Imaginemos un Heartstopper en el que Nick y Charlie son mejores amigos pero Charlie no le puede decir a Nick que está enamorado de él porque este último está de novio con una chica. Esta es la premisa de la que parte Siempre fuiste tú, el primer libro de la escritora y boofluencer argentina Malena Hehn (@malelovesbooks).
La novela cuenta la historia de Oliver, Ryle y Megan, tres amigos y compañeros del colegio secundario que llevan estilos de vida muy diferentes. Ryle y Megan son la típica pareja de película: él es la estrella del equipo de fútbol americano y ella es la líder de las porristas. Son los más populares de la escuela. Mientras que Oliver, mejor amigo y vecino de Ryle, es de perfil más bajo, le gusta la música, tocar la guitarra y no oculta su homosexualidad ante sus amigos de la escuela.
El problema emieza cuando Oliver descubre algo que le resulta muy difícil de ocultar: está enamorado de Ryle, que no solo es heterosexual sino que también tiene una novia a la que ama con locura. Oliver jamás arriesgaría su amistad de años por un simple enamoramiento. Pero detrás de la fachada de la “pareja perfecta y popular” de Ryle y Megan, hay algo que no está bien.
En Siempre fuiste tú, editado por V&R, Megan, Ollie y Ryle inician un viaje típicamente adolescente en el que descubrirán quiénes son, la importancia de amarse a sí mismos y de los lazos que valen la pena en la vida. Es una novela ágil, fresca y con reflexiones de amor propio, relaciones sanas, aceptación y autodescubrimiento, ideal para un público mayor de 12 años (ya que no tiene ninguna escena de tono sexual explícita) y para los y las amantes de la música pop, en particular de Taylor Swift.
Así empieza “Siempre fuiste tú”
Los gritos de Ryle se pueden escuchar desde mi ventana, impiden que pueda concentrarme con los acordes de mi guitarra. El aniversario número cuarenta y cinco de nuestra institución es mañana y, como en toda escuela tradicional, se va a celebrar con un partido de fútbol. Si bien a mí me gustan los deportes, se me dan fatal. Por eso estoy en la banda y me ordenaron específicamente que me aprenda la canción más aburrida del mundo. No me malinterpreten, amo la música, me gustaría dedicarme a eso en un futuro, pero me hartaron estas tradiciones.
Quizás por eso ahora me encuentro moviendo las cortinas de mi ventanal y observando cómo mi vecino de cabello castaño da vueltas en círculos por su habitación. Parece disgustado, aparenta estar en desacuerdo con quien sea que esté hablando. Mi intuición de mejor amigo me dice que está discutiendo con su novia, Megan.
Nuestras casas no están tan lejos entre sí. De hecho, una vez logramos pasar una escoba de un lado al otro, sin que se cayera, y que se sostuviera de forma adecuada. Es una entre miles de anécdotas que tenemos juntos porque, con mis dieciséis años, conozco a Ryle desde que usábamos pañales. Nuestras familias son tan unidas que en más de una ocasión celebramos Navidad, Año Nuevo y Pascuas todos juntos.
Mi vecino, hermano y mejor amigo me lanza un avioncito de papel para captar mi atención y me saca de mis pensamientos. No puedo evitar fruncir el ceño y dedicarle una de mis clásicas miradas sin emoción.
–¿Había necesidad de hacer eso? –Me río y lo observo, apoyando mi cabeza sobre el marco de la ventana.
–Te quedaste pasmado y no me estabas escuchando. –Se encoge de hombros Ryle–. Te quería pedir disculpas si hablé muy fuerte y te desconcentró de lo que sea que estabas haciendo antes de esto.
–Si te refieres a la interesante y ruidosa discusión con tu novia, sí –le respondo con sarcasmo–. Me desconcentró de mi práctica con Laurie para el evento de mañana.
–No puedo creer que le hayas puesto un nombre a tu guitarra. – Se ríe–. Perdón, Megan quería organizar una cena con sus padres y le dije que no iba a poder asistir, porque seguramente vamos a festejar después del partido en la casa de Drake.
