Entre los abordajes que admite, y en muchos casos exige, la reconstrucción histórica de una época, la descripción y el análisis del universo sonoro suelen ofrecer un aporte sumamente revelador. En ese sentido, la publicación de Llevo en mis oídos - Música y sonidos de Cámpora y Perón a Isabel y López Rega (1973-1975), de Abel Gilbert, resulta esencial para la comprensión de un tiempo con mucho por explorar.
Concebido a modo de precuela de Satisfaction en la ESMA - Música y sonido durante la dictadura (1976-1983), el reciente lanzamiento de Gourmet Musical corona un minucioso trabajo de investigación del ecosistema sónico de una década que mantiene una notable vigencia en el debate de carácter político, social y cultural del presente, al tiempo que abre nuevos interrogantes.
“Este libro -señala Gilbert- no es la totalidad, sino que abre una diagonal a partir de la que otros, posiblemente con mayor tiempo o documentos, puedan ir por otros lugares”. Algo así como una puerta abierta a nuevos capítulos de una trama de difícil acceso, si uno tiene en cuenta que para el propio autor fueron algo más de ocho años de trabajo volcados en las alrededor de 600 páginas que suman ambos trabajos.
Bajo esa premisa, el compositor, periodista y ensayista plantea su mirada sobre el períodos 1973 - 1975 en dos segmentos: el primero (“El año corto”), enmarcado entre la Masacre de Trelew, ocurrida el 22 de agosto de 1972, y la Masacre de Ezeiza, que el 20 de junio de 1973 marcó a fuego el regreso definitivo de Juan Domingo Perón a la Argentina; el segundo (“Final cantado”), con el tercer gobierno de Perón, su muerte, la sucesión a cargo de Isabelita y el rol de José López Rega como hilo conductor rumbo al Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Una secuencia de sucesos históricos que, según se desprende de lo que cuenta su autor, fue adquiriendo tal autonomía que terminó por modificar el objetivo inicial de abarcar la década ‘73 - ‘83 como una unidad, dando lugar a una serie que se completa con Un muchacho como aquel - Una historia política cantada por el rey (Gourmet Musical - 2021) y Escuchar Malvinas - Músicas y sonidos de la guerra (Gourmet Musical - 2022).
“Ocho años de investigación te dejan mucho. Ya lo agoté. Agoté el stock”, confiesa Gilbert, quien anticipa que de cara a escrituras futuras su mirada está puesta en el aquí y ahora más que en el pasado. “Hay cosas que me preocupan mucho del presente”, advierte.
Mucho más que la historia a través de las canciones
El ejercicio de la reconstrucción de un determinado lapso histórico a través de la interpretación del “mensaje” de las canciones que conforman su banda sonora suele ser una práctica más o menos habitual, cuyos resultados dependen en gran medida de las herramientas con las que cuenta quien lleva a cabo la tarea.
Precisamente en la multiplicidad de recursos con las que Gilbert aborda su trabajo radica una de las grandes virtudes de Llevo en mis oídos, a la que se se suma su decisión de no circunscribir el universo sonoro a un cancionero de época sino de ampliarlo a aquello que acostumbramos a llamar “ruido” y, además, de enriquecer ese mapa con discursos, consignas cantadas, gritos, ritmos de bombos y balas y palabras escritas que suenan en los ojos.
“Es una ensalada de metodologías”, señala el autor cuando la pregunta apunta a qué es los más relevante a la hora de encarar y avanzar en una investigación que ofrece un horizonte tan vasto. E inmediatamente repara en la paradoja de que sus libros son leídos en en el mundo de los estudios culturales, de la historia, la historia cultural, la política, pero no en el de los músicos. “Los músicos no lo leen. No tengo registro de que lo hagan. Pero no lo digo con despecho; es un dato verificable”, aclara.
-¿Entonces, cuál de tus perfiles prevalece: el del ensayista, el del músico, el político?
-A mí me parece que en mi plan de trabajo, mi condición de músico queda en un tercer plano. O sea, lo que hay es un modo de escucha que tiene una sospecha y que incide como un disparador. Un modo de escucha que podría o no necesitar de la técnica. A mí no me interesa describir las propiedades inmanentes de un objeto. Sería una pedantería musicológica donde el lector preguntaría para qué pongo una partitura; salvo una vez que lo hice, en Satisfaction..., porque quería mostrar cómo (Alberto) Ginastera cita La avenida de las camelias. Eso sí, pero si en ese momento hubiera podido tener un QR en la página para escucharlo, no lo hubiera necesitado. Pero la escritura no es la condición sine qua non para poder escribir. Es verdad que hay un capital y una experiencia, pero creo que lo que más pesa es una actitud indagatoria y una voluntad de extraerle al objeto todo aquello que me está ofreciendo, ya sea veladamente, oblicuamente o encriptadamente.
Con esa actitud de la que habla como referencia, Gilbert entonces invierte los roles de la charla. “La pregunta que te hago es: ¿Cómo nadie, al escuchar “Instituciones”, todavía se había dado cuenta de que hay un padre que dice: ‘No preguntes más’ en una canción que se escribe en julio del 74. Por supuesto que es una interpretación…”, dispara.
