No podían ser más opuestos. Jorge Luis Borges era argentino y anglófilo, cerebral, un maestro de la economía de palabras, se burlaba de sí mismo, un liberal de derecha. Y como dijo Beatriz Sarlo: “Siendo un liberal consecuente, no podía sino ser antifascista, anticomunista o antiestalinista”. Pablo Neruda era chileno, amante de todas las mujeres, escribía en medio de las fiestas, era vital, escribió una enorme obra sobre los americanos como el Canto General y era miembro del Partido Comunista. Finalmente, los dos eran candidatos al Premio Nobel de Literatura: Neruda lo ganó en 1971 y Borges murió en 1986 sin recibir la llamada de Estocolmo.
No se quisieron. En su libro El canon occidental, el crítico Harold Bloom cuenta: “El humano Borges no iba a abrazar el estalinismo y el comunista Neruda afirmaba con desprecio que Borges no vivía en el mundo real, que estaba formado por obreros, campesinos, Mao y Stalin”.
Pero quien documentó en detalle las opiniones de Borges fue su amigo Adolfo Bioy Casares, con quien Borges cenó noche tras noche durante 40 años y cuyas apreciaciones muchas veces compartió. Y lo contó en Borges, un trabajo monumental en el que transcribe las notas que fue tomando en ese tiempo, cuando Borges cerraba la puerta y se iba a su casa.
Eso pensamientos que recoge Bioy tienen el valor de haber sido dichos en la intimidad, a veces como un juego -y, por eso, extremando la ironía- y a veces como expresión de ideas que no siempre se expresarían en público, por lo menos no de esa manera.
Bioy escribe, en los días del Nobel de 1971, que Borges estaba desilusionado, pero no tanto. Y cuenta de las muchas veces que el autor de El Aleph habló del chileno simplemente como un poeta malo. Tanto que, dirá “no ha de recordar sus poemas, nadie puede recordarlos”.
Sobre Neruda: del “Borges” de Bioy Casares
1) Leemos a Apollinaire. BORGES: «Es muy casual. Llevado por la rima puede tomar para cualquier rumbo. En sus mejores momentos está muy bien: en “La jolie rousse”, en “Cors de chasse” hay versos que uno quisiera repetir. En Neruda no hay versos que uno quisiera repetir. Además, si uno lee a Apollinaire, tiene la impresión de que, por momentos al menos, siente lo que dice y lo dice porque quiere. Neruda no ha de recordar sus propios poemas. Nadie puede recordarlos, y si alguien se los leyera y salteara un verso, Neruda no se daría cuenta…»
“Neruda no ha de recordar sus propios poemas. Nadie puede recordarlos, y si alguien se los leyera y salteara un verso, Neruda no se daría cuenta…”
2) BORGES: «Neruda cambia de estilo y de tono en un poema, sin darse cuenta. Es un bruto. Empieza bien el poema sobre Walt Whitman porque sin duda le quedó en el oído el ritmo de versos de Whitman que estaría leyendo, pero después llega al disparate y de pronto se le llena de negros el poema, que se convierte en otro: en un poema contra los Estados Unidos».
3) «Es un discípulo de Lorca, mucho peor que Lorca».
4) BIOY: «Neruda gusta porque a veces es cursi sin asco. Gusta a gente a quien gusta Pedro Miguel (que es mucho mejor), pero que sabe que Pedro Miguel está desacreditado. Aquí pueden abandonarse al placer de la cursilería, porque viene entre modernidades feas y concretas, que les garante que el poeta no es cursi, sino moderno». BORGES: «Pero, ¿cómo les gusta? Esa gente ¿nunca leyó un buen poema de Bécquer? ¿Ignora el placer que da un buen poema? Yo creo que Neruda está por debajo de Molinari. Siquiera Molinari es un poco misterioso». BIOY: «Octavio Paz, con dolor en el alma, condenaba en Neruda al hombre y admiraba al poeta. Estaba muy apenado».
5) Leemos poemas de Neruda y de Paz. Los de Paz, no libres de fealdades y estupideces, parecen mejores. BORGES: «En la “Oda a Lorca”, Neruda hacia el final habla de su melancolía de hombre varonil. Está escribiendo sobre un manflora y que no vayan a confundirlo: qué miseria».
6) Parece que Neruda sostuvo que lo importante no es el poema, sino todo lo que hay alrededor. Borges (parodiando): «Lo importante no es este cuchillo, sino el contexto, la astronomía. ¿No tendrá miedo de que se descubra muy pronto que eso no es sino un simulacro de pensamiento?».
7) BORGES: «¿No habrá franceses que escriban poemas tan insensatos como los de Neruda? ¿Vos creés que allá también habrá santones, como acá?
¿No habrá franceses que escriban poemas tan insensatos como los de Neruda?
8) Margarita Bunge le dijo: «Neruda es un cobarde. Como sabe que vas a llegar a Chile, se fue al campo, para no hacerte frente». BORGES: «Si procedió así, procedió como un caballero. Es comunista y sabe que soy anticomunista; los dos somos candidatos al Premio Nobel; le preguntarán qué piensa de mi candidatura: atacarla es burdo, aplaudirla no parece sincero. Lo más probable será que cada cual trate de hundir la del otro con dump praise. (Pausa). Pero no creo que sea mi llegada lo que determinó ese viaje al campo. Habrá sido cualquier circunstancia que no tiene nada que ver conmigo».
9) Dice Borges que alguien recordó el verso de Neruda:
el cielo cagado de estrellas
y que él comentó: «No creo que alguien haya escrito un verso tan débil». «¿Cómo débil? —protestó el otro—. Si tiene la palabra cagado…». BORGES: «Suponer que la palabra cagado es fuerte equivale a suponer que la palabra Febo es poética: es el mismo error».
10) Veo a Borges en la televisión, en diálogo con Antonio Carrizo. Desafía a Carrizo a recordar un buen verso de Neruda.
Pablo Neruda murió en Santiago de Chile el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe de Estado con el que Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende y cerró así el proceso político del que Neruda formaba parte.