La novia de Ryle es una de las chicas más populares de la escuela. Ser la capitana del equipo de porristas no la convierte en una mala persona y sin cerebro como muchos creen. En realidad, es una de las chicas más dulces que conozco, aunque eso no evita ni justifica la cantidad de veces que actúa de manera terca y caprichosa para que su pareja haga exactamente lo que ella quiere. Por momentos, admiro la capacidad de convicción que tiene sobre Ryle, a mí con suerte me hace caso cuando le grito todas las mañanas que no se olvide de llevarme un trozo de budín que prepara su mamá para el desayuno.
–Si no me equivoco, ya es la tercera vez en la semana que le cancelas… –Me encojo de hombros–. A este paso te vas a quedar más solo que un ornitorrinco.
–Oliver, no es mi culpa que a esta mujer se le ocurra salir cada vez que tenemos un entrenamiento o algo importante para hacer –se queja Ryle frustrado.
–¿No debería estar entrenando ella también? Para los saltos, piruetas y esas cosas raras que hacen las porristas.
–¡Eso es lo que yo le dije! Después de escucharme, se enojó conmigo y por eso discutimos. Estoy cansado de pelear por este tipo de situaciones. –Suspira evitando mi contacto visual, cada vez que habla desde lo más profundo de su ser, desvía su mirada. Quizás para evitar que las personas lo escuchen, entren en él y lo conozcan de verdad. O quizás porque de esa forma se anima a demostrar sus sentimientos con sinceridad, sintiendo una mínima vergüenza de sí mismo.
–Tranquilo, siempre encuentran la manera de compensar los problemas del otro –bromeo y le lanzo el avioncito de papel, al que atrapa sin problemas.
–Ya es bastante tarde, creo que voy a darme una ducha y dar por finalizado mi día hasta mañana.
Me sonríe y me devuelve el avioncito.
–Al fin. –Me río haciendo un gesto exagerado con mis manos–. Hasta acá se siente tu olor a mugroso.
–Y hasta acá se siente el gas que te echaste hace dos minutos. Ryle rueda sus ojos riendo y se aleja de la ventana. No puedo evitar hacerle fuck you y reírme porque se tropieza con una camiseta tirada en el suelo. Siempre confirmo que es la habitación más desordenada que conozco.
–¡NO TE RÍAS! –me grita y me devuelve el gesto con su mano.
Decido ignorarlo, cerrar mis cortinas y dejarme caer sobre mi cama, justo al lado de mi guitarra eléctrica desconectada. Hoy fue un día bastante estresante y largo. Me vendría bien tomarme una ducha a mí también.
Decido hacerlo, me dirijo hacia el baño, tomo una toalla limpia e ingreso en la ducha. La sociedad dice que es el mejor lugar para reflexionar y ordenar las ideas. Yo soy de esas personas que reafirman esta teoría. De hecho, si no fuera por eso no estaría pensando en Ryle y sus problemas amorosos. Lo sé, también soy de esas personas que piensan más en los demás que en sí mismos. Debería buscar una forma de ayudar a mis dos amigos para que estén bien y dejen de tener estas discusiones tan absurdas, aunque ya tengo la certeza de que mañana van a reconciliarse…
Sí, además de mi hermosa amistad con el chico de ojos claros que vive al lado de mi casa, se podría decir que soy amigo de Megan. Compartimos gran parte de nuestro tiempo escolar juntos e, incluso, tenemos algo en común: a ambos nos gusta Ryle. ¿La diferencia? Ella es su novia y yo soy su mejor amigo que salió del clóset gay hace un par de años y que moriría en la friendzone si algún día se propone confesarlo todo. Por este motivo, de momento prefiero mantener mi secreto bajo candado, aunque tenga el presentimiento de que alguien puede tener el control de esa llave y arruinar mi situación por completo…
Quién es Malena Hehn
♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 2004.
♦ Es escritora y bookfluencer.
♦ Está detrás de la cuenta de Tik Tok @malelovesbooks, donde ya tiene más de 173 mil seguidores y más de 4 millones de me gusta.
♦ Siempre fuiste tú es su primera novela.