En Cadáver exquisito no hay eufemismos. Es bestial. En 256 páginas se me fue el hambre y la fe al mismo tiempo. Nunca antes terminé tan rápido una novela. Me noqueó en el primer round. No pude soltarla. Quería saber qué iba a pasar, con angustia y desesperación. Y creo que eso es lo que le pasó y le va a pasar a todos los que se animen (hay que ser muy valiente) a encarar este relato escalofriante y perfecto, ganador del Premio Clarín de Novela 2017, escrito por Agustina Bazterrica.
La novela cuenta la historia de Marcos Trejo. Todo mal con Marquitos (así lo llama su hermana, a la cual no soporta). Trabaja en un frigorífico. Es la mano derecha del jefe. Marcos está solo porque su mujer se fue a lo de su suegra después de la muerte de Leo, el bebé que tuvieron juntos: muerte súbita, les dijeron.
La naturalización del horror lo tiene a mal traer. Eso de matar y faenar humanos para consumo no le va. No lo traga. Como la carne. No puede. Con las vacas y los cerdos era fácil, cuando aprendió de su papá, que ahora está demente e internado en un geriátrico. “Todos naturalizaron el canibalismo -piensa- después de todo la carne es carne, no importa de donde venga”.
Según el relato electrizante de Bazterrica, la industria de la carne animal se fue al tacho por una peste y eso puso al mundo patas para arriba. Fue entonces que las personas pobres, los inmigrantes y los marginales empezaron desaparecer en masa. Eran cazados y asesinados para usarlos como alimento. Los gobiernos fueron presionados por un negocio millonario que estaba frenado y eso empujó la legalización. Así fue que se adaptaron los espacios, los protocolos y las regulaciones, y los humanos (¡ojo, un sector!) comenzaron a ser criados para transformarse en animales comestibles por otros humanos.
En fin. Bastante asqueroso todo. Pero sigo. Lo cierto es que Marcos no daba más. “Si tuviera que decir con sinceridad quién es, diría: Este es Marcos Trejo, un tipo al que se le murió un hijo y camina por la vida con un agujero en el pecho. Un tipo que está casado con una mujer rota. Se dedica a faenar humanos porque tiene que mantener a un padre demente que está encerrado en un geriátrico y que no lo reconoce”.
La trama se parte al medio cuando una mañana tocan a su puerta y llega un delivery muy particular de parte de un proveedor. “¿Señor Tejo? Le traigo un regalo del Gringo. Una hembra pura“. Aterrado, Marcos llamará luego al tal Gringo, le preguntará para qué le manda eso y él le responderá que la tenga unos días en el galpón, que es un regalo y que después, en todo caso, se la comen en un asado.
Bue. Esto ya es un montón. Pero no es todo. Y solo para aclarar: la hembra en cuestión es una cabeza de ganado humano de pureza Premium. Una mujer. Ella sería el “asado”. Como si te regalaran una ternera para criar en tu casa. Bueno, algo así. Me voló la cabeza.
La historia es -por donde la mires- espeluznante. Aún así, es soportable gracias a que Bazterrica se encarga, en cada párrafo y en cada renglón, de dosificar la información con mano maestra. Va de a poco, pero al final siempre impacta y deja llaga.
Definitivamente celebro su destreza para llevarnos a todos al matadero y hacernos sufrir, en carne propia, cada paso del proceso: desde la crianza, el mazazo en la frente y la faena hasta la selección de cortes especiales de carne 100% humana. ¿Macabro? Si. ¿Imperdible? También.
Cadáver exquisito es el relato fantástico del canibalismo figurado de nuestra época. Algo que hace rato dejó de ser figurado y fantástico y que nos devora a pedazos, cada día, sin remedio. Entre el terror y la ciencia ficción, la novela propone un escenario truculento que nos resistimos a creer, pero que terminamos creyendo (estaría más cerca de la realidad de lo que imaginamos). Una obra maestra. Después no digas que no te avise.