En los últimos años ha surgido un debate ideológico de gran relevancia en el ámbito académico y político: la relación de la izquierda con el legado ilustrado. Esta discusión se ha manifestado en ensayos, investigaciones y declaraciones de destacados intelectuales y activistas, y ha dividido a la izquierda en torno a la interpretación y valoración de la Ilustración y sus principios fundamentales.
La filósofa francesa Stéphanie Roza ha desempeñado un papel fundamental en este debate con su libro ¿La izquierda contra la Ilustración?, donde explora las raíces y las consecuencias de la crítica posmoderna al legado ilustrado. Roza plantea una pregunta crucial: ¿Por qué una parte de la izquierda, que históricamente ha abrazado los ideales de la Ilustración, ahora los rechaza?
Según Roza, este giro antirracionalista de la izquierda se debe en gran medida a la influencia del pensamiento posmoderno, que cuestiona las categorías ilustradas de la razón, la verdad, la libertad y la igualdad. Autores como Heidegger y Foucault, críticos del proyecto ilustrado y sus implicaciones políticas, han influido en esta perspectiva posmoderna. Sorprendentemente, esta crítica encuentra paralelismos con la de los contrailustrados, pensadores ultraconservadores que se opusieron a la Ilustración desde el siglo XVIII.
La autora argumenta que la izquierda no puede abandonar el legado ilustrado sin traicionar su historia y su aspiración a la emancipación humana. En cambio, propone recuperar las corrientes republicanas y socialistas que han reinterpretando y actualizando el pensamiento ilustrado a lo largo de los siglos. En su opinión, estas corrientes son las mejor equipadas para abordar los desafíos contemporáneos de la democracia, el ecologismo y el feminismo.
Este debate sobre la Ilustración y la izquierda no se limita a las fronteras de Francia. En Estados Unidos, por ejemplo, la CIA desclasificó un documento de 1985 que evaluaba la relación entre la filosofía de Foucault y la política de la Guerra Fría. La CIA observó que la filosofía anti-sistema de Foucault, a pesar de su apariencia subversiva, contribuía a debilitar el marxismo y el socialismo, lo que alineaba sus ideas con los intereses de Estados Unidos.
Sin embargo, América Latina ha adoptado una postura diferente. Aquí, se argumenta que Foucault y otros autores controvertidos deben ser leídos de manera crítica y que sus ideas pueden proporcionar herramientas valiosas para comprender la realidad latinoamericana. La idea es utilizar estas ideas como un punto de partida, no como una verdad inmutable, y desarrollar conceptos propios que reflejen las realidades de la región.
La crítica contemporánea a la Ilustración se ha centrado en la acusación de que sus principios universales y racionales fueron utilizados para perpetuar la opresión racial, sexual y social. Sin embargo, esta visión no reconoce la diversidad de enfoques y debates que caracterizaron el movimiento ilustrado en el siglo XVIII. La Ilustración no fue un monolito ideológico, sino un conjunto de corrientes con enfoques diversos.
Algunos críticos sostienen que la Ilustración debe ser rechazada en su totalidad debido a las insuficiencias y contradicciones presentes en ciertos textos y autores de la época. Sin embargo, esta posición no necesariamente implica un avance en la lucha por la emancipación. Más bien, se alinea con la crítica conservadora de los antiilustrados que han buscado desacreditar todo el proyecto ilustrado desde sus inicios.
En contraposición, la izquierda puede optar por una perspectiva dialéctica con respecto a la Ilustración. Esto implica reconocer las limitaciones y contradicciones presentes en algunos aspectos del pensamiento ilustrado, pero también valorar sus principios fundamentales de igualdad, libertad y justicia. Esta postura permite una reinterpretación crítica de la Ilustración en el contexto contemporáneo y una búsqueda continua de la emancipación.
El debate sobre la relación entre la izquierda y la Ilustración es esencial para definir la orientación ideológica de la izquierda en el siglo XXI, apunta Roza. La historia y los ideales de la Ilustración siguen siendo relevantes en la lucha por la justicia social y la igualdad, pero es crucial abordar sus limitaciones de manera crítica y constructiva. La izquierda enfrenta el desafío de reconciliar su compromiso con la emancipación humana con una evaluación honesta de su propia historia y los ideales que la han guiado a lo largo de los años.