“Querida. Mirá cómo volvemos a encontrarnos. Por carta, si es que esto es tal cosa. Empiezo a escribirla ahora, quién sabe por qué”, escribe María Sonia Cristoff en su novela Derroche, la ganadora de la tercera edición del Premio Sara Gallardo. Esas son las primeras palabras de lo que será “una parábola desafiante” o una “confrontación del trabajo como un escenario agotador y eminentemente extractivista”, según define el jurado integrado por las escritoras Ángela Pradelli y Eugenia Almeida y el escritor Julián López. Ese es el viaje que propone Cristoff en esta novela, con una exhibición de diversos recursos narrativos, humor e intriga.
La autora de otros libros de ficción y de no ficción, como Mal de época, Inclúyanme afuera, Bajo influencia, Desubicados y Falsa calma, en esta novela construye la historia de Lucrecia, que está sumida en la monotonía de su rutina laboral. La hace salir del letargo la recepción de una carta, que cambiará su vida por completo. Escrita por Vita, su tía recién fallecida, esta misiva está lejos de ser convencional. En su interior, se encuentra un enigma encriptado que señala la ubicación de un tesoro oculto en algún lugar de La Pampa, en Argentina.
En Derroche, Cristoff desafía las convenciones narrativas convencionales. Telegrama, mail, biografía, crónica de viaje, retratos y más: la amplia combinación de géneros y formatos hace que el lector se encuentre con un collage literario, de superposición de estilos y personajes. Vita, a través de sus palabras irónicas y corrosivas, arroja una mirada crítica sobre la obsesión contemporánea por el trabajo y el mito del progreso. La vida de Lucrecia, antes dominada por la rutina y la disciplina laboral, se ve completamente trastornada por esta carta, y el tesoro prometido.
“Derroche, de María Sonia Cristoff es de los libros que más me impresionaron en los últimos años. Desde que lo leí, no paro de recomendarlo”, dice la escritora Mercedes Halfon en diálogo con Infobae Leamos. ¿Por qué la impresionó la novela ganadora del Premio Sara Gallardo? Halfon da sus razones: “Da en la tecla de un problema muy contemporáneo, que tiene que ver con cómo las formas supuestamente flexibles y modernas, que fue adoptando el trabajo calificado fue horadando y destruyendo nuestro deseo y nuestra potencia crítica”.
“Es una novela poderosísima, con un trabajo muy hondo y a la vez lúdico con el lenguaje y los géneros”, define Halfon y sigue: “Leerla es por momentos una experiencia física, una experiencia transformadora. Es de esos textos que te hacen replantearte tu vida toda de nuevo”. Con una narrativa única, Derroche entonces, es una mirada crítica a la obsesión por el trabajo y el consumismo y se convierte en una celebración de la rebeldía y la exploración de lo inexplorado (incluso con el lenguaje y los estilos).
Aquí, algunas claves para leer Derroche.
Las fauces del mundo laboral actual
La crítica feroz al sistema laboral moderno es uno de los ejes centrales de la novela de Cristoff. En contraste con la figura de Vita, Lucrecia es una mujer moderna atrapada en la omnipresencia del trabajo, la falta de descanso y la absorción constante por parte de la tecnología. Derroche logra construir de forma magistral la lucha de Lucrecia contra un sistema que exige sacrificios y aplasta la creatividad y la libertad. A través de mensajes de texto, correos electrónicos y llamadas telefónicas, el lector es testigo de su agotadora rutina.
Cristoff introduce un concepto, de esos que se recuerdan más allá de la novela: el extractivismo vital. Desplegado en todo el libro, la autora construye una novela urbana y también rural que se vuelve una crítica directa a la forma en que trabajamos y se pregunta por lo que queda fuera del sistema productivo. A su vez, reflexiona sobre el dinero. Desde allí se retoma la utopía y agrega retazos en forma de crónicas basadas en testimonios de personas explotadas. ¿El trabajo debe ser el centro de nuestras vidas?
El “chancho” salvaje
Uno de los personajes más intrigantes y singulares de Derroche es un chancho salvaje. Sin revelar demasiado, podemos decir que este personaje se convierte en un elemento fundamental de la trama, conectando épocas, paisajes y lenguas. La presencia del chancho salvaje simboliza la diversidad y la inesperada riqueza de la narrativa de Cristoff. La novela es un collage de recursos lingüísticos, formatos discursivos y formas de habla que nos lleva en un viaje literario por diversos territorios narrativos.
