Independiente. Creo que, para el hincha Boca, sería interesante. Riquelme declaró que, si querés ser grande, tenés que ganar la Copa Libertadores. Era otro contexto y formaba parte de una chicana política contra Angelici, y eso el periodismo lo utilizó mucho. ¿La séptima es un objetivo a lograr? Sí. Pero hoy el poder del fútbol brasileño, no solo a nivel futbolístico, sino también a nivel arbitral, es mucho más potente. El campeonato local sigue siendo muy difícil y, por lo tanto, está muy bien festejar el campeonato local. Empecé hablando de los focus groups: si hicieras esta pregunta en un focus, el 65% de los participantes dirían que prefieren a la Argentina campeón del mundo, y habría un 35% compuesto por gente normal, como Martín y yo, que diría Boca campeón del campeonato local.
Quién es Martín Kohan
♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1967.
♦ Es escritor y docente universitario.
♦ Recibió el premio Herralde de Novela por su novela Ciencias morales, la cual fue llevada al cine tres años más tarde en el filme La mirada invisible.
♦ Escribió libros como Confesión, Fuera de lugar, Bahía Blanca y Los cautivos, entre otros.
Quién es Ricardo Cohen
♦ Nació en Buenos Aires en 1958.
♦ Se graduó en Ciencias Económicas y cursó Sociología.
♦ Se especializó en marketing y en producción de contenidos y de campañas publicitarias.