Justamente, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, el álbum de Sui Generis que contiene la canción, funciona a lo largo de Llevo en mis oídos como un común denominador en torno al cual se hilvanan los diferentes episodios, situaciones y elementos que nutren el texto y al cual regresa de tanto en tanto, en tanto referencia de su eje narrativo.
El tiempo, el implacable, el que pasó
-Es interesante como apelar a ese puñado de 11 canciones puede convertirse en una fuente directa para desandar una trama tan compleja, en vez de recurrir a quienes las escribieron y grabaron, que siguen estando a mano.
-Es que a mí me interesa el documento. Porque, qué te va a decir alguien de algo que pasó hace 50 años. La memoria es traicionera y, finalmente, aunque me dijera lo contrario de lo que yo interpreto…
-Seguirías sosteniendo lo mismo...
-¡Por supuesto! Pero existen el inconsciente y el objeto, que a mí me devuelven eso. Por supuesto que tenés que hacer asociaciones, y en un momento del libro yo me pregunto hasta dónde tensar las interpretaciones. Pero es la época la que me las ofrece.
Abel cuenta que escuchó Pequeñas anécdotas sobre las instituciones por primera vez a los 14, cuando fue publicado. Y coincide en que fue un disco que en ese momento no gustó. “No era el disco que esperaban escuchar quienes escuchaban Sui Generis”, recuerda el escritor, que desde entonces lleva recorridos unos 46 años más, a lo largo de los cuales volvió al tercer álbum del dúo una y otra vez.
“Volvés de otra manera, y pasa más o menos lo mismo con todo lo que uno escucha. Uno arroja claves de interpretación todo el tiempo, y uno no es un banana que siempre la supo. El elefante pasó todo el tiempo frente a uno hasta que en un momento uno dice: ‘Ah, ahora puedo escuchar de otra forma’”, reflexiona.
Y completa: “Desde ya que el pibe que yo era no escuchaba de ese modo. Porque si así hubiera sido, me habría demorado 50 años en escribir. A mí me parece que, de alguna manera, escribir es una forma sutil de revisar y de autoincriminarme. Especialmente en Satisfaction... Porque uno tenía 18, 17 años… No es que tenía tres.
-Y en el medio, un montón de experiencias que nos van atravesando.
-Desde ya que sí. Por eso Satisfaction... empieza con un “nosotros”, pasa a un “él” y termina en un “yo”. Y acá, en este libro, está el “yo” está presente casi todo el tiempo, desde el pibe que era. Si vos querés, también hay una cuestión de hibridez entre ensayo, mónografía y ejercicio autobiográfico.
-Al encarar un trabajo así estás partiendo de una base de conocimiento y de darte cuenta de que con esas canciones pasaba algo. ¿Qué cosas te sorprendieron y qué encontraste que no pensabas encontrar cuando fuiste de nuevo a esas canciones, y a buscar otras que a lo mejor ni conocías?
-Es como que una puerta te lleva a otra, y esa a otra y esa otra a otras. Cuando lo pones a funcionar, el sensor va a buscar a todos lados, y aquello que hasta puede haber quedado fuera también es susceptible de entrar en estado de pregunta. Yo creo que buena parte del material dice “a pesar”. Porque en muchos casos no construye significado social, pero las cosas creo que pasaban “a pesar”. Y pasaba, también, por el enorme vacío de los otros cancioneros. Pero creo que hay algo que es como el hiperlink que te lleva a uno, y a otro y a otro y a otro, y empezás a construir la constelación.
-¿Cómo se construye?
-Es una cotización de memoria; trabajo con el archivo, ya sea musical o de otros acervos, periodístico, y con una formación del orden de lo político y cultural que me permite establecer una cantidad de cruces hasta tensar. Porque, ¿cómo es que Billy Bond canta “Perfidia”? Un bolero… Hay una historia con el desparpajo y la ironía, pero “perfidia” es a la vez un hecho de traición desde lo militar, el tipo que va con la bandera blanca y cuando te acercás te dispara. Y eso fue Ezeiza.
Entre Juan Moreira y la Balada de José (López Rega)
“La sangre canta”, “Moreira camporista”, “Canciones como balas”, “Cantando en el Giuseppe Verdi el retorno del General”, “Parole Parole”, “El silencio es salud”. Seis títulos de los once que encabezan los capítulos del libro. Once, como las canciones del disco de Charly y Nito. Puertas a algún lugar con más puertas a otros lugares.
“Viste cuando agarrás unos papeles y te preguntás cuándo escribiste eso que leés. Me acuerdo que por ejemplo, para uno de los capítulos que más me gusta había anotado: ‘Mirar El descamisado. Reportaje inicio Montoneros’. Artículo que dice que una de las cosas que los inclinaron a elegir ese nombre fue el folclore. ¿Cómo el folclore? Entonces, empezás a avanzar y llegás a Roberto Rimoldi Fraga y a todas las canciones sobre un montonero”.
