Tras haberse dado a conocer con obras como Me perderé contigo y El cerebro de mi hermano, que hizo parte de la colección “Bordes” del grupo Planeta, el escritor mexicano Rafael Pérez Gay está de regreso con Todo lo de cristal, en el que nos conduce, en menos de doscientas páginas, a sus años de infancia y adolescencia en la Ciudad de México de las décadas del sesenta y setenta.
Publicada bajo el sello Seix Barral, la novela supone un viaje emocional para los lectores a través de los recuerdos, emociones y reflexiones de quien es una de las voces de referencia hoy en la literatura mexicana.
Combinando con precisión elementos de la novela realista con toques de intimidad y nostalgia, el autor nos ofrece una mirada única a este período de su vida, mientras nos narra lo que sucede a su alrededor, en un país que atraviesa un momento de sendos cambios sociales y económicos.
La historia se desarrolla en torno a los constantes cambios de domicilio de la familia Pérez Gay, que les valieron el título de “reyes de la mudanza”. A través de los ojos del joven Rafael, somos testigos de las mudanzas, los ajustes y los acomodos que caracterizaban la vida de la familia durante esos años.
En un México donde la picardía era la era moneda por ley y el “milagro económico” no siempre llegaba a todos por igual, Pérez Gay nos presenta a su familia lidiando con dificultades económicas, penurias financieras y la vida cotidiana en constante cambio. El autor nos sumerge en esta realidad con un enfoque sensible y un profundo sentido de la empatía, permitiéndonos conectar con los personajes y sus luchas de una manera auténtica.
Uno de los elementos más conmovedores de la novela es la relación entre Rafael y su madre, Doña Alicia. A pesar de las adversidades, ella se convierte en una figura de apoyo y fortaleza para el joven Rafael. A través de su relación, Pérez Gay destaca la importancia de la figura materna en su vida y cómo influyó en su desarrollo personal.
Además de su enfoque en las relaciones familiares, el autor también explora su pasión por el fútbol y su entusiasmo por revisar hemerotecas y revivir tiempos pasados. Como experto en literatura mexicana del siglo XIX, teje con maestría elementos de su propia vida con la memoria colectiva de la Ciudad de México y el país en esa época. A través de sus recuerdos y reflexiones, nos lleva de regreso a momentos históricos y culturales, como la construcción del Palacio de Bellas Artes y los programas de televisión de antaño.
La narrativa de Pérez Gay permite al lector sumergirse por completo en su mundo. La novela se desarrolla a través de dos estructuras que se entrelazan: la memoria personal de la familia Pérez Gay y la memoria colectiva de la Ciudad de México en los años sesenta y setenta. Esta combinación de lo personal y lo histórico crea una narrativa rica y multifacética que resuena en los corazones de los lectores, aun después de haber finalizado el relato.
A decir verdad, más allá de la base evidentemente biográfica de esta pieza, la novela se defiende a sí misma como lo que es. El trabajo de Pérez Gay es minucioso y detallista, superando los límites del relato testimonial y dando fe de aquella consigna que dice que lo que no se escribe no se recuerda.
Con muy buen tino, el autor mexicano ha conseguido en las páginas de Todo lo de cristal, una radiografía más que vívida sobre las experiencia de saberse niño.