A los 91 años ha fallecido el pintor Fernando Botero, uno de los artistas colombianos más reconocidos en el mundo y una de las figuras más destacadas del arte contemporáneo a nivel internacional. Por más de cinco décadas, mucho se ha dicho y escrito sobre él, su vida y su obra, pero pocas han sido las aproximaciones que han conseguido adentrarse de manera tan íntima y profunda a lo que ha sido su trabajo. Quizá, entre lo que se ha hecho al respecto, la que más destaca, no solo por su conexión emocional, sino por el dedicado análisis que propone, es el libro que el hijo del artista, el escritor Juan Carlos Botero, dedica a la exploración del recorrido artístico de su padre y su influencia en el panorama contemporáneo.
En las páginas del libro El arte de Fernando Botero, nos encontramos con una semblanza que explora la relevancia del pintor en el mundo del arte, destacando que su importancia radica en su disciplina y laboriosidad, en el dominio de las distintas técnicas artísticas, la riqueza de sus imágenes y la profunda conexión que establece con las tradiciones de la pintura universal.
Con buen tino, Juan Carlos Botero se sumerge en los temas que conforman la vasta producción artística de su padre, desde sus primeros trazos hasta sus obras más recientes. Manteniendo la distancia necesaria, analiza las convicciones estéticas que guiaron su carrera y la variedad de técnicas que dominó con maestría: la escultura, la pintura y el dibujo. Además, revela cómo el artista trabajaba en su taller en Pietrasanta, Italia, donde dedicaba sus veranos a crear esculturas que luego se exhibían en museos de todo el mundo.
El libro ilustra cómo el artista se inspira en grandes maestros como Goya, Picasso, Manet y Salvador Dalí, y aborda la influencia del espacio en la obra de Botero. A través de las imágenes de varios de sus cuadros, el autor nos muestra cómo el pintor representó los escenarios y ambientes de su natal Antioquia, dando cuenta de una evocación auténtica de sus raíces. Además, se fija en temas centrales de su mirada artística como la religión, la política, el circo y las corridas de toros.
Santiago Gamboa, el escritor colombiano, resalta en una reseña del libro, que uno de los aciertos más notables del análisis de Botero sobre la obra de su padre es la exploración que hace de la serie de cuadros de Abu Ghraib. El autor explica las motivaciones tanto humanas como estéticas que llevaron a Fernando Botero a apartarse temporalmente de sus temas amables y a centrarse en denunciar la atrocidad ocurrida en la cárcel de Abu Ghraib durante la guerra de Irak. Esta colección de 80 cuadros es una expresión de la rabia del artista ante la barbarie, pero también demuestra su habilidad para abordar temas oscuros de manera matizada, siguiendo la tradición artística del testimonio crítico y la denuncia, como en el famoso “Guernica” de Picasso.
“No deja de extrañarme que este libro de prosa impecable y que hace una radiografía lúcida y muy amena del pintor más importante de la historia del país, no haya provocado comentarios en los medios artísticos o publicaciones especializadas, ¿por qué? La verdad es que de todos los silencios que he visto en nuestro mundillo cultural, este es uno de los más elocuentes”, apuntaba el autor de El síndrome de Ulises, respecto al poco ruido que hizo en su momento la publicación de este libro y que, a día de hoy, se ha mantenido con sigilo entre las estanterías.
Lejos de ser un tratado sobre la obra pictórica de Fernando Botero, este libro es un verdadero viaje a las facetas más íntimas y profundas de su trabajo, a través de la mirada atenta de uno de sus más grandes admiradores, su hijo, que creció a su lado y pudo ver antes que nadie cómo el esfuerzo y talento de su padre daba frutos con el paso de los años. El arte de Fernando Botero es, al mismo tiempo, una puerta de entrada sincera al universo del artista para quienes no hayan tenido la oportunidad de adentrarse en sus obras y quieran comprender la tremenda influencia de su nombre en el arte contemporáneo.