En ese devenir que Gilbert transformó en texto, a lo largo de la lectura de Llevo en mis oídos conviven el “Juan Moreira” de Leonardo Favio, “Las voces de los pájaros de Hiroshima” de Horacio Guarany; la “Balada para Luis”, que no era Spinetta sino el erpiano Pujals, de Roque Narvaja, con la balacera de la Base Aeronaval Almirante Zar, la respuesta del “ya van a ver, cuando venguemos a los muertos de Trelew”, el “quiero retruco” que arreció en Ezeiza y el mantra “Perón, Evita, la patria socialista”.
El autor también pone el ojo (y el oído) en lo que pasaba en el Teatro Colón, en la cantata como lenguaje, el grupo La Joda que Julio Cortázar retrató en su Libro de Manuel, los versos de Juan Gelman en la voz del “Tata” Cedrón, los gritos de guerra que el 19 de enero de 1974 “musicalizaron” el intento del ERP de tomar la Guarnición de Azul, el verbo “aniquilar” en boca del General…
Mucha información, tratada con un gran cuidado y narrada por momentos con una expresividad visual que ilustra de modo notable la lectura, como sucede con la escena del ida y vuelta entre la Juventud Peronista en la Plaza y el presidente Perón en el balcón de la Casa Rosada, con López Rega a su lado, el último 1° de mayo compartido, hasta ahí, y en la reconstrucción de la visita del embajador de los Estados Unidos que termina con el “Brujo” cantándole al diplomático un fragmento de un musical.
-¿Cómo llegas a ese punto?
-Fíjate: yo leo la biografía de Marcelo Larraquy (López Rega - El peronismo y la Triple A - Ed. Punto de lectura) y me parece alucinante. Cuando él pone al pasar que López Rega estudió canto el los Estados Unidos, lo que para alguien es un hecho anecdótico para mí es medular. Si querés, tengo esa predisposición a que todo lo que leo ya lo leo esperando que aparezca ese momento…
-Pero para establecer esas relaciones hay que conocer mucho más.
-Uno va a buscar más materiales. Yo no conocía el argumento del musical, sino que lo fui a buscar. Y el musical repite la historia del sargento que salva a la protagonista… Ahí empieza a cerrar todo.
Un pasado incómodo para un presente en erupción
-¿Cuándo decís “basta”, en medio de la exploración cuyo terreno es casi infinito?
-Dejame pensar: si tengo un libro que tuviera sólo picos altos no sería un buen libro. Es como un solo en la música: hay un momento en el que algo se tiene que destacar, pero tiene que ser causa y consecuencia de otra cosa. El tema es el lector, que en un momento aparezca eso que lo sorprende.
-¿No sentís que a Perón se lo protege un poco? En el sentido de tirar un manto de piedad sobre su último período como presidente.
-No, en el libro no se lo protege. Pero vamos a entrar en un terreno más cenagoso que es el siguiente: así como Satisfaction en la ESMA generó un consenso horizontal, siento que este es un libro muy difícil. Muchas de las personas que vienen de la izquierda peronista no me dicen nada. Cero.
-¿Lo esperabas?
-Creo que muchas cosas de las que he escrito siempre han estado en un lugar de fricción. Y éste no es un libro amable. Por eso me interesaba también la figura mía del adolescente; si no, parece que las sabés todas.
-¿Pensás en quién va a leer cuando escribís?
-No, pero entiendo que se trata de un lector interesado por una cantidad de cuestiones, con un capital cultural, una formación atrás. Es natural. Es un libro denso, en términos de la temática; no de escritura.
Y en esa densidad, Llevo en mis oídos suma la virtud de poner en conflicto al lector con aquello que lee. No en términos de “mojarle la oreja a alguien”, como bien aclara Gilbert, sino como un disparador de debates que permanecen ahí, latentes, a la espera de ser saldados. O al menos enfrentados.
Debates alimentados por una información que aún espera ser desglosada en mayor profundidad. “Cuando yo escuchaba la ‘Cantata Montonera’ (Huerque Mapu) no lo podía creer. Vuelvo y los escucho una y mil veces, y digo: ‘Perfecto: ¿dónde hay otra canción que reivindique un asesinato político? ¡No hay! Aparte, con el tambor… Los tipos se militarizaban a partir del canto y la música”, explica.
De esa curiosidad, de esa capacidad de sorpresa intacta, de esa necesidad de revelar aquello que no se escucha en lo que se oye, de la sensibilidad para buscar bajo el “ruido” que embarulla la superficie, está hecho Llevo en mis oídos - Música y sonidos de Cámpora y Perón a Isabel y López Rega (1973 - 1975).
Un fascinante viaje exploratorio al universo sonoro de un momento clave de nuestro pasado, que alienta a escuchar con más atención nuestro presente.
Quién es Abel Gilbert
♦ Nació en 1960.
♦ Es músico, periodista, ensayista y doctor en Comunicación.
♦ Entre sus libros se cuentan Satisfaction en la ESMA, Llevo en mis oídos y, en co-autoría, Piazzolla. El mal entendido.