Pablo Neruda, el Autor del Mes de Leamos, es uno de los poetas más influyentes del siglo XX en el ámbito de la literatura hispana y forma parte del selecto grupo de escritores que ganaron un Premio Nobel de Literatura. A 50 años de su muerte, cuyas causas todavía generan controversia, su apellido es sinónimo de poesía y sigue resonando con potencia en todo el mundo. Sin embargo, Neruda no nació con ese nombre.
Su identidad original es Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto. Nacido el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada adoptó su famoso seudónimo en los albores de su juventud literaria y abandonó para siempre su nombre real. No solo nunca publicó como Ricardo Eliecer Neftalí, sino que también pasó a ser Neruda en su vida privada y política.
Pero, ¿a qué se debió este cambio de nombre? ¿Qué lo impulsó a escoger “Pablo Neruda” como su nueva identidad no solo literaria?
Elección de un seudónimo
Neruda inició su carrera literaria a una edad temprana. Su primer libro, Crepusculario, fue publicado en 1923 cuando el poeta tenía solo 19 años. Aunque la fama llegaría un año más tarde con su segundo poemario, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, ya desde entonces su nombre real quedó relegado ante el nuevo, que no tardaría mucho en recorrer el mundo. Pero, ¿qué fue lo que lo llevó a prescindir del nombre elegido por sus padres y los apellidos de sus familias en pos de esta nueva identidad?
Una de las teorías más probables apunta a la relación con su padre. Neruda era hijo de José del Carmen Reyes Morales, un empleado ferroviario, y de Rosa Neftalí Basoalto Opazo, una maestra de escuela que murió solo dos meses después de su nacimiento a causa de la tuberculosis. El problema es que su padre -que volvió a casarse con una mujer a quien Neruda terminaría llamando “mamadre”-, no apoyaba sus aspiraciones literarias.
El uso de un seudónimo se convirtió así, desde el principio, en una forma de evitar el escrutinio paterno mientras publicaba sus primeros poemas a sus espaldas. Pero su éxito atronador terminaría por dificultar su secreto. El 14 de octubre de 1921, con solo 17 años, obtuvo el primer premio de la Fiesta de la primavera de la Federación de Estudiantes de Chile con el poema “La canción de fiesta”, publicado posteriormente en la revista Juventud.
Ese fue el primer ladrillo del rascacielos en el que se convertiría su nuevo nombre. Además, el cambio ofrecía una oportunidad para crear una nueva identidad libre de las expectativas y prejuicios asociados con su familia y su entorno social.
El Origen de “Pablo Neruda”
¿Por qué Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto eligió “Pablo Neruda” como su nuevo nombre? Aunque el poeta chileno nunca confirmó su origen, alimentó la conjetura de que lo habría escogido en honor al escritor Jan Neruda, de quien se creía -o él mismo había hecho creer, por esa transformación borgeana de la vida en una ficción- que uno de sus cuentos lo había marcado a fuego durante su adolescencia. Pero luego se supo que para 1920, cuando eligió el seudónimo, Neruda no conocía a dicho autor checo. ¿De dónde sacó entonces la inspiración?
Sus biógrafos -hábiles detectives o fisgones entrometidos- encontraron la respuesta en el detective más célebre de la historia de la literatura: Sherlock Holmes. En el capítulo IV de Estudio en escarlata (1887), de Arthur Conan Doyle, el personaje de Holmes asiste a un concierto de una famosa violinista, Guillermina María Francisca Neruda.
Pero, ¿y “Pablo”? ¿De dónde salió? Eso queda para la imaginación -y, por qué no, investigación- de sus lectores.
Impacto, política y legado
El seudónimo permitió a Neruda construir una carrera literaria que lo llevó a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1971, lo que lo convirtió en el segundo escritor chileno en recibir el prestigioso galardón después de Gabriela Mistral en 1945. Ningún otro autor de dicho país lo ha ganado desde entonces.
Su obra, traducida en todo el mundo, abarca una variedad de temas, desde el amor y la pasión hasta la política y la justicia social. A lo largo de su vida, Neruda ocupó varios cargos diplomáticos y políticos, pero siempre mantuvo su seudónimo, incluso en contextos oficiales. El nombre se convirtió en mucho más que un simple alias; se convirtió en una identidad completa que refleja la riqueza y la complejidad de su obra.
Fue, entre otras cosas, senador de la República de Chile, miembro del Comité Central del Partido Comunista (PC), precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia. Además, su incursión en la política lo llevó a viajar por el mundo: fue cónsul en Birmania, Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires -donde conoció a Federico García Lorca-, Barcelona -donde conoció a Rafael Alberti- y Madrid.
Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto pudo haber permanecido en la oscuridad si no fuera por la elección consciente de una identidad literaria separada y significativa. “Pablo Neruda” no es simplemente un nombre en una página; es un símbolo de la resistencia cultural, la creatividad y la pasión que definen una vida dedicada a las letras.