Dinamitar para crear
“Cristoff tiene un plan audaz: dinamitar la literatura”, escribe Gabriela Saidón en Infobae. “Me interesa la novela como género a dinamitar”, supo decir la autora de Derroche en una entrevista de Télam. Allí también explica que lucha “contra esa forma porque me da un aburrimiento tremendo construirla”. En lugar de seguir una estructura narrativa convencional, Derroche se aventura por un camino de narradores cambiantes y registros diversos.
Un laberinto de intrigas y narración híbrida. Eso es lo que se encuentra el lector cuando lee la novela ganadora del Premio Sara Gallardo 2023, que combina distintos lenguajes. Derroche, entonces, rompe con las expectativas literarias, desafía una y otra vez los registros y experimenta a través de la mezcla de géneros. También con la introducción de elementos del rock, los cambios de narrador y la inclusión de textos parafraseados y hechos canción. Cristoff desafía la noción tradicional de lo que es la literatura y crea un territorio literario desconocido.
Así empieza “Derroche” (Fragmento)
Querida. Mirá cómo volvemos a encontrarnos. Por carta, si es que esto es tal cosa. Empiezo a escribirla ahora, quién sabe por qué. Para no andar a las corridas, supongo. Para no tener que escribirte bajo el yugo de un resultado médico o de un cálculo devoto de estadísticas. Para disfrutarlo. Para convocarte. Para tenerte más cerca. He decidido dejarte todo, como sabrás para cuando leas lo que sigue.
En ese momento, cuando leas, cuando lo sepas, yo estaré ya muerta. Espero que sepas disculpar este principio de culebrón, pero así son las cosas más inevitables. Imponen su doxa. Espero también que sepas disculparme la decisión. Porque el todo que planeo dejarte es largo, y no apto para cualquiera.
Sé que no cambiarías tu vida por nada, o al menos sé que eso es lo que le decís a todo el mundo, incluida vos misma frente al espejo cada mañana. No voy a repetir lo que pienso acerca de lo que vos considerás tus logros, ya lo sabés. Sin embargo, dejame decirte que sé que el cansancio, ese conglomerado de humillaciones que el eufemismo de época llama cansancio, se apoderó de vos hace mucho tiempo.
Lamento darte esta noticia. Como en una película de alienígenas, te tomó y, sin que te termines de dar cuenta, te doblegó, te impuso sus reglas, sus renuncias. No voy a enumerarlas ahora. Entendí hace tiempo que hay cosas que no querés escuchar. Aunque me queda muy claro que puedo decirte acá cualquier cosa porque cuando leas, como te decía, ya estaré muerta. Es muy liberador, deberías probarlo. En su momento, claro. Nada de apresurarte también con eso.
Tía querida, sí; tía abuela, jamás. ¿Te acordás de ese lema que habíamos acordado, y que vos repetías siempre, y que cada vez nos daba risa? ¿Y de la risa? ¿Te acordás?
No debería irme por las ramas, finalmente esto es una carta. Imaginemos la escena, la situación. Yo estaré recién muerta. Vos, entonces, después de ese pico de molestia inicial que suelen generarte las interrupciones a tus planes, habrás concedido viajar a este pueblo desquiciante del que por entonces ya casi ni te acordarás.
Al llegar, sin embargo, ni percibirás ese olvido ocupada, como estarás, en seguir atendiendo problemas de tu trabajo, en organizar a la distancia la cantidad de cosas que tuviste que dejar sin resolver, los mensajes sin responder, las redes sin revisar, los tragos sin tomar, las sesiones sin concertar, los conciertos y las funciones sin confirmar. Estarás con la cabeza en todo eso mientras mi abogado te lee el testamento, te entrega la llave de la caja de seguridad que él maneja y te da esta carta sellada junto con la urna en la que estarán las cenizas que para entonces yo seré.
Quién es María Sonia Cristoff
♦Nació en Trelew en 1965.
♦ Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
♦Escribió, entre otros, Falsa calma (Seix Barral, 2005, reeditado en 2014) y Desubicados (Sudamericana, 2006).
♦ También las novelas Bajo influencia (Edhasa, 2010) Inclúyanme afuera (Mardulce, 2014) y Mal de época (2017).